Por segundo año me acerqué a la vecina ciudad de Turín para asistir a uno de los festivales de música de baile más interesantes del verano. Con un cartel ecléctico en el que la tradición (Masters at Work, de nuevo juntos, Fatboy Slim, Sven Väth), algunos de los nombres que están pegando fuerte ahora (Black Madonna, Âme, Maceo Plex, Dixon), y el típico toque comercial/ibicenco (Carl Cox, Sasha, John Digweed) se unían para contentar a toda clase de público.
El sábado llegamos a las cuatro y media al parque Dora, sede del festival. Perdimos media hora para entrar porque había grandes colas, y no pudimos ver el comienzo de The Black Madonna, una de nuestras djs favoritas del momento. Cuando por fin llegamos pudimos escuchar una media hora de deep house, pero el calor y nuestra natural predisposición al beber nos hicieron perder otra buena media hora mientras cargábamos la tarjeta que se usa para pagar las consumiciones (“cashless” como el Azkena o BBK live) y nos comimos otra cola para beber. Después de haber estado en dos festivales como el Primavera y el Azkena donde no hicimos nunca cola, esto me sorprendió negativamente.
Cuando volvimos, la sesión de la dj residente del Smart Bar de Chicago había girado un poco más hacía el tech-house y pudimos ver el final de su sesión, que fue el clásico “Blackout” de Lil’ Louis. Me quedé con la impresión de no haberla disfrutado tanto como podría.
Seguimos en el mismo escenario con el danés Kölsch, ataviado como de costumbre con su distintivo sombrero. Durante su sesión de hora y media, nos recordó porqué y cuanto amamos esta música (es lo que tiene el techno emocional) e incluso tuvimos un pequeño homenaje al gran Arthur Russell. Mientras pedíamos otra bebida, pudimos escuchar unos minutos de Boo Williams, que estaba pinchando un house muy jazzy. Tras terminar el danés, volvimos para ver el final de Glenn Underground que se había marcado un back to back con Boo Williams, pero en estos momentos este último le había dejado la espalda a descubierto. Empezó más espacial para seguir muy deep. Los Masters se retrasaron media hora, así que solo pudimos disfrutar de una sesión de tres horas y media. Se agradece que le dan varias horas a artistas como ellos, esas sesiones de hora u hora y media a las que nos tienen acostumbrados algunos festivales siempre nos dejan con ganas de más. Little Lou Vega hizo honor a su nombre y la mayoría de las veces solo pudimos ver su también distintivo sombrero por lo bajito que es. A la famosa pareja de productores se la veía a gusto, incluso bromearon entre ello. Pudimos escuchar la remezcla del “Personal Jesus” de Depeche Mode que a menudo meten en sus sesiones, clásicos como su “I Can’t Get No Sleep”, el “You don’t know me” de Arman Van Helden (-“estamos escuchando historia”, se pudo oír a mi lado), y para terminar el eterno “Strings of Life” y el “Black Water” de Octave One. Los había visto por separado en varias ocasiones, guardando especial cariño a una sesión de Kenny Dope en Helsinki, y siendo un gran fan de su música tenía muchas ganas de verlos. Fue una gran sesión, quizás eché de menos más producciones suyas, pero no se puede tener todo. A las doce en punto, desapareció la música de todos los escenarios. Como cenicientas nos volvimos al hotel .
Al día siguiente llegamos a tiempo para ver empezar a Sven Väth, en un horario parecido al del año pasado. En ese momento, no disfruté la sesión porque acababa de perder la cartera, en cambio, en esta ocasión pude asistir a casi toda su sesión sin problemas y disfrutándola. Curiosamente un doppelganger del dj alemán que resultó ser su hermano estuvo bailando durante un par de horas delante de él .
Después nuestro plan era escuchar un poco de Body and Soul (es decir, Danny Krivit, François K y Joe Claussell), y seguir con Maceo Prex y el live de Âme, pero… el trío nos enganchó de una manera inesperada: bailé como loco mientras James Brown, gritaba que él era “Super Bad”, les di la razón cuando de la mano de Positive Force proclamaron “We got the funk” y canté mil do-do-do con el estribillo de “Everybody Dance” de mis queridos Chic. Claussell, con su típico pañuelo dándolo todo como siempre, Kevorkian muy concentrado y Krivit, divertido, enloquecieron el escenario “house” (que este año era el más pequeño) con clásicos como “Move your body”, otro tema parte de la historia de la música house y de la música popular incluso. Recordé la primera vez que fui al Week-end en Madrid y de la mano de Roberto Rodriguez, mítico maestro de ceremonias, me convertí a la religión del house. Tristemente tenía que volver a coger el tren para volver a Milán: tras 4 horas y media de sesión, volví a Milán con una gran sonrisa en los labios y ganas de más.