Reportaje aparecido en Enlace Funk:
Echarle un vistazo a la discografía de Piero Umiliani es como entrar en el Palacio de Verano de Pekín: te abruma no ver los límites. Umiliani es el artista inabarcable por antonomasia: pianista, arreglista y director de orquesta. Dominó numerosos estilos: fue introductor del jazz en Italia, pionero de la electrónica, creador de bandas sonoras llenas del más sudoroso funk y máximo exponente de la Library Music. Escondido detrás de numeroso alias y sepultado bajo una discografía descomunal, Piero a día de hoy es todavía un artista no muy conocido y todo un filón para cualquier buscador de samplers.
Piero Umiliani nace en Florencia en 1926. Su pasión por la música aparece a muy temprana edad: con cinco años descubre el piano de su abuelo y una tía, profesora de música, le dará sus primeras lecciones. Con 16 años empezará a estudiar periodismo y a escribir sobre música. Piero crece en la Italia fascista, donde todo lo relacionado con la “gente de color” estaba prohibido, entre ello la música jazz. De forma peyorativa todo lo relacionado con la cultura negra era llamado “negroide” y algunos djs tenían que pretender que los discos que ponían eran italianos para poder hacerlos sonar en la radio sin problemas. Piero, mientras trabaja como periodista escucha la radio suiza donde suena a menudo Duke Ellington que será una de sus grandes influencias.
Jazz en Italia.
Con la llegada de los aliados en 1944 llegan también sus discos, y como Pedro Ruy-Blas, el contacto con las tropas americanas, será muy importante para Piero, porque esta será la única forma de escuchar jazz, por entonces casi prohibido en Italia. La guerra ha parado los periódicos y Piero se mete a pianista en un club para americanos para ganar algún dinero, a la vez que, impulsado por su padres, ingresa en el conservatorio, donde terminará sus estudios en 1952 graduado en contrapunto y fuga. La experiencia de pianista de jazz le ayudará a grabar en 1951, en Milán su primeros temas en dos 78 que también serán los primeros discos de bebop jamás realizado en Italia. El primero de ellos incluirá “Formula” e “Intrabop”, que serán piedras fundacionales en el desarrollo del jazz italiano. En 1954 viaja a Suecia con unos amigos para tocar en un club de jazz donde alternarán entre clásicos italianos y standards. Tras esta etapa, se transferirá a Roma (donde estaban los famosos estudios de cine Cinecittá). Un año después, en 1955 tendrá su primer éxito con Dixieland in Naples, un disco de canciones napolitanas en versión Dixie (volvería a retomar la misma idea para un disco electrónico). También grabará Da Roma a New York (disco que marcará su carrera) y tendrá la satisfacción de ver como Oscar Peterson incluye su tema “Chanel” (grabado originalmente por la Orchestra Tony De Vita y por la de Franco Chiari y que aparecerá después en uno de sus primeros discos para Omicron, Musica Per Due) en su disco Soft Hands. El jazz siempre aparecerá en su carrera y así continuará grabando discos como Tempo Jazz, o New Sounds from Italy con el Basso-Valdambrini Octet (en el que aparecerá uno de sus temas más celebrados: “Blues for Gassman”) y que recibirá muy buenas críticas en Down Beat. Durante los sesenta grabará dos obras capitales: Piccola suite americana, considerado el mejor disco de jazz del año en Italia y los dos volúmenes de Jazz Dall’Italia, donde sorprendentemente aparece un tema llamado “Jazz Flamenco”; el mismo año que el disco del maestro Iturralde.
En 1974 volverá al jazz para grabar el volumen 35 de la serie Jazz a confronto: una gran oda a Duke Ellington al que volverá a homenajear en Golden Memories editado el mismo año.
Las bandas sonoras: cine de autor y jazz.
Uno de los momentos decisivos en su carrera será la publicación de Da Roma a New York, grabado en 1957, compuesto de diez composiciones originales de jazz con ecos de swing y que alcanzó un gran éxito en Italia. Como él escribiría en las notas interiores: “contemporáneo pero clásico, sin pretensiones experimentales pero buscando un buen sonido y ritmos efectivos”. El disco fue escuchado por el director de cine Mario Monicelli que le pedirá que componga la banda sonora para “I soliti ignoti” (“Rufufú” en español, comedia candidata al Óscar a la mejor película de habla no inglesa). Es la primera película italiana con una banda sonora completamente jazz, y será de todos sus discos el favorito, al que siempre estará profundamente unido. El increíble desarrollo del cine italiano en esos años es crucial para entender a Umiliani, a la vez que su producción musical reflejará la evolución del cine italiano de la época. Amante de la música de Nino Rota y Piero Piccioni, que ya había metido algún tema jazzy en sus bandas sonoras, su increíble celeridad será perfecta para una industria en ebullición. Su método será siempre el mismo: leer primero el guion de la película, consultar con el director y según la trama y la localización componer con el piano en el estudio.
El éxito de “Rufufú” hará que, en seguida, se haga una segunda parte en la que tocará Chet Baker al que Piero había conocido durante la grabación de la banda sonora de “Ritmo romano”, película interpretada por Baker y por las estrellas italianas Mina y Adriano Celentano. Baker pasó varios años de su vida en Italia, incluso uno de ellos en la cárcel de Lucca. Tendrán una relación de gran estima recíproca y volverán a colaborar en el film de Franco Rossi, “Smog” con un tema cantado por Helen Merrill en la que es consideraba otra de sus obras maestras de su periodo jazz.
El éxito de las dos “Rufufú” hará que la flor y nata de los directores italianos de comedia cuenten con él para sus películas: querrán acompañar sus sofisticadas comedias de elegante jazz y así trabajará con Luigi Zampa (“El alcalde, el guardia y la jirafita”), Luigi Comencini (“A cavallo della tigre”), o Dino Risi (“A puerta cerrada”). Aparte trabajará en la primera película de Pasolini, “Accatone”, con el que colaborará a menudo, escribiendo este las letras de algunos espectáculos musicados por Umiliani.
Decadencia del cine italiano: exploitation, lounge y funk.
En 1963 grabaría su tema “A bocca chiusa” para el film “La bella di Lodi”, con el que comenzará a coquetear con el lounge, estilo que a partir de entonces llenará muchas de sus bandas sonoras. A partir del 64 aparece otra de sus características: ser extremadamente prolífico; solo en este año grabará las bandas sonoras de 11 films. Eso le llevará a en 1964 a crear Omicron, editorial y sello discográfico, donde poder editar todos las obras que nacían en su cerebro siempre activo: el primer disco será Comica finale, obra de ragtime para sonorizar cortos de Chaplin para el cine italiano del que editará solo cien copias (muchísimos discos de la increíble producción de Piero tendrán unas tiradas bastante pequeñas). El nombre de la editorial es un pequeño homenaje al sello que cuando tenía 18 años su madre había creado y que comenzaba también con la letra o: editorial Omega.
En esos años, el cine italiano deja de ser de autor y empiezan a proliferar las pelis de género y parodias, Piero compone multitud de bandas sonoras en las cuales va cambiando de registro según el estilo de la película. Compone para varias películas con Lucio Fulci, como la parodia de James Bond “002 agente secretísimo” o la curiosa “La Vendetta di Lady Morgan”, que firmará con seudónimo por pudor. No será la última vez que no use su nombre real.
De esos años sobresale su colaboración con el argentino Gato Barbieri (que también había conocido el éxito con una banda sonora, la del “Último tango en Paris”), para “Una bella Grinta” un giallo (genero italiano thriller con asesinatos truculentos). La fiebre del espagueti western tendrá en Piero su banda sonora en películas con nombres tan hilarantes como “Django desafía a Sartana” (dos de los héroes de innumerables westerns) o “La venganza esperó 10 años”. Su nombre es muy apreciado y hará la música incluso de films españoles como “Los dinamiteros”, “El Hombre del puño de oro” y “No desearás al vecino del quinto”. Le sigue una moda del cine policíaco que le llevará a grabar muchos discos de lo que se ha acabado llamando Crime jazz (temas siguiendo los pasos del “Peter Gunn” de Mancini) en películas en la que la banda sonora tendrá un papel importantísimo: “Agente 3S3 Agente especial” o “Técnica de un espía”.
Una de sus colaboraciones más importantes e interesantes será con el director Luigi Scattini, al que le unirá una fuerte amistad. Con él conocerá el éxito al grabar el famoso tema “Mah-Na Mah-Na” para el truculento pseudo documental del género Mondo: “Sweden: Heaven and Hell” y del que los teleñecos harán una famosa versión. Para su proyecto, “Angeli Bianchi…Angeli Neri” de 1969, (otro documental del mismo género sobre las costumbres extrañas de Brasil), Piero viajará con el equipo de rodaje y grabará una banda sonora repleta de música lounge con unos toques de samba y bossa. Aprovechando el filón trabajaran juntos en otro documental similar en 1971 con una variada banda sonora: “Questo Sporco Mondo Meraviglioso”, asentado ya Piero en el lounge y con la colaboración de la cantante Edda Dell’Orso. El éxito de estos films y bandas sonoras hará que a partir de ese momento comience a musicar más pseudo documentales eróticos (“Le Isole dell’Amore” sobre una isla de la Polinesia o “Mondo Erotico”) a la vez que el propio Scattini se va acercando cada vez más la cine erótico (“La Ragazza dalla Pelle di luna”, “La Rapaza fuoristrada”, “El Cuerpo”) en una trilogía para la cual Piero creó tres bandas sonoras repletas de Hammonds, wah-wahs, funk y jazz donde aparecen sus temas más sampleados. Otras dos bandas sonoras interesantes con Scattini, son para “La Notte dell’alta marea” donde colabora con Timmy Thomas, y “Blue dude””, donde vuelve al jazz.
A mediados de los años setenta el cine italiano vive también su propio destape y será, como no, Piero a poner la música en comedias picantes como “Pecado Venial” o “La Doctora del Regimiento”.
En el 83 dejará de hacer bandas sonoras para continuar con otros proyectos.
Jazz en televisión
El éxito de “Rufufú” lanza al estrellato a Vittorio Gassman y la RAI, la televisión italiana, le ofrecerá en 1959, un programa donde dar rienda suelta a su talento. En “Il Mattadore”, Vittorio recitará, cantará, bailará y para eso tendrá como acompañante a Piero, que ya sea con jazz, swing o improvisando servirá de base musical al actor.
En 1961 las casas italianas descubren en sus televisores un programa dedicado al jazz y la música ligera, llamado Moderato Swing donde Piero Umiliani acompañado de su orquesta llenaran 45 minutos de buena música. Uno de los espacios será compartido con Helen Merrill que cantará standards del jazz vocal y será origen del disco, llamado como esta sección del programa, Parola e musica. La retransmisión será cancelada después de solo 10 programas por ser ¨demasiado jazz¨.
Dos años después, con las mentes un poco más abiertas, volverá a la televisión con Fuori L’Orchestra otro interesante proyecto en el que Piero quiere rendir homenaje a las grandes orquestas de jazz, empezando por Glenn Miller y acabando, como no, por Duke Ellington. Aprovecha también para pasar por el plató a las mejores bandas de jazz italiano del momento.
El Sound Work Shop y la música electrónica.
En 1968 Piero y su esposa comprarán algunos locales en un barrio de Roma que se convertirán en el Sound Work Shop. El estudio, todavía en funcionamiento, contará con un Hammond c-3, y un Fender Rhodes (con el que grabara Piano Fender Blues) a los que sumará los primeros sintetizadores, como el Moog (como señalara en la portada del L’Uomo Nello Spazio) y el Mellotron. El poseer un estudio unido al descubrir las cientos de nuevas posibilidades y la facilidad que le proporcionaba el grabar discos básicamente solo de sintetizadores, disparara el número de referencias de estos años. Grabará discos de sonidos espaciales como Synthi time (en 1971, electrónica comparado con lo que Moebius y Roedelius harían después), Switched on Naples (en 1972, canciones populares napolitanas hechos solo con sintetizadores que se alejan de la ciencia ficción para tener un sabor italiano), Il Mondo dei Romani (para un documental sobre la Roma clásica, cómo sonaría su música si hubieran tenido sintetizadores), Tra scienza e fantascienza (publicado bajo el seudónimo de Moggi en 1976 y uno de sus discos más avanzados, como también el espacial Omaggio ad Einstein, 23 temas espaciales y de menos de dos minutos). A la vez usando siempre el moog sacará discos con sonoridad más tradicionales como L’Uomo e la Citta. Aprovechando el estudio creará nuevos sellos: Liuto, SoundWorkShop, VideoVoice, Ciak, Telesound, y todas sus bandas sonoras serán montadas aquí, aprovechando la sala de proyección. Para no saturar el mercado con discos con su nombre y tener más libertad creativa, utilizará una serie de seudónimos con los que grabará gran parte de su obra: Rovi y Moggi entre los más populares pero también Zalla, Catano, Tusco, Herbana.
Eclectico y prolifico.
Las interminables bandas sonoras y sus experimentos con los sintetizadores no le impedirán acercarse a otros géneros Fischiando in beat, del 69 (silbando en beat) un poco de jazz y mucho viento.
Produjo dos discos de prog, jazz y funk con el grupo fantasma The Braen’s Machine, del que muchos piensan erróneamente que fue miembro: Underground en 1971 y Temi Ritmici e Dinamici.
Percussions de 1972 es el paraíso para los buscadores de breaks, un extraño disco dominado por la percusión, muy jazzy y muy funky. A veces aparece editado con otro disco del mismo año llamado Effetti Speciali, ambos para un sello francés.
Dos discos para reseñar: su acercamiento a la música tradicional africana (Piero había visitado Egipto) que había comenzado con Africa (con el seudónimo de Zala) en 1971 y Continente Nero, en 1975. Su interés por las músicas de países exóticos se ve también en Gente e Paesi del Mondo del 75. Retomó el tema de uno de sus documentales en Polinesia, obra de exótica y en otro disco del mismo año, Paesi Balcanici.
Discomusic fue su acercamiento en 1978 a la música disco tan de moda en Italia, le gustaba igual la italiana que la americana y era un gran fan de Fiebre del Sábado Noche.
No hay que olvidar a sus numerosos e importantes colaboradores: los más estrechos serán Oscar Valdambrini (que trabajó también con Chet Baker, Ennio Morricone y Duke Ellington); Antonello Vannucchi (parte de Il cuarteto di Lucca) y Franco D’Andrea (trabajó con Lee Konitz, Pepper Adams o Jean-Luc Ponty).
Sus últimos días.
Deja las bandas sonoras para dedicarse al jazz en vivo, quiere formar una big band y tocar por Italia; tristemente no podrá llevar esto a cabo al sufrir un ictus cerebral en 1984.
En 1990 volverá a girar, con su hija Alessandra de vocalista y Paolo Fresu, con la que grabará un años después Umiliani Jazz Family, retomando la música con la que empezó. En los siguientes años su figura volverá a tener un gran resurgir en parte gracias al resurgir de la música lounge; el interés de Tarantino en las banda sonoras italianas y de su obra por distintos artistas relacionados la electrónica.
Fallece en el 2001, dejando al cine italiano mudo.