La Fiesta Triste es el nombre de proyecto del músico, productor, diseñador y fotógrafo Javier Andreu al que muchos conocimos como mitad de Pronoise, el dúo de EBM que publicó su primer disco en el 1997. Javier, además de participar en varias bandas, publicó como La Fiesta Triste su primer larga duración en el 2000, titulado Ciudades Invisibles. Este primer trabajo fue seguido después por Minimalista, el EP Desaparecer y un lógico tributo a “La Fête Triste”, mítico tema de los Trisomie 21 del que Javier Andreu tomó el nombre. La belleza del óxido fue publicado hace poco más de un año por el sello valenciano Gradual Hate en CD y vinilo y todavía quedan algunas copias disponibles en Bandcamp.
Antes de pasar a dar mi opinión de disco, nada mejor que dejar el texto escrito por el autor en el que resume perfectamente lo que ha buscado al componerlo: “La belleza del óxido” sugiere una reflexión sobre el paso del tiempo, una metáfora de nuestra efímera existencia. Una visión poética de la corrosión de la piel, del alma, sobre la edad y la muerte, mostrando la belleza que hay en este proceso decadente, tal y como sucede con la oxidación de los metales en su exposición al tiempo y a los elementos.
El hilo conductor sónico y estético del disco es la referencia al óxido: ruidos, chirridos y metales, que acompañan a las melodías creando un paisajes coloristas que se mezclan con elementos de varios estilos musicales.
El disco se divide en dos caras bastante diferenciadas, la primera más soñadora y melancólica y la segunda más bailable. La mezcla entre electrónica y elementos rock junto a cierto aire melancólico en las melodías podrían ser las dos mayores características de este “La belleza del óxido”.
Empezamos con “Viernes” un tema coldwave con un marcado sonido de bajo y unas bonitas melodías de teclado bastante misteriosas. Una muy buena entrada para este “La belleza del óxido”. El siguiente tema, “Ruinas” es mucho más potente con sintetizadores asesinos y buenas guitarras, mostrando la habilidad de Javier en mezclar rock con electrónica. No baja el nivel con “Ave Regina”, con esa melodía tan embriagadora que empieza rollo The Cure para hacerse más bailable, consiguiendo un increíble sentimiento de euforia. Los fantasmales coros del comienzo revolotean por el tema como recuerdos que no siegan a ser olvidados. “To get her” nos hace recordar viejos tiempos, tanto por el sonido de esas gaviotas que nos trasladan a veranos de nuestra juventud como por la melancólica melodía.
Ya el comienzo de “To Helen” nos avisa de que nos metemos en territorios más electrónicos. La letra está extraída de un poema de Edgar Allan Poe, y os podrá los pelos de punta. Es uno de los temas más potentes del disco, aunque no deja de tener su toque melancólico. “A veces los sueños” no nos da tregua con poderosa electrónica y el gran trabajo de la guitarra. “Crepuscular” es el tema más eminentemente fiestero, con un sonido que nos recuerda que el disco está hecho en Valencia. El disco termina con “Todos contra todos”, más EBM, con sonido chirriante y voces amenazantes. Si el disco empieza muy bien, termina incluso mejor.