Los inclasificables Stereoskop se pasaron los primeros años del milenio sorprendiéndonos con interesantes discos en los que nos daban su peculiar visión del trip-hop, del rock gótico o de la mezcla entre guitarras y electrónica. Veinticuatro años después de su primer EP, siguen en la brecha, como demuestran con su última disco, titulado Silk y publicado este mismo año. Hemos conseguido que Álex Brujas deje el estudio por un momento para que, junto a su inseparable Susana Egea, nos respondan a unas preguntas. Estarán presentando sus nuevos temas en el festival Santuario, que tendrá lugar el 23 de noviembre en Madrid.
—Remontémonos a vuestros comienzos: Álex, tú en los ochenta tenías un grupo llamado The Mask. ¿Qué nos puedes contar de tu primera aventura musical? La volviste a retomar ya siendo parte de Stereoskop y publicaste todo un LP, titulado Pride ¿verdad?
—Álex: Mask fue mi primera experiencia musical, allá por 1987, cuando era adolescente. Comenzamos como todo el mundo, tocando versiones de nuestras bandas favoritas: Bauhaus, The Cure, Fields of the Nephilim, Chameleons etc, hasta encontrar nuestro propio sonido. Esos años fueron de mucho aprendizaje, no solo en lo que respecta a tocar, sino también en producción básica, ya que pronto comenzamos a grabar nuestras maquetas.
Pride fue una especie de homenaje y cierre a una etapa que se terminó abruptamente con la llegada del indie. Cuando tuve la oportunidad de editar bajo nuestro propio sello, decidí lanzar este disco inspirado en aquellos años.
—¿Cómo empiezas a interesarte por la electrónica? ¿Hay alguna banda o artista que marque un punto de inflexión en tus gustos o intereses?
—Álex: Más que un solo artista, fue el descubrimiento de una banda lo que me abrió las puertas a muchas otras. A principios de los 90, no escuchaba nada de lo que estaba de moda y seguía fiel a mis influencias anteriores. Sin embargo, en 1995, al toparme con Portishead, descubrí que había cosas interesantes sucediendo. A partir de ahí, empecé a escuchar a Underworld, Chemical Brothers, Sneaker Pimps, Hooverphonic, Massive Attack, entre otros. Eso renovó mi interés por la música y me motivó a volver a componer. Las primeras cosas que hice en electrónica fueron con un software muy rudimentario para MS-DOS llamado Tracker, una especie de sampler básico, pero que fue el inicio.
—Por tu parte, Susana, muchos te conocimos cuando éramos unos chavales en el programa 3X4, aunque ya eras una vedette de renombre. En esos años tu mayor interés era la coreografía según comentaste en alguna entrevista y de eso trabajaste en algunas películas ¿Cuál fue tu mayor logro de esta época?
—Susana: Gracias por lo de vedette de renombre… En realidad, ese fue mi comienzo en el Music Hall. Tuve la suerte de debutar en Barcelona como SuperVedette de El Molino y muy pronto me contrataron para el programa 3×4 presentado por Julia Otero. El programa tuvo mucho éxito y me convirtió en una artista taquillera, y así llego todo lo demás. Creo que el logro fue estar a la altura que se esperaba de mí… mucho Glamour, mucha prensa… fueron 4 años de éxitos para mis empresarios y yo tuve claro que había sido una época dorada. Yo le puse fin cambiando diametralmente de estilo, montamos un grupo y gracias a todo lo que había hecho nos fue fácil sacar un disco.
—En los noventa formaste la banda de house Susana Mix Corporation y publicaste un single llamado “Just To Be With You”. ¿Qué nos cuentas de este proyecto?
—Susana: Como te decía ese fue el momento del cambio. Yo vivía en El Masnou y conocí a un DJ ingles Randy Shadowman y a su esposa alemana que hacia los coros. Eran vecinos míos. Además, contábamos con dos DJs de Barcelona, Peter MC que era muy conocido y su hermano. Nos fue muy bien, entramos en 40 Principales, hicimos gira, festivales y teloneamos a artistas famosos. Lo pasamos en grande.
—Álex, en esa época tienes un proyecto paralelo con Javier Rincón, al que conocemos por su proyecto posterior Vadim Tudor, llamado Ambilívebol. ¿Cómo surge este dúo, cómo conoces a Javier? ¿Cómo ves ese disco que grabasteis juntos?
—Álex: Javi y yo nos conocimos en la época de Mask, gracias a un amigo en común. En aquellos años él nos ayudó bastante, mostrando nuestras maquetas y consiguiéndonos algunas actuaciones en Madrid. Cuando me mudé a Madrid, decidimos experimentar con música electrónica y de ahí nació Ambilívebol. No lo consideraba un proyecto paralelo, sino más bien el primer proyecto serio desde Mask. Recuerdo lo que nos reímos componiendo los temas incorporando samples de procedencia muy variopinta como Luis Aguilé, Raphael, Dead Can Dance e incluso algunos discos sorpresa Fundador que tenía Javi y lo divertidos que eran los conciertos. Añadimos un juego como pista CD Rom con los samples usados en el disco. Es un disco que sigue siendo interesante.
—Álex, ya te habías venido a Madrid y empiezas la gestación de Stereoskop. ¿qué clase de banda quieres crear en un principio? Al principio hiciste unas maquetas instrumentales, ¿no?
—Álex: Sí, ya llevaba algunos años en Madrid y habíamos lanzado el primer disco de Ambilívebol. Me apetecía hacer algo menos experimental, con estructura pop y orientado al trip-hop, que era lo que estaba escuchando entonces. Empecé a componer y cuando tenía varias canciones listas, llegó el momento de buscar una voz.
—Juan José Berruti y Tanis Abellán, ambos relacionados con el sello Jabalina donde grababa Ambilívebol hicieron que os conocierais, ¿qué veis en ese momento en el otro para colaborar juntos?
—Álex: Todo fue gracias a ellos. Llevaba tiempo buscando una cantante y pensaron que Susana y yo podríamos encajar. Nos reunimos un día para hablar del proyecto y resultó que éramos casi vecinos, así que esa misma tarde Susana se fue con una maqueta instrumental para trabajar en ella. Al día siguiente ya tenía lista la canción “No One”, que terminó en el primer EP de Stereoskop. Además, Susana colaboró en el concierto que dimos en Radio 3 como Ambilívebol.
—Susana: Eso también fue un golpe se suerte, ellos conocían a Álex y me dijeron que este tipo tan interesante buscaba una cantante. Resultó que también en este caso… éramos vecinos. Fui a verle a su casa, escuchamos lo que estaba haciendo y me encantó todo. Me dio un cd con una música y me citó para el día siguiente. Nada más llegar me puso un micrófono y me dijo que cantase. Yo no había preparado nada pero esa misma tarde escribí una letra y en unas horas teníamos nuestra primera canción “No One”- Estábamos fascinados y ese sistema marcó la manera que tenemos de trabajar juntos y que sigue a día de hoy.
—Vuestro primer EP suena un poco más trip-hop, supongo que todavía con algo de la influencia de tu anterior proyecto. En alguna entrevista, Álex has comentado que encontrabas una gran influencia de la música oscura en este género nacido en Bristol y señalabas los samples de The cure en temas de Massive Attack y la colaboración de estos con Elizabeth Fraser. ¿Qué piensas, casi 25 años después, de este vuestro primer trabajo?
—Álex: No estaba muy equivocado con esas influencias. Hace poco escuché a Massive Attack versionando “Bela Lugosi’s Dead” de Bauhaus… Como he remasterizado todos esos trabajos recientemente, los tengo muy presentes. Me parece un buen comienzo para Stereoskop. Aunque tiene una influencia muy clara del trip hop incluye la canción “Speed” que marcó el camino a seguir.
—Ya Main suena más a rock gótico, aunque es del mismo año que Speed. ¿Cómo ocurre esta evolución tan rápida?
—Álex: No pude evitarlo, es la música que llevo dentro. En cuanto comencé a componer el LP, ese sonido salió de forma natural. Las canciones gustaron y seguimos adelante hasta completar el disco. Desde el principio de Stereoskop tuvimos el apoyo de Tomás Fernando Flores de Radio 3, y cuando Main estuvo listo, lo presentamos a El Diablo, la distribuidora de nuestro primer EP, y les gustó lo suficiente como para lanzarlo bajo su propio sello.
—En cambio, Malevich, publicado dos años después, tiene un sonido más electrónico. ¿Cómo se tomaban vuestros seguidores tantos cambios?
—Álex: Malevich fue un disco compuesto y producido en 15 días porque queríamos liberarnos de un contrato, no dio tiempo a grabar guitarras. El verdadero siguiente álbum era Electrika, pero no queríamos desperdiciarlo mientras se discutían temas no relacionados con la música, así que decidimos hacer un disco rápido para cumplir con los compromisos. Aunque a mucha gente le pareció un cambio extraño, la intención no era darle demasiada publicidad, sino lanzar Electrika lo antes posible.
—¿Por qué el homenaje al pintor ruso Kasimir Malevich en el nombre del disco? ¿Os marcó de alguna forma?
—Álex: Susana es amante de la pintura contemporánea y como el disco era una reacción contra lo que pasaba a nuestro alrededor nos inspiramos en Malevich y su “Cuadrado Negro” definido como el punto cero de la pintura… para nosotros este disco fue un punto y aparte.
—¿Qué producciones te gustaban en ese momento, Álex? Mi mujer es francesa y no os conoció en esa época, y estos días mientras repasaba vuestros discos se sorprendió por lo bien que sonaban.
—Álex: Lo primero, muchas gracias a tu mujer. Siempre busco el mejor sonido posible para las producciones, y muchas veces es lo que más tiempo me lleva, porque para mí no solo la composición es importante para conectar con el público. A principios de los 2000, además de cosas que ya he mencionado como Massive Attack, Chemical Brothers o Prodigy, también escuchaba Techno como Laurent Garnier o Josh Wink, sin olvidar a los clásicos de los 80 que siempre me han influenciado.
—Susana, ¿en qué te inspiras para las letras? En una entrevista dijiste que incluso los pokemon habían sido fuente de inspiración, aunque no sabría decir si estabas hablando en serio o no.
—Susana: Parto de la base de que la gente no se molesta en comprender las letras así que me permito muchos lujos, a veces digo auténticas brutalidades y a veces me rio de todo. Son licencias poéticas muy personales, pero están sujetas al estilo y la métrica así que a veces quedan abstractas en sí mismas o por la propuesta que, a veces, raya la Ciencia Ficción o el Romanticismo más trágico. Lo de los Pokemons es absolutamente cierto. Es en la canción “Power” del LP Time is Nothing.
—En Electrika se pueden encontrar influencias de la electrónica más bailable del momento. En estos tres primeros discos vais actualizando el sonido, disco a disco. ¿Te consideras permeable a los estilos o simplemente te gusta dar tu visión de la música que marca la actualidad?
—Álex: Como tú dices en aquellos años era permeable a lo que escuchaba e incorporaba esas influencias a las producciones. Creo que con Silk ha sido la primera vez que no me he dejado influenciar por nada actual, fue una vuelta a los orígenes, y creo que por eso es el primer disco que escucho tiempo después y me sigue gustando igual que al principio. En el próximo disco, que estamos terminando ahora mismo, he intentado mantenerme alejado de influencias externas en la medida de lo posible.
—A la vez vuelven las guitarras, que como comentabas antes no pudiste meter en el disco anterior. ¿Crees que conseguís la mezcla perfecta entre electrónica y guitarras en este disco?
—Álex: En aquellos años las cosas o eran electrónicas o eran rock/pop, y no éramos muchos los que experimentábamos con la combinación de ambos mundos. Si que había muchas bandas que incorporaban guitarras metal a las bases electrónicas, pero dentro del pop todo era blanco o negro. Hoy en día no se si la mezcla era perfecta, pero creo que funcionaba.
—Esa época teníais un estudio con Faemino, al que supongo que conocisteis gracias a Susana. Él hizo algunos de vuestros vídeos y portadas. ¿Le molaba vuestra música?
—Álex: Sí, de hecho, seguimos teniendo el estudio. Todos los videoclips y portadas de esa época los hicimos con él, incluyendo los videoclips del sello STKM.
—Susana: Conocí a Faemino y Cansado trabajando en Tele5, a mi vuelta de Barcelona. Fui su técnico de luces y sonido durante algunos años y fuimos pioneros en los contenidos para Internet cuando aún no había plataformas capaces de usarlo.
Creo que sí le gusta nuestra música, dice que es muy sofisticada.
—A comienzos de los dos miles creasteis STKM Records y editasteis material de Justo Bagüeste o Bubble Gum, ¿Cómo fue la aventura, mucho curro?
—Álex: Fue una aventura muy interesante. De hecho, a raíz de STKM surgió la oportunidad de que Susana trabajara para The Orchard en Londres y Berlín. Pero sí, llevar un sello conlleva una cantidad de trabajo increíble. Hoy en día no creo que lo repetiría, aunque nos dio momentos divertidos y mucha experiencia.
—En esa época, aparte del sello tenías la productora artística, ¿la seguís teniendo? ¿Qué pasó con los proyectos que teníais como hacer un corto?
—Álex: Sí, seguimos teniendo el estudio y la productora, y todos los proyectos que hemos tenido o tenemos salen de ahí. Salvo el corto de ciencia ficción, que dejamos de lado al ver la cantidad de burocracia que implica el cine en este país, los demás proyectos los hemos llevado a cabo: videoclips para otros artistas, material audiovisual para telefonía móvil, producciones en el estudio (muchas de ellas como ghost producers), música para TV y publicidad. El último proyecto, el más reciente, es el lanzamiento de nuestro primer videojuego para PC y VR, que esperamos que esté en las tiendas a finales de este año. La música del juego también es de Stereoskop.
—Después de eso, Susana se fue a Londres y después a Berlín. Allí como dúo grabasteis 110011, según vosotros un experimento electro house con el que no os sentís muy identificados. ¿Nos contáis algo más de cómo se hizo y por qué solo salió en Alemania?
—Álex: Ya habían pasado varios años desde Electrika y un disco se había quedado en el camino sin ser editado. Pensamos que era el momento de volver a lanzar algo nuevo. Susana vivía en Berlín y yo estaba metido en muchas producciones electrónicas, así que me pareció buena idea hacer un disco electro house. No es que no me sienta identificado con él, las composiciones me gustan, pero el estilo está tan delimitado por su época que resulta completamente temporal, con fecha de caducidad. El disco se lanzó en las tiendas digitales pero la versión física solo se editó en Alemania, lo cual no es tan raro, con Silk ha pasado lo mismo.
—En esa época Álex estás más metido en el mundo de la electrónica, con el aka Lexvaz y llegas a remezclar incluso a Lady Gaga. ¿Qué nos cuentas de esta otra faceta tuya? Aunque pueda parecer algo alejada de Stereoskop, has unido los dos mundos al remezclar en varias ocasiones a vuestra banda.
—Álex: En esos años trabajaba como ghost producer, que básicamente es componer para otros artistas sin que tu nombre aparezca. Lexvaz era la etiqueta con la que editaba bajo mi propio nombre, porque no quería involucrar el nombre de Álex Brujas y despistar más al público. Compuse cientos de canciones y remixes para otros artistas, y me apetecía editar cosas propias. Hoy en día utilizo el pseudónimo Lexvaz cuando es necesario un remix más bailable para temas de Stereoskop pero ya ha pasado una década desde el último lanzamiento con ese seudónimo.
—Times Means Nothing, vuestro siguiente disco, era más orgánico y más pop. ¿Por eso contasteis con Manuel de Automatics o fue una consecuencia de grabar con él? ¿Fue una reacción al disco anterior?
—Álex: Después de 110011, comenzamos a componer nuevos temas buscando volver al sonido inicial de Stereoskop. Yo estaba cansado de tanta electrónica y componía de manera más tradicional, con batería, bajo, guitarras y algunos teclados, pero evitando la secuenciación típica de la música electrónica. Editamos algunos sencillos que ahora no están en tiendas digitales, pero que se pueden encontrar en YouTube o se siguen emitiendo en TV. Luego surgió la posibilidad de grabar dos conciertos para televisión, y evidentemente necesitábamos músicos, así que comenzó la búsqueda. Alfonso Crespo, de Estatuas de Sol, se incorporó a los teclados, y luego me encontré con Manuel, a quien propuse colaborar. Tras los rodajes, decidimos editar esos temas en lo que fue Time Means Nothing. La mitad de las canciones eran del álbum que se quedó en el camino después de Electrika. En esa época teloneamos a She Wants Revenge.
Más que una reacción al disco anterior, creo que fue un volver a ponerse en marcha.
—Estuvisteis siete años sin grabar como Stereoskop. ¿Fue difícil retomar el proyecto tras tanto tiempo?
—Álex: Realmente no estuvimos tanto tiempo sin hacer cosas juntos, simplemente no editamos un álbum bajo el nombre de Stereoskop. Nunca hemos dejado de trabajar en infinidad de proyectos.
—Vuestro nuevo disco, Silk, es más shoegaze, post punk y dream pop, ¿creéis que es el disco que el viejo fan de Stereoskop estaba esperando oír?
—Álex: Silk es el resultado de adaptarnos a la pandemia. Ya teníamos casi terminado un disco y bastantes actuaciones cerradas. En aquellos momentos, teníamos una formación estable, con la que dimos el concierto de Radio 3 a principios de 2020. Durante los meses de la pandemia, nos replanteamos todo y decidimos hacer un disco nuevo, más personal e íntimo, y de ahí salió Silk y creo que fue un acierto. Para mí, es nuestro mejor disco hasta la fecha… aunque tal vez lo supere el próximo, que saldrá dentro de poco. Dada la buena respuesta que ha tenido el disco tanto por el publico como por la crítica yo diría que si es el disco que el viejo fan estaba esperando.
—¿Cómo os ha ido grabando (de nuevo) con un sello alemán? ¿Es difícil la promoción en estos casos?
—Álex: Nuestra experiencia con sellos extranjeros siempre ha sido buena, y con Reptile ha sido genial. Nos entendimos muy bien y todo fluyó de manera natural. La dificultad surge cuando el sello no llega a entender tu música, más allá del idioma. Mi experiencia con sellos de aquí no ha sido buena nunca y hablamos el mismo idioma, pero no pensamos igual.
—Siempre dejamos para el final los proyectos paralelos, y aunque hemos hablado ya de la mayoría, me gustaría hacerte una pregunta, Álex sobre Lemuripop, el dúo que formaste junto al gran Germán Coppini. Recuerdo haberos visto alguna vez en directo. ¿Cómo fue trabajar con el tristemente difunto Coppini?
—Álex: Sobre todo, fue una experiencia increíble. Germán era un artista único, y trabajar con él fue un lujo, tanto a nivel musical como personal. Tenía una visión muy personal de la música, lo que hacía que cualquier cosa que hiciéramos juntos tuviera un toque especial. Además de eso, la experiencia humana fue inolvidable. Siempre estaba lleno de buen humor, así que los buenos ratos y las risas no faltaron nunca. Germán era una persona irrepetible, alguien que realmente marcó una época en la música española, y me siento muy afortunado de haber compartido proyecto y escenarios con él. Su legado musical sigue vivo y su ausencia es algo que se siente profundamente.
—Ahora que hay varias sesiones góticas en la capital, entre ellas el Body Electric donde has pinchado, Álex, recientemente. ¿Cómo recuerdas tu época al frente de algunas salas? Estuviste en sala Brujas en Granada y el Club New Order en Madrid.
—Álex: La sala Brujas de Granada fue mi primera experiencia como promotor, cuando solo tenía 20 años. Solo duró una temporada, pero aprendí todo lo básico sobre lo que hay que hacer y, sobre todo, lo que no hay que hacer. Lo aprendido me sirvió mucho años después para New Order Club. Llevar un club es muy duro y a veces ingrato, pero lo recuerdo como unos años muy interesantes. Eso sí, no creo que lo repetiría hoy en día.
—¿Qué planes tenéis para Stereoskop en el futuro?
—Álex: Estamos terminando nuestro próximo álbum Bound, que esperamos vea la luz a final de este año o principios del que viene y como te comenté estamos a mil cosas con la productora.
—¿Qué podemos esperar de vuestro concierto en el Santuario?
—Álex: Nos presentamos en formato dúo, que va a ser el definitivo, y vamos a tocar las canciones de Silk, ya que no llegamos a hacer ninguna presentación oficial.