Otra entrevista publicada en Enlace Funk, esta vez al difunto Juan Carlos Calderón. Descanse en paz.
Para unos siempre será el compositor de Eres tú, para otros, el responsable del universal éxito de Luis Miguel. Pero Juan Carlos Calderón siempre ha tenido dos caras, una comercial y otra dentro del jazz más arriesgado. En esta entrevista repasamos su trayectoria, haciendo especial hincapié en su importante contribución al jazz nacional. Varios de esas obras están todavía sin reeditar. Una oportunidad de oro para cualquier discográfica con ojo.
—¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del jazz?
—En el año 67-68 yo ya grabé mi primer disco de jazz con una chica que se llamaba Elia Fleta, disco muy ambicioso. Yo ya tocaba con Pepe Nieto que es ahora un gran músico de cine, con Vladimiro Bas al bajo, Pedro Iturralde, es decir, con todos los de antes. Era la época de Tete Montoliu, cuando venían a tocar a Madrid David Byrd y Sarah Vaughan. Venía mucha gente y yo les acompañaba, he tocado con mucha gente grande.
—¿Cómo era el Madrid de la época?
—Había dos clubs de categoría. Entonces había siempre fijos en el Marqués de Villamagna que ahora, como no, es un banco. Pasaron todas las figuras grandes del mundo. Ahora no pasa eso, igual hay algún festival en algún pueblo de Madrid. Donna Hightower era la asidua, la señora que siempre tocaba blues y la acompañábamos. Yo era el pianista titular del Bourbon Street, segundo club de Madrid. El Villamagna era el jazz moderno y el otro era más tradicional. Yo siempre he querido estar en la onda pero como había que comer, pues tenía que tocar dixieland, cosas de esas, tenía mi sexteto. Estuve seis años y medio tocando hasta las tres de la mañana.
—En el 68 también sacaste tu primer disco en solitario.
—He podido grabar poco jazz, hice Juan Carlos Calderón presenta a Juan Carlos Calderón, título ridículo que me puso la compañía. Son todos temas míos, menos uno “Danny Boy”. Siempre he querido componer. En el de Elia hay dos temas míos y otro orquestado, demasiado moderno para la época, “Spring is here”.
—Y sólo un año después grabas unas de tus obras más importantes.
—Luego hice Bloque 6, mi primer disco de big band. Bloque 6 era el disco más avanzado que se podía hacer en aquellos momentos. Había una armonía, influida por el orquestador Gil Evans. Me atreví a hacer unas sonoridades, incluso hoy muy avanzadas. Está grabado con una técnica pobre en una tarde, todo entero. Vino a raíz de un concierto encargado por la Radio Nacional de España, grabado por Hispavoz, ahora Blue Note. Digo el más avanzado de big band, porque nadie se ha metido a hacer esos acordes ni esas elucubraciones. Bloque 6 era un disco ambicioso. Nadie ha sacado en España un disco con esos acordes, además la banda era impresionante. Tuvo un premio muy importante, el de mejor disco extranjero. Por aquella época tocamos en el Palau de Barcelona teloneando a Count Basie y Duke Ellington.
—Y después de esto llegan tus discos, más convencionales, con el taller de música.
—Cuando uno toca jazz durante tantos años y solo puede probar una vez 17 músicos tiene una ambición de dirigir una orquesta convencional. Es una tentación, me gustaba escribir para orquesta entera. En la primera banda sonora que hice
Una chica para dos, la hice porque podía probar una orquesta entera. Estaba en contra de la música comercial, me juré no acompañar a cantantes nunca. La CBS me preguntó que si no quería sacar un disco instrumental, con mi cara. Estaba influido por un disco, Jazz Workshop. Grabé tres discos, el primero triunfó. Para el segundo, el director pedía algo muy comercial y yo era incapaz de dárselo. Hice un tercero con versiones de música clásica. Estaba muy despistado, no sabía que hacer. Me lo pasé bien. Hice “Bandolero”, metí temas de Ravel, Bach, The Beatles. Sabía que aquí no cuajaría, no sabían promocionarlo. Si hacía lo que quería no era comercial. Hice lo que quería, hice Soleá y no se vendió nada.
—Seguías produciendo discos y con tu labor de arreglador.
—En el primer disco de Aute metí todo lo que sabía, hay toda clase de músicas allí. También colaboré en Mediterráneo de Serrat con algunos arreglos que aún hoy utiliza en directo. Les metía incluso arreglos de jazz. Ellos venían al club de jazz donde tocaba a verme tocar. Hice 14 discos con Mocedades, compuse para Nino Bravo, para Ana Belén y Víctor Manuel en solitario. En España he trabajado con todo el mundo. Produje a Trigo Limpio, Bosé, Massiel… A todos los de la época.
—Durante todo este tiempo seguías tocando, ¿queda alguna grabación de aquella época?
—En el Bourbon muchos temas eran míos, pero no me he desarrollado como compositor de jazz. Es una pena porque no queda ninguna grabación. Hay asesinatos como ese. En el Monumental de Madrid tocaba con el cuarteto de free jazz. El free jazz es la libertad total siempre que haya una lógica. Tocábamos sin guion ni partitura, ni nada. Íbamos muy casuales casi como progres, y la dualidad de imagen no se puede evitar. Desde el gallinero una vez gritaron: Calderón toca “Eres tú” que es lo tuyo. También hicimos en 1972 el espectáculo América negra, con textos prohibidos traducidos de poetas como Peter Seeger. Estaba Mocedades cantando góspel y yo con una orquesta de siete u ocho. No existe ni una cinta. No hay grabaciones. Tocábamos en el San Juan Evangelista con gran polémica.
—Y luego grabaste Solea.
—En el 78 grabe Soleá, con Enrique Morente, un genio. Es un disco muy rico en matices, porque aunque es flamenco no tiene ninguna guitarra acústica, ninguna guitarra flamenca. Es una fusión de jazz, rock sinfónico, pop y flamenco. Eran las vivencias de muchos años. En Bloque 6 hay muchos temas míos pero en Soleá lo son todos. Pedro Iturralde hizo Jazz flamenco por esa época. Es instrumental, no se ha vendido nada, pero es del que más orgulloso me siento. Según Paco de Lucía es lo mas flamenco que ha oído sin ser flamenco. Trabajé con él y Al DiMeola en un disco nunca terminado. Al DiMeola equivocó una nota y no quería que quedara, intentó editarla, se lo cargó y se fue del estudio. Me encantaría trabajar con Paco de Lucía al menos una vez.
—Por aquella época también lo intentaste con la música disco, ¿verdad?
—Mi compañía me pidió un disco de música disco e hice uno que a mí me suena de maravilla. Hablaron bien de él en la radio, fue buen recibido por los medios A la semana voy a la CBS y ni me saludan. Pregunté qué pasaba y me dijeron: es que ahora se llevan las baladas. Después de grabar un disco entero, elaborarlo, un disco que yo creo que es fantástico, me dicen de un día a otro que lo retiran. Pedí que lo reeditaran. Quizás hoy lo más comercial sería sacar cosas de coleccionista. Quería sacarlos yo, pero ni eso.
—Y no es lo único que permanece sin reeditar…
—Mira, el de Vlady Blas en la universidad no ha salido. Es un disco en directo con David Thomas, Pepe Nieto,… En los 70 hicimos La historia del jazz tocando los mismos, desde Nueva Orleans al free jazz, con los mismos, José Chenol…. Es una colección donde tocamos hasta el jazz más moderno, el más libre. No lo quiere sacar nadie. No se pierde nada. Es una colección de lujo, de cuatro discos, donde por supuesto hay cosas que se podrían quitar pero cuyo conjunto vale la pena. Es un país sin esperanza.
—Y te hartas y te vas a los Estado Unidos.
—En el 81 me fui a los USA. En España había un ambiente muy enrarecido, sobre todo en la transición. Hice discos comprometidos. Todo el mundo estaba contestatario, tenía que hacer “Nana para un niño sin padre”, cosas muy tristes, Se cerraba el grifo para cosas como “Libertad sin ira”. Me fui a los USA e hice Fandango con Herb Alpert. Vi el cielo. Hice varias películas, algunas con Masó. Hice algunos especiales: La hora de Juan Carlos Calderón, Retrato en vivo. Vi que en el mundo anglosajón y latino era muy famoso. Trabajé con Sergio Mendes, después me metí en el mundo latino con Emmanuel, Ricky Martín y Luis Miguel. Le he creado un estilo. Tenemos muchos discos juntos, somos un tándem perfecto.
Hice muchos arreglos en Estados Unidos. El disco de navidad de Luis Miguel fue la culminación de mi ambición con big bang en vivo haciendo swing, con 70 músicos y 16 voces góspel. Son presupuestos que yo ni soñaba. Luego me vine aquí, hago producciones pero las hago de otra forma, desde mi teléfono: escojo la música y la mando a Miami. Hice el disco de duetos de Cecilia después de muerta, el de duetos de Nino Bravo. Me especialicé en eso, en una ciencia muy bonita.
—También estuviste implicado en el tema “Cantaré, cantaré“.
—Hicimos un “We are the world latino”. Grabamos una réplica con 47 latinos. Una penuria, espantoso. “We are the world” se grabó en una noche, esto fue una juerga, llena de limusinas. Cantó hasta Cantinflas. Podía haber sido muy bonito pero no lo fue, el dinero no llego donde tenía que haber llegado.
—No hay que olvidar que te prodigaste en el terreno de las bandas sonoras.
—Estoy muy orgulloso de la que hice para Asesinato en Sarajevo producida por W. Unger, es preciosa. Con Masó me llevé muy bien, respetaba la música. Recuerdo especialmente la de La miel. Trabajé con Carlos Aured, director maldito de Los ojos azules de la muñeca rota, donde hice cosas de free jazz increíbles. Ahora a la gente no le importa la música, si no estos discos se habrían reeditado.
El problema es que el cine español es bastante malo. Tenía que ver el copión y me preguntaba qué coño de música pongo aquí. Música romántica para un beso, pero joder, si están actuando muy mal. Si no hay romanticismo en esa escena. Trabajè también con Jaime de Armiñán en Carola de día, Carola de noche, tuve que hacer música rusa, romántica. Es fácil cuando todo está bien hecho.
—¿Y qué podemos esperar de ti en el futuro?
—Voy a sacar un disco Al fin en casa, donde habrá temas comerciales antiguos y alguno jazzeado. Porque si Irving Berlin o Cole Porter nunca hicieron jazz y todo el mundo tocó sus temas en jazz, porque no voy a hacer yo lo mismo. No he tirado nunca la toalla, cada disco que hago es un reto. He grabado 18 maquetas que serán para el siguiente de Luis Miguel, cuatro meses acostándome a las cuatro. Creo que estoy completamente al día, cada vez mis intérpretes son más jóvenes, estreno ahora un niño Abraham Mateo, a un grupo mejicano, La posta. Nunca me he dejado, me entra depresión cuando no hago nada.