La portada de Bait, disco de retorno del dúo Harlem Electronics, no te da muchas pistas de qué va a escuchar en el interior. No fue la foto del interior de un Ferrari, con el logo de la marca en el volante lo que hizo que mordiera el anzuelo y comprara el álbum, sino los potentes ritmos del primer tema. Tras publicar su debut a comienzos de siglo, el dúo formado por Johan Skugge y Martin Thomasson se había vuelto a unir para entregar siete temas en el que mezclaban EBM, new beat e industrial junto a influencias de la música dub y el hip hop. Hemos hablado con Martin Thomasson para conocer un poco más de esta banda cuyos discos nos han acompañado en estos últimos años. Son una de nuestras recomendaciones especiales para esta nueva edición del festival barcelonés Ombra.
Foto: @ake.tireland.photographer
—El nombre del dúo, Harlem proviene de un tema de Suicide, ¿Tiene algún significado especial para vosotros esa canción? Sinceramente, creo que ese tema os va como anillo al dedo. ¿Por qué habéis añadido lo de Electronics últimamente?
—Pensamos que las dos palabras quedaban bien juntas. Además fue una forma de resaltar nuestra nueva dirección.
—Empezaste a tocar con Johan Skugge en Rockmonster, una banda de indie rock creada en 1999. ¿Qué nos puedes contar de tus experiencias con esta formación sueca?
—Rockmonster hacían una especie de garage rock minimalista con elementos drone. Nos inspiraba la música de The Cramps, Suicide, Spacemen 3 y Hasil Adkins. La banda consistía en dos guitarras y un batería, sin bajo. Fue durante una época que vio una vuelta al garage rock con grupos como The Hives y Black Rebel Motorcycle Club, así que supongo que, de forma general, se nos podría agrupar con ellos. Rockmonster existió durante dos años y grabamos dos discos: el primero fue publicado en el sello de Karin Dreijer (The Knife), Rabid, y el segundo vio la luz del día gracias a EMI.
—Después, creasteis Harlem, que en esos momentos, visteis como una continuación de la música de Rockmonster. Esta primera encarnación de la banda publicó un álbum titulado White Mind, ¿cómo era la música de Harlem en aquellos días? Lamentablemente no he podido encontrar ninguna copia del disco para escucharlo.
—No estaba tan centrada en el ritmo como lo está ahora. La influencia de Suicide y Spacemen 3 estaba en aquellos tiempos más pronunciada.
—Seguisteis con un par de singles, Game/Watch en el 2005 y Cat Scratch un par de años más tarde. Son un poco más electro, diría incluso que acercándose al Electroclash. “Cat Scratch” cosechó algo de éxito en aquellos años así que, ¿por qué parasteis Harlem en ese momento?
—Johan empezó a trabajar en su banda Disappearer, y yo comencé Jackpot, un proyecto de Italo disco que publicó un par de 12 pulgadas en los sellos Service Records, Permanent Vacation, y RVNG Intl. Juntos, también creamos un sello de corta vida que publicó tanto a Disappearer como a Arab League (que éramos Johan y yo, en la práctica, Harlem).
—Como comentas, el siguiente paso en la historia de Harlem Electronics se llamó Arab League, un proyecto formado por vosotros dos que publicó un solo single en el 2011. Esta vez con influencias de la EBM y Cabaret Voltaire. ¿A qué se debió el cambio de nombre y por qué no retomasteis Harlem? Un nombre como Arab League pasó, unos años después, a ser algo muy polémico, ¿por qué lo elegisteis en su momento?
—Creo que vimos un artículo que hablaba de la organización panarabista Arab League, que es como una UE del Medio Oriente, si no me equivoco, y simplemente nos gustó cómo sonaba el nombre. El hecho de que fuese ambiguo fue solamente un extra. No somos tan dados a explicar nuestras intenciones. La música y las letras son siempre la declaración final.
Realmente no recuerdo por qué no llamamos al proyecto simplemente Harlem de forma clara. Supongo que queríamos dirigirnos en otra dirección y cambiar el nombre es siempre un buen recordatorio de tu nueva misión. Irónicamente, lo que empezamos con Arab League se convirtió en el “nuevo” Harlem.
—Ahora que Cabaret Voltaire están de nuevo activos (Chris Watson y Stephen Mallinder giran bajo este nombre) me gustaría preguntarte sobre ellos, ya que habéis comentado que eran una de vuestras principales influencias. ¿Qué ves interesante en el sonido de la mítica banda de Sheffield?
—Ese esquelético, monótono y duro dub. El álbum Crackdown es la perfecta mezcla entre sus experimentos de los setenta y el estilo funky, más orientado al baile, que tuvo la banda tras ese disco.
—¿Y cómo empezaste a interesarte por la EBM?
—Siempre he escuchado a D.A.F. y Liaisons Dangereuses pero no me ha interesado la posterior EBM. Es un poco “demasiado macho” para mí. Claro que hay grandes temas en los primeros discos de Front 242 y Nitzer Ebb. Pero lo que hace a D.A.F. y Liaisons tan apasionantes es que su música no tenía un molde y todavía suena muy fresca y adelantada a su tiempo.
—Hasta el 2021 no volvisteis a trabajar juntos de nuevo. ¿Cómo fueron vuestras vidas durante esos años? ¿Hay algún otro proyecto en el que hayáis trabajado juntos del que todavía no hayamos hablado?
—Trabajamos en un montón de proyectos, tanto musicales como de otras disciplinas. Johan se encargó del diseño de sonido de dos juegos de Battlefield, y yo creé una marca de diseño interior. Y después otras cosas pasaron en nuestras vidas que ocuparon mucho de nuestro tiempo.
—¿Qué hizo que retomarais el nombre de Harlem y publicarais Bait?
—Un festival de música electrónica de Estocolmo lo comenzó todo. En el 2019, nos pidieron que fuésemos parte del festival ya que una audiencia más joven había descubierto nuestro primer disco del 2003. En vez de tocar solamente viejos temas, pensamos que sería más inspirador componer nuevas canciones para el concierto. Esos temas acabaron convirtiéndose en Bait.
—Según tus propias palabra, Bait gira en torno a ciertas formas de manipulación aparentemente inocentes. ¿Por qué elegiste un tema como este para el álbum?
—Me fascinaba lo que la popularidad de la psicología y las técnicas para influir a otros dicen del mundo en el que vivimos. Aunque no diría que este tema sea demasiado importante en las letras del disco.
—En una entrevista habéis comentado que el lo-fi hip hop era una de vuestras influencias. ¿Dirías que esa influencia está todavía presente en la música de Harlem?
—Siempre, aunque solo sea en espíritu y actitud. Nos encanta la escena de comienzos de siglo de Memphis con Triple 6 Mafia.
—Creo que Harlem Electronics tiene un sonido único, y la influencia del dub que se puede sentir en algunos partes es uno de los elementos que hace que así sea. ¿Esta influencia viene de Skugge o tú también eres un fan del dub?
—Yo también soy fan del dub y la música jamaicana, pero esa influencia en concreto en nuestra música, creo que viene de Johan. Yo suelo hacer las voces y las líneas de bajo, luego él le añade el toque dub.
—Tu forma de cantar es otro de los factores que hace que Harlem suene bastante original. ¿Cuáles son los cantantes que te han inspirados?
—Me gusta cantar de forma repetitiva, algo entre los cánticos litúrgicos, el spoken word y el recitado de eslóganes. Gabi Delgado, Michael Gira, Mark E. Smith, Alan Vega y Krishna Goineau son los primeros que se me ocurren.
—Vuestro siguiente lanzamiento fue el EP Tracer, que tiene un sonido más industrial. Como hemos comentado antes, en la música de Harlem Electronics se pueden encontrar influencias de un montón de estilos, (en una reseña, incluso citaban el grime), así que ¿cómo encontráis el equilibrio o la dirección adecuada para cada tema?
—Creo que cualquiera de nuestros temas refleja quienes somos y en dónde estamos en ese momento. Luego, siempre tienes tu gusto personal, ese sentimiento primordial que decide, a un nivel inconsciente, a dónde vas. Además, creo que instintivamente llevamos el sonido en otra dirección cuando sentimos que suena como algo que se puede identificar. Eso ocurre muy rápidamente, de forma improvisada. Lo bueno de componer música es que siempre puedes inventar nuevos idiomas que suenan diferentes de lo que has hecho antes. Creo que eso es algo por lo que siempre tienes que esforzarte: la novedad y la
sensación de urgencia. Si logramos conseguirlo, eso ya depende del oyente.
—En Tracer, el tema general del EP era “los falsos profetas y las manifestaciones contemporáneas de hegemonía religiosa”. ¿Crees que la música puede ser un buen vehículo para hacer que la gente sea más consciente de los problemas de la sociedad?
—Realmente no. Creo que la música puede aportarte algo, ser subversiva y proporcionarte energía. Pero el cambio social real empieza cuando la gente se da cuenta de que puede encargarse de las cosas, en vez de dejarse enterrar por el nihilismo y la pasividad. Pero claro que resistir sin esperanza está haciéndose, en estos momentos, cada vez más difícil.
—Después de estar tanto tiempo en el mundo de la música de baile, ¿cómo definirías la música que te hace mover el esqueleto?
—Cualquier cosa que me sorprenda. Me gusta que la música electrónica me dé un suave golpe en el estómago y me abofetee la cara. Puede ser una nueva vuelta de tuerca al house de Chicago, new beat, disco, techno, electro… En estos momentos, estoy interesado en la escena funk de Brasil. Chavales haciendo la más loca música de block party con sus teléfonos y Fruity Loops sin ningún miramiento por las reglas.
—Antes de Cage, publicasteis el EP Cagey, esta vez solo en casete. Viendo la similitud del título, ¿veis los EPs como una especie de “campo de entrenamiento” para los álbumes que siguen?
—No, ese EP nació porque teníamos algunos temas que no cupieron en el EP Tracer que publicamos en el sello de Filmmaker, Body Musick.
—Ya que hemos hablado de los temas de vuestros trabajos anteriores, ¿de qué nos habla Cage?
—Como he dicho, los álbumes realmente no tratan de un tema o cosa concreta. El título, más bien, refleja un sentimiento, uno que suelo descubrir más tarde, cuando decidimos el orden de los temas. Cage habla, de una forma muy vaga, del sentimiento de que el mundo está cada vez más lleno de compartimentos y es más predecible, como si estuvieras en una “caja”.
—¿Cómo ves la evolución de vuestro sonido hasta Cage?
—Cage se basa menos en ganchos que Bait, aunque creo que sigue habiendo. Para mí, el sonido de Cage me parece, de alguna forma, más libre, mejor realizado.
—Y la pregunta más importante de la entrevista: ¿por qué pusisteis a Bugs Bunny en la portada del disco?
—El director artístico con el que trabajamos nos mostró su idea para la portada. Me encantó pero sentí que la austeridad del diseño necesitaba un toque revoltoso, algo juguetón. Entonces, me imaginé que añadíamos a Bugs Bunny comiéndose una zanahoria para completar el diseño, y nos pareció buena idea. Aunque, no sé por qué, de todas las cosas, se me ocurrió Bugs Bunny. Creo que fue una decisión puramente visual.
—Soy un gran seguidor del sello VEYL que ha publicado vuestros dos largos. ¿Cómo surgió la colaboración? ¿Hay algún otro artista del sello que os guste especialmente?
—Cuando empezamos de nuevo a componer temas en el 2019 y nos planteamos que sellos queríamos contactar, recordé que me había gustado un disco de Veyl: el EP de Empire States titulado B.R.U. Así que, le mandé un mail a Veyl con un enlace a los temas, y nos contestaron en unos siete minutos, preguntándonos si nos apetecía publicar los temas con ellos.
Aparte de ser buenas personas y profesionales, me gusta que Veyl ha logrado crear un nicho propio, publicando materia de artistas más orientados a la pista pero también de bandas con un sonido más cercano al post-punk. Me encantan los discos que Thomas Feriero (Maenad Veyl), Years of Denial, y Filmmaker han publicado en el sello.
—Recientemente has lanzado un álbum como Pale Pretzel. ¿Qué nos puedes contar de esto?
—Pale Pretzel comenzó más o menos como una broma. Tuve la visión de un Pie Grande jugueteando con un sintetizador roto y un micrófono en lo más profundo del bosque. La música sería extremadamente lenta y cercana a un estado de colapso. Así que compuse unos cuantos temas basados en esa idea y Clandestine Records los publicó en el 2024. También he actuado en directo unas cuantas veces. El primer concierto fue en el cumpleaños de un amigo, y fue un auténtico desastre, ya que actué bastante borracho. De todas formas, fue divertido. La gente pensó que era una especie de performance, pero solo era yo dando un mal concierto.
—¿Qué podemos esperar de vuestro concierto en el Ombra?
—Esperemos que sea salvaje y suene potente.