Quinto año que asisto al Club to Club, y una de las mejores ediciones en cuanto a actuaciones, cierta mejora en el sonido pero todavía con ciertos problemas de organización que no deberían ocurrir en un festival con unas miras tan altas. 45 000 personas divididas entre cinco días han asistido según la organización al evento. Aquí nuestras impresiones sobre los conciertos del fin de semana.
Empezamos el viernes con Anna Von Hausswolff en la sala principal con veinticinco minutos de retraso (abrieron las puertas veinte minutos tarde). Fue un concierto corto, apenas media hora, en el que destacó “Come wonder with me”. Una actuación bastante cañera, con Anna alejándose de esos registros más Katebushianos (que encontramos por ejemplo en su anterior disco) y sonando mucho más personal, que contó con Christoph Hahn de Swans a la Lap steel.
Corrimos para ver en la sala pequeña a Fatima Yamaha, que aunque su nombre pueda hacer pensar otra cosa, es un joven productor holandés, también conocido como Bas Bron. Tuvo una gran acogida entre un público que conocía bien sus temas, sobre todo el popular “What’s A Girl To Do”.Swans fueron uno de los platos fuertes del festival, era la cuarta vez que les veía y una de las veces que más me han cautivado. Abrieron con “The Knot”, que alargaron hasta los cuarenta minutos, para seguir con Screen Shot, “Cloud of Forgetting”, “Cloud of unknowing” y “The man who refused to be unhappy”. Debido al retraso, uno de la organización empezó a hacerles señas para que terminasen, ya que querían recuperar la media hora perdida antes del set de Laurent Garnier. Ellos, sin inmutarse arrancaron con un brutal “The glowing man” mientras el tío de la organización pataleaba y buscaba a alguien que le ayudase a parar a la banda. Para un servidor son el mejor grupo de guitarras del momento y Michael Gira lo más auténtico que pisa la tierra. Thor no está ya con ellos, pero su sonido no se resiente.
Mientras, había tocado Powell, muy popular en Italia, al que ya había visto en dos ocasiones haciendo su energético live. Aquí contó con menos tiempo. Después vino Chet Faker, ahora con su nombre, y haciendo un dj set. Aproveché para cenar y al volver ya estaba a su lado Laurent Garnier, para mí la gran otra actuación del festival, casi tres horas de durísimo techno, una sesión hipnótica que ojalá se hubiera prolongado otras tres horas. Después llegaron Autechre, sin duda no era la hora para ellos: a las cuatro de la mañana ya estábamos la mayoría muy cansados y la total oscuridad de su actuación tampoco ayudó. Dieron una muestra de electrónica autista, muy difícil. Unas horas antes, nos hubieran conducido al cielo, a esa hora nos condujeron al hotel, tan pronto como terminaron su actuación. A Andy Stott le había visto en la edición anterior, así que no me dolió perdérmelo. Mientras en la sala pequeña habían sonado Mura Masa (un productor y una cantante de Dublín, que había visto en otro festival italiano y no me había gustado nada), Amnesia Scanner (que me habían encantado con su electrónica experimental en otro festival, vi unos minutos de su actuación y parece que iba a estar bien) y Koreless, otro asiduo a esta clase de festivales de electrónica italianos. Lo había el año anterior, como a Powell en el Robot de Bolonia y me gustó mucho. Ambos habían estado también en pasadas ediciones de Electrónica en Abril, en Madrid.
El domingo empezamos con un concierto bastante largo de Istanbul Sessions, en San Salvario, un barrio de Turín que hoy por hoy no es de los más seguros de la ciudad. Por eso la ciudad intenta hacer eventos en la zona para intentar “salvar” el barrio. El domingo todos los conciertos en la Plaza Madama Cristina eran gratuitos para todos aquellos que quisieran venir. Vimos a Istanbul Sessions por casualidad porque su concierto no estaba señalado en los horarios. Funk jazz perfecto para empezar la jornada. Después estuvimos un rato en una charla con Junior Boys, que nos comentaron que no vendrían a España en cierto tiempo aunque Jeremy Greenspan nos dijo que vendría a pinchar como ya hizo hace unos años en el Matadero.El sábado empecé con Junior Boys, un gran concierto del que solo puedo quejarme porque no tocaron “Birthday”, una de mis favoritas. Mucho público español a esa hora en la sala pequeña y muchos temazos: “Double figure”, “The last Goodbye”, o la inicial “Kiss me all night”. De allí, corriendo para ver a Junun, el proyecto de Johnny Greenwood de Radiohead. El rato que le vimos estuvo tocando el bajo mientras los nueve músicos que le acompañaban tocaban música tradicional. El público, un poco con cara de circunstancias. Tras media hora de pausa, llegó DJ Shadow, para un live en el que recorría su carrera, con especial mención a su Endtroducing que cumplía veinte años. Sonaron desde la nueva “Nobody Speak”, un par del proyecto UNKLE (“Rabbit in your headlights” y “Guns Blazing”) y terminar con el mítico “Organ Donor”. Él hizo los scratchs marca de la casa y tocó la batería electrónica y la gente disfrutó como cochinos. Aquí el hip hop le gusta mucho a la gente. Siguió una sesión de Jon Hopkins que a mi personalmente no me convenció. El final de fiesta fue para el jovencito Motor City Drum Ensemble, dj perfecto para cerrar un festival así. Con una cultura musical impresionante, tiró de funk, house y disco en una mezcla frenética, donde predominaron los ritmos latinos y africanos. En la sala pequeña tocó Jessy Lanza a la que vi aquí presentado su primer disco hace unos años (entonces la sala estaba en otro sitio), Daphni (que con su otro nombre, Caribou también es bastante habitual) y M.E.S.H. a los que había visto en la edición milanesa.
Vimos el final de la sesión de Lafawndah, que no estuvo nada mal. Acto seguido, llegó RB Boo que pinchó desde el “Everybody loves the Sunshine” de Roy Ayers al “Your Love” del gran Frankie Knuckles. Tres horas que pasaron muy rápidas, mucho baile, mucha gente, más que en pasadas ediciones. En un lateral de la plaza donde está el escenario hay una pizzería, desde la que se escuchan las sesiones muy bien: perfecta para cenar y no perderte nada.
Terminamos esta edición en el Astoria, que en nuestra opinión se ha quedado pequeño para el festival. Parecía un horno en el que Lorenzo Senni parecía el único que aguantaba el tipo. Un artista que cerró el año pasado el escenario principal no tendría que tocar en un sitio tan pequeño, y más cuanto no hay ningún control de número de asistentes. Vimos la presentación de su nuevo disco pero no pudimos bailar por el agobio, ni siquiera pedir una copa.