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Pedro Ruy-Blas: el hombre que gritó ¡Funky, funky!

por François Zappa

Otra entrevista publicada en Enlace Funk:

“La prensa musical es muy importante, una buena entrevista a Miles Davis de 6 páginas es como un año de conservatorio.” Así empezó esta entrevista Pedro Ruy-Blas, figura vital en la historia de la música hecha en este país, con un nuevo disco, Ample bajo el brazo y muchas cosas que decir. Cojan apuntes, empieza la clase:

—¿Cómo y cuando empiezas a interesarte por la música negra?

—Todo empezó cuando tenía doce años, mi hermana se casó con un militar americano, que estaba destinado a la base de Torrejón. Este tenía todos los discos del momento: Otis Redding, Solomon Burke. En algunos de mis viajes, compré algunos de esos discos, cosas de The Young Rascals, el Respect de Aretha Franklin, recuerdo haber comprado todos los éxitos del Billboard de ese mes por un solo dollar. Luego los artistas más importantes murieron, como Otis Redding o dejaron de tener tanto interés, y algunos, menos interesantes, como Sam and Dave, se hicieron grandes. Al venir a España, oía esas canciones en los guateques en las versiones que hacía Guzmán. Yo decía: me suena esta canción, es americana. Eso supuso que me llamaran “el americano”.

—Durante tres años, estuviste en Los Grimm ¿Cómo era tocar en una banda de soul en esa época en España?

—Era un momento en el que había muchas bandas, digamos intuitivas. Las discotecas eran distintas, tenían a dos o tres bandas tocando cada noche, dos pases cada una. Imagínate, había cantidad de bandas.

—Después te llega la gran oportunidad al sustituir a Teddy Bautista en los Canarios.

—Al irse Teddy Bautista al servicio militar me llamaron a mí para sustituirlo. Me bautizaron con el nombre de Johnny Folker, e hicieron correr el rumor de que era americano. En el primer concierto, dije: Buenas noches y el rumor se acabó. En algunos sitios ni notaron la diferencia, recuerdo que una vez me preguntaron: Teddy ¿por qué te has teñido? Fui la voz en directo de los Canarios, toqué con ellos durante 14 meses dando varios bolos al mes. Luego volvió Teddy y cambiaron de estilo hacia algo más progresivo.

—En 1970 llegas al número uno con un tema melódico, “A los que hirió el amor” y pronto tienes problemas con la censura por el siguiente single: “Mi voz es amor”

—Sí, el segundo disco de lo que era una gran promesa, me lo censuraron. Luego me puse a tocar con los Briks que habían ya grabado discos. Había un cantante, Julián Granados que salió de allí. Tocaban soul también, y estuve cantando, todas las noches durante 6 meses con Carl Douglas, que hizo un tema “Kung Fu fighting”, que todavía lo ponen por ahí. Yo salía ahí, después de esos cantantes negros y nadie me decía nada. Había recibido el impacto de esa música de un modo muy auténtico.

—Unos años después, en 1975, fichas por Polydor y publicas Luna llena con la banda que después será Dolores.

—Aprovechando el descuido de la industria que en aquellos momentos no se enteraba muy bien, un contrato que tenía con Pedro Ruy-Blas el de “A los que hirió el amor”, se convirtió en un grupo de fusión a los Weather Report en el que el cantante ya ni cantaba, tocaba la percusión. Si te fijas, el segundo disco es un disco de scat.

—Por esa época conoces a Paco de Lucía.

—Paco de Lucía nos oye y dice: yo quiero de esto, porque le están ofreciendo dar un paso muy importante en toda Europa, a nivel de mercado, ir a los mismos sitos que van Weather Report, Mahavishnu, todos estos artistas de fusión. Me llamó para tocar la percusión durante una gira por toda Europa. Entonces yo dije: oye, los demás también. Al principio no lo veía muy claro: pero es que eso, en el flamenco me van a matar. Le convencí: pero Paco… la flauta y tal, eso es muy morito. Además Jorge Pardo toca de maravilla, estamos todo el día escuchando tu disco. Todo lo que le digamos lo va a hacer, vamos a ser tus alumnos. Él se dio cuenta de que era interesante, tuvimos que luchar un poco con el entorno del flamenco.

—Pero a la vez Dolores tenía influencia del flamenco.

—En “Jaleo”, en “Montoya”, para decir verdad mi intención al principio no era tanta la del flamenco, siempre le he tenido mucho respeto, me parece tela marinera y para hacerlo hay que saber. No es tanto por el flamenco sino la música española.

—En aquel momento conoces también a Chick Corea.

—Fue durante los 3 o cuatro días en que estuvo Return to Forever, coincidí con él en el Café de Chinitas, en un tablao flamenco al que iba todas las noches, nos hicimos amigos, hicimos una jam sesión gloriosa en un club llamado Balboa Jazz, con entre otros Jorge Pardo, y después de cantar me vino Chick Corea y me dijo que cantara más español, más flamenco. Fue una revelación que me lo dijera él.

—En Dolores tocabas además la batería, ¿qué te llevó a ese instrumento?

—No encontraba a nadie con el swing necesario y me dijeron por qué no lo haces tú, que sabes lo que quieres y estuve tocando hasta que hubo un momento en el que la música, no solo la batería, iba progresando, más difícil armónicamente, rítmicamente, los fraseos, hubo un momento en que había llegado a mi tope, o lo dejaba todo o estudiaba como un loco dedicando toda mi vida a ser un baterista y me dije que yo no era un baterista, sino un cantante.

—Estamos ya a finales de los setenta, tras editar Asa-Nisa-Masa, cuando dejas Dolores

—El dejar Dolores suponía ejercer la filosofía del grupo de que nadie era imprescindible. Me cansé y me fui, al poco tiempo hicieron la leyenda del tiempo con Camarón, al que ya había conocido. Un día yo estaba en Mojácar y ese día tocaba Dolores con Camarón en el velódromo de Mataró, junto a Weather Report. Lo siento como parte de mi propia historia. No estuve allí pero de alguno forma estaba.

—Como reaccionaba el público ante vuestra propuesta, porque aquí en España, no había mucha gente como vosotros.

—La gente reaccionaba bien ante el grupo aunque es verdad, no había nadie como nosotros. Barrabás tuvo más vocación de grupo pop, de ser un grupo de éxito y eso fue su perdición. Había cosas en el sur, como Triana, pero de jazz los únicos nosotros. Por eso tocamos en muchos festivales de rock, en festivales que terminaban a las ocho de la mañana. Nosotros éramos los que tocábamos a las siete menos cuarto. Había gente que se quedaba a vernos mientras amanecía. En Barcelona estaba Música Urbana, Barcelona Traction, Jordi Sabatés, un gran pianista entre clásico y jazz, muy admirado y muy independiente. Merece la pena aproximarse a él de alguna forma seria. Hace que la música de un país tenga sustancia.

—Es entonces cuando te vas a los Estado Unidos, ¿no?

—En 1980 dejé el grupo y me fui a New York, estuve allí un año, me encontré con Chick Corea, bueno, él me dijo que me fuera. Me llevó a una escuela que dependía de la Cienciología, allí en Oregón. Me prometió que él me iba a enseñar a tocar el piano, que al final y al cabo son todo números y tú le enseñas a los chicos a tocar la percusión y tal y cual. Tenía 30 años y estuve viviendo allí rodeado de pintores, que son incluso peores que los músicos. Pero al final pasé de la Cienciología. Hice de puente de contacto entre Chick y Paco de Lucía.

—¿Cómo fue esa experiencia en los States?

—Ratifiqué que cuando me pongo a cantar, en Harlem o en el Village, o Brooklyn, los negros se me tiran a darme besos y abrazos. Me da la satisfacción de que si a mí Ray Charles me hubiera invitado a cantar, yo hubiera subido, no me acojona. Me di cuenta de que con personas de otros países recibo mayor aclamación que aquí. Los latinos tenemos grandes problemas, llevo cuarenta y tres años haciendo música. Si te metes en mi página ves que he hecho discos, teatro musical, los mejores musicales de Madrid, Dolores, Paco de Lucía…Yo siempre estoy esperando a que me descubran, es mi mitomanía personal.

Y después creas Puente Aéreo.

—Fue una idea, muy propicia, teníamos apoyo de cierta institución, se me ocurrió decir que había dinero para que cada uno escribiera un arreglo, músicos de Barcelona y Madrid, los que hemos trabajado en la fusión, Carles Benavent, Kitflus, Jorge Pardo, Tito Duarte, yo. E hicimos una banda, esa banda hubiera sido un exponente de cierto tipo de música que se hacía en España durante una década que tenía posibilidad de exportación a Alemania, o Estado Unidos. Pero intervinieron ciertas cosas, que prefiero no recordar y la banda no siguió. Era un producto difícil, gente muy individualista. A mí es que me va la marcha, me gustan esos retos. Cuando tienes treinta años es el momento de apostar, de jugártela.

—¿No crees que España trata mal a sus artistas?

—Mira este país es el mito de la caverna de Platón, era una premonición. Estaba pensando en España. Estamos en medio de la construcción de un gran rebaño. Se sabe todo sobre el rebaño, que hacen, que comen. Se sienten seguro teniendo una cabeza pegada al culo de otra oveja, teniendo un hocico pegado a su culo, es la irresistible ascensión de las masas de Ortega. El protagonismo que ha cobrado la clase media emergente, con un pésimo gusto, que tiene desprecio por la cultura, por lo que no conocen, por lo que no entienden. Se ha creado la cultura de la cultura. Esta gente no sabe lo que es lo bueno, ese es el problema que hay. Yo soy muy inquieto, tengo un programa de radio, se llama Corriente Ecléctica, llevo cuatro años haciéndolo, rastreo en Internet, me busco la vida.

—¿Te interesa la música actual?

—Antes de empezar con el programa me empeñé en conocer lo que se está haciendo ahora, no solo el jazz y la clásica. Oigo mucho chill-out, que yo llamo el nuevo pop, me interesa esa mezcla de música electrónica y acústica, la voz femenina ha cuajado muy bien dentro de ese ámbito de cosas. Igual que en el jazz, el jazz es más femenino que masculino.

—Y que nos espera ahora de tí.

—Acabo de sacar un disco llamado Ample, estaré cantando en el festival de Galapajazz, cantaré temas de Frank Sinatra. ¿En el futuro? Un próximo disco que se llamará El americano. Es el que me queda por hacer para ser feliz.

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