Harto de festivales clónicos donde tocan siempre las mismas bandas y de un público que siempre pide lo mismo, tiré de nuevo hacia el festival de Utrecht. Este año celebraban su décimo aniversario como festival con un cartel de aupa.
El viernes por culpa del retraso del avión me perdí a las Filles de Illighadad, así que tras ponerme la pulsera, me dirigí al RASA, uno de los locales donde se realizaban conciertos, a solo cinco minutos del Tivoli, la “base del festival”. Con unos minutos de retraso empezó el concierto de Idris Ackamoor and the Pyramids, para mi gusto uno de los mejores de todo el festival. La banda se mezcló con el público al inicio del concierto y mientras Sandor Merlin Mosss, el batería de raíces cubanas dijo unas palabras en español, la audiencia se levantaba de sus asientos para acercarse al escenario a bailar. Tocan un afro funk jazz con toques latinos de muchos quilates. Hubo guiños a Sun Ra, tanto en la música como en el atuendo de Idris, que como líder de la banda se marcó algunos de los mejores solos del concierto. A su lado, al violín, destacaba Sandra Poindexter y su mirada triste. Su solo, que empezó muy clásico para luego encadenarse a una samba, nos dejó sorprendidos a todos.
Llegué un poco tarde para Tim Hecker, y me encontré la sala donde tocaba complemente a oscuras. Tuve que seguir la mirada de la gente para saber adónde tenía que mirar. Electrónica difícil, eludiendo los momentos más pegadizas del disco, que acabó con mucha gente tumbadas en un suelo que les llevaba al cielo. Me gustó mucho.
De ahí un rato de descanso para terminar el día con el sonido Low de A Dead Forest Index, que dieron un buen concierto aunque a esa hora quería algo más animado. Además la mezcla entre limoncello y vino tinto que había tomado me había destrozado.
El sábado empezamos con Ryley Walker, que en esta ocasión vino con banda, ¡y que banda! Él es un fantástico frontman y su pop folk con largos desarrollos instrumentales entró muy bien para comenzar el día. Julia Holter, a la que en esta ocasión si pude ver de cerca (y parecía un poco fumada aunque puedo equivocarme, pero bueno, estábamos en Holanda) estuvo fenomenal, tocó de su último disco, alguna novedad y alabó el cartel del que parecía no poder recordar ningún artista. Después había planeado acercarme un rato por Dinosaur JR, pero fue imposible porque estaba llenísimo. Así que me fui a pillar un buen sitio para Elza Soares. Su concierto es el único de los que vi que se salió del horario, alargándose hasta la hora y media. Últimamente, debido a un accidente, toca sentada, pero eso no impidió que diese uno de los mejores conciertos del festival. Desde el primer tema, “Coração do mar” pudimos intuir que iba a ser algo grande. Tocó una mayoría de temas de su A mulher do fim do mundo e hizo pocas concesiones a su pasado. Todo sentimiento. De ahí a ver el final de la primera parte del concierto de The Ex con Fendika, en el que el rock punk hiper energético de los primeros convivió con la música de los segundos. Después hubo una media hora de Fendika en solitario, para acabar los dos grupos juntos en la parte final. Si en otro post digo que la mejor banda de guitarras en este momento es Swans, para mí, The Ex están en un top 10.
Descansé un rato en ese escenario hasta la llegada de Wooden Shjips, que sonaron muy bien y muy psicodélicos. El final de fiesta fue con el trio instrumental The comet is coming. Muy divertidos y perfectos para esas horas en las que la gente ya quiere fiesta.
El domingo era en principio mi día más fuerte. Empecé con Phurpa, un colectivo ruso que en esta ocasión apareció como dúo, y hacen un cántico gutural, una especie de drone hecho con la garganta y con ocasionales instrumentos tradicionales de una religión tibetana. No conseguí entrar en su música. Scott Fagan venía presentando su clásico South Atlantic Blues, y tuvo algunos problemas al romper una cuerda de su guitarra. Mientras esperaba la guitarra, soltó una buena parrafada, a ratos un poco inconexa, que rompió un poco la magia de su concierto. Después Pita, el capo de Mego dio una corta actuación de electrónica que a mí me supo a gloria.
Patty Waters tocó con un trío que incluía al pianista Burton Greene, con el que había grabado sus discos famosos. El concierto se dividió entre temas instrumentales en los que Patty descansaba y aquellos en los que cantaba, como un emocionante “Moon, Don’t Come Up Tonight“. Después la recientemente fallecida Pauline Oliveros, armada con su acordeón y muchos efectos, nos demostró porqué su nombre sobresale dentro del panorama de la música experimental. Nunca pensé que se podría sacar esos sonidos de un acordeón. Samuel Kerridge empezó suave y fue a más, a mucho más. Después un gran concierto de Sunns, potentes y con muchos temazos y terminé el festival con JLin, dj de footwork que nos hizo bailar hasta que llegó la maldita hora de coger el último tranvía.
Mi única pega: no haber llegado el jueves para poder haber disfrutado más este festival único.
François Zappa.