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GG Quintanilla: pop sin ornamentos (ni delitos)

por François Zappa

GG Quintanilla, cantante y músico que con Ornamento y Delito ha cosechado muy buenas críticas y éxito entre el público, ha publicado también una docena de discos en solitario. Hoy nos habla de sus últimos discos, sus gustos e incluso del libro que da nombre a su banda en una larga pero interesante entrevista.

Sus discos se pueden escuchar aquí: https://ggquintanilla1.bandcamp.com/

Sus dos últimos discos se pueden comprar aquí: http://www.novak.es/

—Cuando veo tu nombre, siempre me viene a la mente GG Allin, es algo automático. ¿Has tenido alguna vez algún interés en este personaje?

—La verdad es que no, son solo las siglas de mi nombre y mi primer apellido (Garikoitz Gamarra) junto a mi segundo apellido (Quintanilla). En su momento me sonaba gracioso, sobre todo viviendo en Euskadi.

—Has publicado este año La Reconstrucción, cinco años después de Iberona.  Tras una primera escucha lo encuentro menos inmediato y bastante más oscuro. ¿Cómo ves tú, este tu nuevo disco?

—Iberona era más luminoso, es cierto, pero hay algunas canciones pop en este que muestran cierta continuidad. Es cierto que Iberona fue un disco más fácil, más inmediato a la hora de componerlo y grabarlo, que hice en un estado de ánimo más primaveral. Con La Reconstrucción tuve muchas dudas, dudas incluso de sacarlo. Lo he compuesto en una época en la que apenas encontraba tiempo ni fuerzas para hacer música y he acabado de mezclarlo en un momento mucho más otoñal de mi vida, imagino que eso al final se nota.

—Este nuevo disco está publicado por Nøvak, ¿cómo te pusiste en contacto con ellos?

—Me contactaron ellos hace un tiempo para pedirme un tema, “Vehículos accidentados” para un recopilatorio de los suyos del rollo tecnopop. Y a principios de este año me volvieron a contactar diciendo que querían sacarme un recopilatorio de mis últimos trabajos. La verdad es que fue toda una sorpresa y un orgullo.

—Ese recopilatorio se llama El Evangelio Según Quintanilla, ¿cómo ha sido la selección de temas? ¿Crees que es la mejor puerta a tu obra, o recomiendas algún otro de tus discos?

—La recopilación la hizo Luciano por su cuenta, bastante es que quisieran sacarlo por amor al arte. Es un recopilatorio largo, no sé si es la entrada más fácil, se nota que está hecha por alguien que tiene mucho cariño a mis canciones así que es posible que exija al que lo escucha una actitud semejante. Por otro lado, eligió canciones de los últimos cuatro discos (antes de La Reconstrucción) y las más tecno, que es la onda que lleva su sello. Tal vez La patronal por todas partes, que ha cumplido 10 años, siga siendo para mí mi mejor carta de presentación.

—Quince años han pasado desde tu primer disco, Vidas ejemplares, ¿crees que tu música ha cambiado desde entonces? ¿O has cambiado tú?

—Creo que he cambiado más yo que mi música. La verdad que nunca lo había pensado, pero es posible que cosas como el arte permitan mantener o recuperar un norte perdido o, al menos, recordar el punto de partida y sentido de esto (y no es fácil estar a la altura de esto, a veces es un recordatorio cruel).

—¿Crees que los músicos deben estar comprometidos políticamente?

—No.

—Tu primera banda se llamaba El Eterno Femenino, supongo que por referencia a La Mode, ¿cómo fueron esos inicios?

—Sí, fue por La Mode, aunque las influencias que teníamos eran más amplias, el primer disco de La Mode me parecía y me sigue pareciendo una cumbre. Fueron inicios bonitos, los recuerdo con mucha nostalgia, por la inocencia, la frescura, la pureza y la lucidez que teníamos entonces. Nos faltaba todo en lo material, éramos chavales de la Margen Izquierda del Nervión (Portugalete y Trapagaran), la cuna de Eskorbuto, haciendo una música muy marciana para todo el mundo; incluso para los del indie del Getxo Sound éramos raros, con nuestras referencias entre Joy Division y Los Bichos y cantando en castellano. Era casi un milagro organizar un concierto y venían cuatro amigos pero teníamos una credibilidad que lo superaba todo. Fueron 10 años junto a Txerra Rodríguez, sobre todo entre 1994 y 1997, realmente mágicos.

—¿Mantienes todavía tu pasión por los comics? ¿Hay algo que te haya interesado últimamente?

—No, la perdí justo cuando empecé con la música, en 1º de Bup. No tengo ni la menor idea del mundo del cómic actual, todo lo que sé se reduce al mundo de Marvel y DC de los ochenta.

—¿Cómo ha influido tu estudios de filosofía en tu música?

—Mucho en las letras. Se pueden entender de un modo menos abstracto pero muchas también tienen una segunda lectura de tipo conceptual y, en algunos casos, hay incluso referencias cultas (Lutero y la aventura, Max Weber) que no pretenden quedarse en la mera cita, sino que tienen detrás una tesis (espero que original). En La reconstrucción, cuando hablo del deseo estoy pensando en términos spinoziano-nietzscheanos (o lacanianos imagino, aunque ahí hablo de oídas), igual que en Sesión continua (aunque ahí la tesis es más derrotista, casi schopenhaueriana). Pero más allá de nombres y referencias, creo que las alegorías y las imágenes, muchas veces hechas a través de contrastes, invitan a pensar, y eso es al fin y al cabo filosofía.

—Vivimos unos tiempos raros con el Brexit y la victoria de Trump, ¿tienes una visión pesimista u optimista del futuro?

—Imagino que como todos, según el día. Pero no me da tanto miedo Trump como la gente, la más cercana, la que está supuestamente en “mi bando”. Me da miedo que finalmente  se rindan, se traicionen a sí mismos y a la vida, se dejen llevar por lo fácil, por la cobardía, miren para otro y condenen de nuevo a Sócrates.

—¿Cómo ves tu relación con el mundo de la electrónica? ¿Te ves tocando con Ornamento y Delito en el Sonar?

—No. Ornamento somos muy poco electrónicos. Hemos tenido algún escarceo pero muy amateur, de hecho lo que estamos mezclando ahora es muy orgánico. Me interesó la electrónica en tiempos de El eterno femenino, de hecho nos cambiamos de nombre a Sintéticos cuando, flipados con Kraftwerk y Cabaret Voltaire, empezamos a hacer un rollo en plan Industrial Records. En 2000, cuando Sintéticos nos separamos, me había comprado un ordenador y descubrí algunos secuenciadores virtuales como el Reason, el Reactor y el Fruity Loops y me gustó especialmente este último, con un nombre ridículo y aparentemente poco profesional, pero que me daba muchas más opciones con los arreglos pop, y con él sigo. Como ves tampoco soy ni un pionero ni un gran conocedor, simplemente he tirado de lo que me funcionaba y con el tiempo y a base de insistir algo consigo que suene.

—¿Vamos a tener novedades de Ornamento y Delito pronto o estás más centrado en tu carrera en solitario?

—Sí, creo que pronto habrá novedades. Estamos trabajando desde hace tiempo en un nuevo disco, aunque todo va mucho más lento de lo que me gustaría. Supongo que son cosas de la edad, cargas familiares y demás, por eso trato de hacer cosas por mi cuenta cuando veo que la maquinaria de Ornamento se vuelve muy pesada. Ahora he montado una pequeña banda para tocar en directo con GGQuintanilla, El telón de acero, con lo que tengo intención de empezar a tocar más.

—Cuando compones, ¿tienes alguna línea que marque lo que va a aparecer bajo tu nombre y lo que puede ir a OyD?

—En realidad no. A veces ha ocurrido, como pasó con Iberona, que unas canciones que iban a ser para Ornamento al final decido arreglarlas y sacarlas por mi cuenta porque no veo que funcionen en el local o porque no hay oportunidad de trabajarlas lo suficiente. En otras ocasiones, son los propios Ornamento los que me dicen que tal canción no les mola o no encaja y a veces me olvido de ella pero otras las rescato. Eso ha ocurrido principalmente con la mayoría de las de La reconstrucción, estaban compuestas a la vez de otras que saldrán con el próximo de Ornamento pero no encajaron.

—Nombras a Luigi Tenco como influencia, en el blog tenemos cierto interés por la música italiana, ¿qué te atrae de él? ¿qué otros artistas italianos te interesan?

—Jaja, no me acordaba de esto. La verdad es que mi auténtico y único verdadero referente italiano es Battiato. A Tenco sí que lo escuchaba una temporada, pero no es una auténtica influencia. Battiato es para mí Dios, más o menos, no tengo pega ni queja con él. Todo es bello, todo es bueno, todo es verdad en él.

—Cuando escuchas a Tenco o a Battiato, a Gainsbourg o Brel, suenan muy italianos y muy franceses, ahora artistas famosos como Phoenix podrían ser de cualquier parte. ¿Crees que se tiende a cierta homogenización en la música popular?

—Es un proceso que está en marcha desde que el hombre es hombre y produce cultura, no creo que necesariamente debamos alarmarnos, aunque sí que resulta curioso. Justo ayer echaban en la dos un documental de hace unos años sobre el diseñador y decorador Mariano Fortuny y Madrazo, el hijo del pintor, que es famoso por una lámpara que se sigue produciendo aun. Fortuny creció entre los productos exóticos que había coleccionado su padre en el gusto decimonónico europeo por “lo oriental” y desarrolló un estilo tardomodernistas e hiperrecargado, al modo oriental pero desde el punto de vista occidental. En su lámpara, por ejemplo, se mezclan motivos árabes, italianos renacentistas e indios, sin ton ni son, descontextualizados de su contexto simbólico, pero que todo tenía un aire de misterio y exotismo que les resultaba más oriental que oriente a los europeos de finales del XIX y principios del XX (un Oriente bello, vaciado de realidad, sin las revueltas locales contra los colonizadores, sin la opresión de los europeos). Tras la segunda guerra mundial, sin embargo, el funcionalismo y el estilo internacional, que abogaban por la austeridad (el famoso Ornamento y delito de Loos) se hicieron hegemónicos y el estilo recargado y orientalizado de Fortuny pasó de moda. La cuestión es que hace unos años unos empresarios estadounidenses de procedencia oriental compraron la patente de la lámpara y hoy la producen a mansalva y se vende como churros en Dubai y los países árabes. Es como si Nike empezase a imitar los zapatos de imitación chinos.

Pero vamos, que más allá del carácter puramente mercantil del caso Fortuny, esto mismo lo llevamos haciendo en la música pop desde que existe. Creo que siempre ha habido intercambios culturales y mestizajes, que la idea de la música tradicional nacional fue un invento del XIX, junto a las banderas, los himnos y los mapas. En muchos lugares de Euskadi se celebra Santa Águeda con una canción que parece brotada de la misma tierra y los corazones de los vascos, con esa melancolía de los interminables días de lluvia, con esa niebla y ese verdor de sus montes. Bien, la melodía al parecer la oyeron unos marinos vascos en el XIX no se sabe en qué puerto a unos marinos italianos, la empezaron a cantar y adaptaron la letra. En algunos pueblos de Italia cantan exactamente la misma tonadilla vasca. Y curiosamente, el otro día, viendo un concierto de Cohen en Israel en los 70, el público cantaba en hebreo una canción que me cantaban en Euskera en el parvulario.

Creo que hay que distinguir entre los efectos de las tendencias monopolistas del mercado y la movilidad e intercambio culturales, que han existido siempre (lo que han cambiado son los tiempos y velocidades, que hace que ahora sea todo más descarado). Hoy es muy complicado hacerse sueños autoidentitarios o para hacerlo tienes que hacer como Corea del Norte (o como el Brexit, o como Trump, o como creo que quiere Vestringe), cerrar las fronteras y apagar las telecomunicaciones y construir una tecnología y una economía nacional-tribal.

Por otro lado, sí que es cierto que el monopolio de los espacios de comunicación y producción (las tres multinacionales que copan el mercado del disco y del espectáculo, Warner, Universal y Sony) de música de masas, hace que cada vez el público en general (no los melómanos, sino la persona que va al centro comercial, al estadio de fútbol, al polideportivo) conozca menos música y peor, más pobre. Hace poco estuve haciendo tiempo en una cafetería anodina de Pontevedra donde tenían puesta la cadena de videoclips de los 40 principales (no sé si MTV o cómo va eso) y me quedé a cuadros… hasta dónde se puede llegar en cuanto a ponzoña sonora. A veces tengo sueños húmedos tipo ISIS de iconoclastia drástica.

—Has nombrado a Leonard Cohen del que siempre has dicho que eras fan, ¿te ha afectado su muerte? Llevamos un año horrible ¿eh?

—Mira, me voy a citar del Facebook. Es del 11 de noviembre “Anoche, antes de acostarme, leí La apología de Sócrates, y me dormía con su mensaje de esperanza sobre la muerte como un bien para quién ha vivido la vida haciendo la justicia. Después soñaba que mi tía, que murió joven y de cáncer, fallecía mayor y en paz. Al despertarme recibía un mensaje de un amigo diciéndome que Leonard Cohen nos ha dejado, algo para lo que dijo estar preparado ya. Supongo que la buena muerte es una combinación de dos cosas, primero, de irte con la conciencia de haber sido más justo que injusto con el mundo, y, segundo, con la suerte de que el mundo haya sido más justo que injusto contigo.
Adiós Leonard, mi más admirado cantante”.

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