Cuarenta años iluminan la carrera del grupo de música industrial Esplendor Geométrico, uno de los proyectos del género, al que mejor le han sentado los años. Leyendas de la electrónica más extrema e interesante, comparten con Alphaville eso de ser “Grandes en Japón”. Hablamos con Arturo Lanz y Andrés Noarbe en la tienda de este último, discos Rotor que se encuentra en la Gran Vía madrileña. Esplendor Geométrico estará soltando pildorazos de industrial de tres minutos en el Ombra Festival que tendrá lugar en Barcelona del 26 al 28 de noviembre. One, two, three, four…
Fotos: Jose Carlos Nievas
—Empezamos con una pregunta ligera, eres un alto funcionario, ¿saben en tu trabajo que tienes una banda de música industrial?
—Si, lo saben. Además, a veces buscan mi música en YouTube y luego me dicen ¿pero tío, ese eres tú?” Como al curro tengo que ir con corbata y chaqueta… Cuando dices a la peña que haces música, te dicen: -“¿a si? ¡Qué interesante! ¿Qué tipo de música?” Yo les digo que electrónica y entonces me preguntan que dónde lo pueden escuchar, y siempre les digo que en YouTube, que busquen Esplendor Geométrico y ya me verán ahí. La peña de mi curro me ve y les hace gracia, me dicen “joder ¡qué curioso!”.
—Ahora que has vuelto de China, ¿cómo valoras la experiencia?
—He estado muchos años allí. Llegué a Pekín en el 97, y estuve hasta el 2012. Estuve viviendo aquí cuatro años, y después me fui otra vez a Shanghái. He estado 21 años en total. La verdad, es que he trabajado más tiempo en China que en España. La experiencia fue brutal, claro. Ahí me separé, me casé otra vez con mi pareja china, tuve un hijo chino, aparte de los otros dos que son españoles. Ha sido un cambiazo, todo me ha influido personalmente. Ahora estoy aquí en España, y… es diferente.
—Y ¿tenías dos restaurantes ahí verdad?
—No, tres, jajaja. Bueno yo no, era mi ex-mujer. Ella se ocupaba de todo. El primer restaurante español que se abrió en Pekín fue el nuestro.
—¿Y uno de los otros dos era italiano?
—Lo tres españoles. Mi ex tenía otro italiano.
—Siempre has hablado muy bien de China.
—Si, la verdad es que en China, la gente cada vez vive mejor y son agradables. Hombre, el sistema es una dictadura. Es un sistema autoritario, no es comunista, es una cosa más como Franco. La gente que no está en el rollo político vive bien. Los chinos tampoco se interesan mucho por la política. Están a su bola y son gente muy independiente. El país ha tenido un cambio brutal. Shanghái es una ciudad alucinante. Fíjate que ahora que estamos aquí, mi hijo, cuando va por Madrid, me dice que es como estar en una película antigua. Además, hay mucho movimiento cultural.
—En una entrevista has dicho que lo que te cambió la vida fue escuchar a los Sex Pistols, y darte cuenta de que se podía tocar sin saber música. ¿Crees que este no saber música te ha ayudado a ser más creativo o te ha hecho las cosas más difíciles?
—No, para nada. Nunca me lo he planteado así, pero creo que sí, que no saber música me ha ayudado a descubrir otras cosas. Es que en Aviador Dro, Servando Carballar, como sabía un poco de música, pues lo fastidió todo. Yo no tenía ni idea, Gabriel sabía tocar el bajo, pero fue inteligente, y lo vendió y se compró un sintetizador. Después, Juan Carlos igual. Tocaba la guitarra y también la vendió para comprar un sintetizador. Realmente fueron tíos valientes. Vendieron su instrumento de toda la vida, y no tenían ni idea de los sintes ni nada. No sabíamos tocar nada al principio. Y yo sigo sin saber nada en absoluto.
Yo creo que sí, que nos ha ayudado.
—En otra entrevista hablabas de la banda Holoplástico. ¿Fue antes que Aviador Dro? No hablas de esta fase en el documental.
—Eso fue antes de Aviador Dro. Estábamos Servando y yo solamente. Fue antes de conocer a Andrés y a Gabriel y Juan Carlos. Estábamos los dos solos y hacíamos temas, nos llamábamos Holoplástico. El primer concierto que di fue como con ese nombre en el año 78. Tocaban también Los Zombies, y después otro grupo más que no recuerdo. No tocamos nada, unos 5 minutos. Cogí la guitarra prestada al de los Zombies, Bernando Bonezzi y empecé a tocar la guitarra (hace un ruido agudo como de tocar la guitarra sin saber). Claro, yo no tenía ni puta idea. Era ruido lo que hacía. Entonces, el tío subió, me quitó la guitarra y me dijo que eso era una mierda. Y se acabó. En el concierto estaban todos los de la época, entre ellos Poch, y todos los que luego formaron grupos.
Tocaba Servando con un organillo con una caja de ritmo de las que hacen «tch tch» y la gente alucinaba.
—¿Y grabasteis algo?
—No, nada. Es que en esa época no se podía grabar. No había nada de tecnología para hacer las cosas tú solo. Nosotros empezamos a grabar con un magnetófono. Antes era imposible. No como ahora que tú en tu casa puedes montarte todo lo que sea, eso antes no existía.
—Holoplástico era más rollo Suicide, ¿no?
—Bueno, sonaba a Suicide porque era un organillo con la caja de ritmo. Por eso se parecía. Pero no era la pretensión.
—¿Te gustaban al menos?
—Si. Bueno, no sé si en esta época los había oído aún. Suicide era el grupo favorito de Gabriel. Y yo creo que fue Gabriel quien me dijo que los escuchara.
—¿Cómo te interesaste por la música industrial? ¿Cuál fue tu primer contacto?
—Fue en un viaje a Suiza. Los padres de Servando tenían un grupo de teatro de guiñoles. Cuando teníamos 15 o 16 años, me fui con ellos, con sus padres y él a hacer una gira de teatro por Suiza. En Zúrich, había una tienda de discos y en una de esas casualidades, la visitamos y allí descubrimos a Cabaret Voltaire, a Throbbing Gristle, a todos los grupos que en ese momento habían empezado a hacer música de ese estilo. Nos compramos discos de los Residents también. Nos compramos discos muy extraños para la época, que en España no se encontraban. Ahí yo me quedé alucinado. Bueno, nos quedamos alucinados los dos. Fue brutal. A mi esa historia, me gustaba muchísimo, pero hicimos el grupo y por las circunstancias fue un grupo pop. Yo seguía escuchando cosas así, y también Servando y Juan Carlos… Me gustaban cosas muy raras, pero hacíamos una música pop porque era la cosa de la época, de los 80. Queríamos hacer un disco y ver si nos hacíamos famosos. Llegó un momento que dijimos que ya, no por la música, pero ya sabes, en un grupo siempre hay mal rollos. Entonces es cuando ya nos metimos a hacer algo realmente que nos interesaba más. Eso sería en el 79, 80.
—Ahora que ha muerto Richard H. Kirk, ¿qué te interesaba de la música de Cabaret Voltaire?
—Me interesaron los dos primeros. El primer álbum era alucinante. Y el segundo también. Luego ya no los oía mucho. Me gustaba ese ambiente que daban a todos los temas… los ritmos, las voces, los collages…
—¿Cómo fue la reacción general a Necrosis en la poya?
—Fatal. En la época todo era sobre la diversión, y claro cuando haces un disco con esa portada… La gente me dejó de hablar, directamente. Mucha gente.
—Te hiciste enemigos.
—Si, más que enemigos, lo que decían era: estos tíos están locos. Hicimos un concierto, que fue la presentación del single. Lo hicimos en Rock-Ola y nos boicotearon el sonido. El concierto fue brutal. Lo que pasa es que nos iban bajando el sonido, pero fue un concierto alucinante. La peña alucinaba. Claro, tocamos “Necrosis en la polla”, “Destrozaron sus ovarios”. La gente no entendía nada. Además había bastante gente, y había cierta expectación, porque nos habíamos separado de Aviador Dro. Mucha gente, moderneta decía: -“es Esplendor Geométrico, es lo que mola”. Pero claro, al terminar el concierto, la peña decía: -“¿pero esto qué es? Estoy no hay quién se lo coma”. Después de ese concierto se fue Juan Carlos.
—Andrés: Es curioso, porque hay un libro de Rock-Ola con todas las actuaciones que se programaron y solo falta la de Esplendor.
—La tacharon de la historia
—Andrés: Recuerdo que, el portero que era un delincuente y creo que ha acabado en la cárcel, quería un disco y nos decía: -“el disco tío, quiero el disco” (pone voy de macarra).
Fue una cosa surrealista, como si tocaseis algo de flamenco, algo que no tenía que ver con el resto. Era 1981. Era una cosa que nadie entendía, quizás en Alemania hubiera tenido más éxito.
—En ese concierto que estaba teóricamente lo más moderno de España, de repente hubo un silencio. Después de dos temas, un silencio total. Y tocamos otro tema, y más silencio. Además en esa época, no nos movíamos casi, con lo que era todo más raro. Al final en los últimos temas, nos iban bajando el sonido hasta que no se oía ya. Se escuchaba más la conversación de la gente, que hablaba de las novias y otras cosas. Fue brutal.
—¿Y cuál fue el segundo concierto?
—Ese no fue el primer concierto. El primero de todo fue en una tienda de discos. Después en el jardín, y después en Rock-Ola. Y después, no tocamos en varios años. Yo creo que el siguiente concierto fue en Burdeos en un festival, y luego en Roma. En Espacio P toqué yo solo. Y luego toqué en Nacional 3, un poco más adelante. Toqué a mediodía. Era un after hours.
—Andrés: También tocaste en el festival de Hortaleza, el primer festival de música electrónica de aquí de España
—Volviendo a lo de Necrosis en la poya, ¿crees que hoy en día se puede empatar como en aquella época?
—No, yo estaría en la cárcel ahora mismo. Estaría en todo momento en las redes, me tendría que haber escondido en algún sitio. Nos hubieran dicho de todo. El tema “Negros hambrientos” sería delito de odio, nos hubieran llamado racistas, aunque no había nada de racista. Después, con “Destrozaron sus ovarios”, ya para cagarse. Estarían todos…. Realmente, todo eso ya no se puede hacer. Nosotros lo dejamos de hacer por motu propio. Como los talibanes, ahora nos habrían arrojado piedras.
—Contaste en una entrevista que el primer disco de La Otra Cara De Un Jardín fue grabado en tu casa. ¿Recuerdas algo de esa grabación, de ese momento?
—Si, la hicimos con un casete. Francisco Felipe era un tío simpático y muy especial. Él tocaba la flauta y después yo ponía los efectos. Lo hacíamos en mi casa, en mi cuarto. Fue una pasada.
—¿Eras amigo del resto de la escena de música electrónica de aquí?
—No, conocí a Francisco Felipe porque una vez fui a un concierto en la tienda Discos Vanguardia. Ahí empezamos a hablar. Él, por aquel entonces, hacía performances. Después estaba Francisco López al que yo conocía porque yo era compañero de su hermano en el instituto. Lo conocía desde pequeño. Se venía a casa, escuchábamos discos. Luego empezó a hacer las cintas. Pero no, gente de la escena musical, no.
—Andrés: Había un grupo de gente que tenía el sello, El Sentido Es El Uso. Era el grupo El Punto de vista operativo, que era una copia de Throbbing Gristle. Los puedes escuchar en el recopilatorio Golpea tu cerebro en el que tienen un tema. Uno de los miembros era uno de los primeros punks españoles. Eran auténticos, de barro chungo. No como Alaska.
—Salíamos con ellos de noche porque eran amigos de Juan Carlos. En el 82 se compraron instrumentos y grabaron una casete y ahí acabó la cosa. Se separaron. Yo ya no estaba metido en el ambiente musical después de irme de Aviador Dro. Además empecé la universidad. Solamente quedábamos con Andrés.
—Andrés: yo como distribuidor de las casetes, sí que estaba metido en la escena, que ahora se está recuperando con ese recopilatorio del movimiento de casetes aquí en España que empieza en el 84. Había un grupo llamado Interacción que empezaron en el 82, de aquí de la calle Hortaleza y que estaban muy bien, tipo Cabaret Voltaire. Estaba también Miguel Ángel Ruiz. Se empezó a animar el underground.
—A mí no me interesaba. Estaba en la universidad y hacía la música que me gustaba junto con Gabriel.
—Todavía estabas estudiando en ese momento.
—Si, claro. Bueno, todavía no, había empezado a estudiar primero de carrera. El año anterior nos separamos de Aviador Dro. Empecé la carrera y es ya cuando me separé totalmente de la escena musical. Quedaba con Andrés para tomar algo, para escuchar música, y con Gabriel para hacer música. Iba a su casa o él a la mía, y hacíamos música.
—Andrés: Incluso pasabas de contestar a las cartas. Abríamos un cajón y tenías cartas del tío de SPK… Teníamos que contestar nosotros. Y Whitehouse también te escribían.
—Sí, yo recibía muchas cosas, y ni caso.
—Andrés: Gabriel se desesperaba porque había hasta pedidos. Cuando creé el sello discos Esplendor Geométrico junto a Gabriel fue como consecuencia de eso y para sacar los vinilos. Pero tú te dedicabas a hacer la música, pasabas de todo lo que fuera extramusical.
Pero sí que te chupaste lo de la primera casete. Eso fue heroico. Hizo en tiempo real más de doscientas casetes. De las bobinas a la casete. Yo le llamaba y le decía que tenía que hacer veinte casetes y tú me decías, que estabas estudiando. El fin de semana se lo pasaba haciendo casetes. Yo creo que las hacías por la noche, mientras estudiabas. Fue autoedición pura y dura. Luego me compré una grabadora a doble velocidad.
—¿Cómo recibía la gente fuera de España tu música en los 80?
—No me he enterado mucho pero me escribía gente de fuera. Fuimos a ver a SPK, a la Edad de Oro. En la entrevista Graeme Revell dice que lo que le gustaba era un grupo que se llamaba Esplendor Geométrico. Paloma Chamorro no nos conocía. A Graeme le habían robado su copia de nuestra primera casete, y como era muy fan siempre que me veía me la pedía: -“¿no me podéis hacer otra?”. Y yo tenía que decirle: -“No tío, lo siento”.
—Andrés: Recuerdo que se disculpaba, porque se habían hecho más comerciales. Si habéis seguido a SPK, hay un antes y un después del “Metal Dance”. Sacó un disco después de Leichenschrei, que es funky, el Machine Age Voodoo. Es una época en la que muchos grupos de industrial se pasan al baile: Portion Control, Cabaret Voltaire. Y el de SPK fue el cambio más radical. Graeme Revell era un tío súper educado, no entraba en locales con humo, era vegetariano. Era un tío normal para nada un comeniñas.
—Yo no tenía mucha noción de lo que pasaba. Más tarde nos empezaron a llamar para tocar en Japón, en Alemania con Dirk Ivens. Eso fue en los 90 más o menos a mediados. En los 80 años tocamos en Roma porque estaba Saverio. También tocamos en Nápoles que fue la presentación de un sello de allí y en Salerno, que toqué yo solo porque no pudo venir Gabriel. En Nápoles tocamos a las seis de la mañana, había tres o cuatro personas. Se habían ido todos, no aguantaban tanto.
—¿Alguna vez has pensado en hacer algo más comercial?
— No, porque además no sé si sabría. Para eso está mi hijo que hace también música electrónica. Hace algo tipo rap electrónico. Lo hace muy bien. Gana pasta y eso. Yo es que tampoco me planteaba hacer nada vanguardista ni nada. Ni siquiera hacer ruido. Es lo que te sale
—Con Esplendor ¿te ha sido más fácil trabajar en formación de dos o en trío?
—Fuimos tres al principio, luego tres de nuevo cuando entró Saverio pero Gabriel se fue al momento. Se fue cuando surgieron los conciertos de Tokio y tuvimos que ir Saverio y yo. Él cogió otro camino en el que no entraba la música. Sobre la composición de los temas, siempre los hago yo y se los paso a Saverio que les pone mejor sonido y les mete cosillas. Y hace imágenes y en directo controla todo.
—¿Te llegó a interesar también la música árabe cuya influencia se encuentran ya en Mekano-Turbo y algunos de los siguientes trabajos o fue todo cosa de Gabriel Riaza?
—A mí me interesaba también. Yo estudié árabe durante dos años. Yo soy historiador y me interesaba la historia antigua y medieval y sobre todo la historia antigua de medio oriente. Pensaba dedicarme a eso y me puse a estudiar árabe. En ese momento Gabriel todavía no se había ido a Melilla. Fue una casualidad porque entonces él se fue a Melilla, yo seguí con el árabe y él también empezó con un dialecto del árabe, lo que se habla en Marruecos. Yo ya había usado cosas árabes en temas y él igual. Fue una cosa muy curiosa porque llegamos al mismo lugar. Además, estando viviendo en distintas ciudades, porque realmente nosotros siempre hemos trabajado por separado aunque después nos juntábamos, pero la composición de los temas dependía de quién tenía los instrumentos. Aun así, no se nota mucho quién ha hecho una cosa y quien la otra. Estábamos muy bien compenetrados.
—¿Grabasteis dos discos e Melilla?
—Un par de discos, entre ellos Arispejal Astisaró, los sacó Gabriel allí. Es de los últimos que hicimos juntos.
—Vuestro disco del 96 fue llamado Balearic Rhythms. Aunque has comentado varias veces que es Andrés quien bautiza los discos, ¿tuviste algo que ver con la elección del título?
—Ese lo hice yo. Estaba viviendo en Baleares, trabajando en Mallorca y entonces se me ocurrió poner eso.
—¿Pero había algo de ironía en la elección, porque la música del disco no era precisamente Balearic Rhythms?
—Lo eran porque yo vivía allí. Estuve viviendo siete años. Cuando aprobé la oposición me fui para allá. Antes había sido militar en los años 86- 87. Ahí toqué también, vestido de militar dentro del cuartel. Fue la cosa más friki que he hecho. Toqué en una fiesta, la tenía grabada en casa de mis padres pero no sé dónde coño está. Creo que mi madre me grabó algo encima, ya que era una VHS.
Era una fiesta de los soldados, una especie de imitación del programa Un Dos Tres, y entre las actuaciones estaba la mía. Yo ya era teniente y monté la de Dios. Iba con un sintetizador unas percusiones. Todos los soldados estaban alucinados porque era un ruido bestial, como Esplendor Geométrico pero a lo bestia. Al terminar el coronel me dice: -“¡Enhorabuena, esto sí que es ardor guerrero!”
Otra cosa muy friki, fue en una cena de estado diplomática, como de gala con todo dios allí. Me empezaron a tocar los cojones diciendo: -“Tú tienes un grupo, toca o canta algo”. Yo decía que no, pero empecé a estar un poco tal por el vino, y dije: -“¡a tomar por culo!”. Me levanté y recité “Destrozaron sus ovarios”. Hubo un silencio… Menos mal que no tuvo repercusiones porque estaba el cónsul general, el embajador… Fue alucinante.
—Seguimos con títulos de discos, Syncrotrón fue el alias que utilizabas cuando estabas en Aviador Dro. ¿Hubo alguna razón para esto? ¿Hiciste las paces con tu pasado? Este disco incluye cuatro remezclas de aires mucho más tribales de temas de Polyglophone, más el inédito que da título al vinilo.
—De los pocos que he puesto yo. Se me ocurrió. No hay nada oculto
—Antes hablabas de Dirk Ivens, ¿qué relación has tenido con él? En su discográfica se publicaron algunos de tus trabajos en cd de esta época.
—Le conocí en el concierto de Utrecht del 89. Nos hizo unos discos con su sello y nos organizó algunas giras durante varios años. Luego hemos coincido en muchos conciertos.
—¿Cómo conociste a Saverio? ¿Fue en el concierto que organizó en Roma?
—Saverio vino a casa. Es muy curioso porque yo estaba en una excavación, ya que yo estudiaba arqueología y en verano me iba a hacer excavaciones arqueológicas. Ese verano Saverio estaba de vacaciones aquí en Madrid, había escuchado el primer LP y había alucinado. Buscó mi apellido Lanz en las páginas blancas de telefónica, el listín que existía entonces. Yo tenía una canción que se llamaba “Pradillo 12”, entonces él se dijo que seguro que esa era la dirección de mi casa. Efectivamente, lo era. Entonces llamó y se puso mi madre. Ella le dio el teléfono de Andrés y ahí se conocieron. Después al año siguiente, de repente vino a mi casa, se presentó y nos hicimos amigos.
—Andrés: Saverio se puso a organizar conciertos. Organizó el concierto de Roma con Giancarlo Toniutti un tío muy bueno de música experimental y el resto de la gira.
—Luego se vino de vacaciones a Mallorca y empezamos a colaborar. Empezamos trabajando los veranos. Él vivía en Roma, siempre ha vivido allí.
—Has dicho repetidamente que la propuesta de Esplendor es muy primitiva y visceral aunque una mayoría parece verlo más vanguardista. ¿A qué crees que se debe esta divergencia de opiniones?
—No sé. No te sabría decir lo que es la vanguardia. Depende de cómo mires las cosas. No me considero vanguardista. Primitivo sí porque mi música es una cosa muy visceral, no hay nada intelectual.
—Comentas que el sentido del humor es imprescindible en EG. ¿Crees que el público lo ha llegado a entender?
—Cuando hablan conmigo sí, pero así en frío pues no sé si lo habrán entendido. Hay cosas que, por ejemplo en uno de los discos pues hay unos samples del Che Guevara en el tema “El joven comunista”. Si no le ves el sentido del humor a eso… Esa letra me recordaba a la OJE, la Organización Juvenil Española. Cuando tenía 6 años me metieron en la organización juvenil española de Falange, principalmente para ir a los campamentos. Me recordaba a lo que nos decían a nosotros: “el joven falangista tiene que ser el primero en todo”. Exactamente igual que lo que decía el Che Guevara. Me dije que lo tenía que usar por cojones. Siempre hago todo con sentido del humor, luego cada uno…
En el último disco hay un tema que es una especie de subasta de caballos y a mí me hace mucha gracia. Realmente lo hago porque me hace gracia.
—Comentas que compones de noche. ¿Tienes alguna preparación o algún ritual antes de ponerte a componer?
—Me meto en la música. Es una cosa rara. Ahora es un poco más complicado que antes, ya no tocas botones. Ahora es más de ver un ritmo, editarlo. Es mucho mejor ahora pero sí es verdad que tiene más curro. Encuentras algo que te gusta y lo disfrutas pero hasta que no lo encuentras es un poco pesado
—¿Te resulta difícil encontrar algo que te guste?
—No, suele ser fácil. No le doy muchas vueltas. Si me gusta, no lo toco en absoluto.
—Hablas a menudo de entrar en trance. ¿Has experimentado alguna vez con la hipnosis o alguna otra forma de entrar en trance?
—Medito todos los días 45 minutos. Es simplemente concentración. Estar en trance es estar concentrado en lo que estás haciendo. No tiene más misterio. En directo estoy concentrado y tal y entonces te salen cosas que vienen con la música pero al mismo tiempo las expresas de cierta forma.
—¿Qué programas utilizas actualmente para componer?
—LogicPro, cosas de aplicaciones de los iPad y sintetizadores virtuales. Todo digital, acabé harto de lo analógico. Puedes hacer perfectamente todo. Antes tenías que ir cargado, recuerdo en Tokio y Utrecht, qué espanto. Ahora te llevas el iPad y ya está. De verdad que es mucho mejor, mucho más creativo. Antes estabas muy limitado. El iPad lo puedes tocar con la pantalla o sea es como un instrumento en el que tienes miles de cosas,
—¿Has tenido algún problema en directo con el público? Te sueles dejar llevar mucho durante tus actuaciones, ¿ha sabido el público respetar eso?
— No, nunca me han pegado. Hay gente que se sube al escenario e intenta tocarme si, por ejemplo en directo me han tocado los pezones. En Tokio son la polla. Una chica monísima en Tokio agarró el pie de micro y empezó a metérmelo por el culo, haciendo palanca. Fue brutal, acojonante. Después me cogían con él cable del micro para ahogarme y las tías eran las que más. Los tíos se cortaban pero las chicas… oye había momentos que casi me ahogo. Pero era culpa mía. Un concierto que fue un aquelarre total, fue aquí en Madrid, en una sala que no está muy lejos de donde estamos haciendo la entrevista. Fue brutal. Me quedé casi en pelotas, había uno ahí que hacía como si me hiciera una felación. Después vino a decirme que estaba avergonzado, que estaba un poco pedo. Una maravilla
—Tenéis bastante éxito en Japón, ¿verdad?
—Sí, viene mucha gente a los conciertos.
—Dijiste que en una entrevista que tenías éxito en África.
—¿Sí? A lo mejor estaba pedo cuando lo he dicho. Jajaja El tema “Negros hambrientos” no creo que tuviera mucho éxito. Jajaja
—Has comentado en varias ocasiones que tu música es azar. Dentro de ese azar, ¿consideras que la inspiración juega también un papel?
—He cambiado mi forma de verlo. Eso lo dije hace muchos años pero he cambio mi opinión. Todo tiene una consecuencia y las consecuencias son universales. El azar no existe. Si no hubiera habido un tío que inventara los sintetizadores no hubiera hecho la música. Siempre hay una consecuencia.
Es verdad que al hacer una cosa no sé las consecuencias que va a tener pero eso no significa que sea el azar. La inspiración no creo que tenga nada. Todo es ponerte.
—¿Cómo planeas cuando sacar un disco de Esplendor?
—Andrés: Le pregunto yo si tiene cosas hechas y siempre las tiene porque no para de hacer música.
—Nunca le digo a Andrés mira tengo algo hecho, que si podemos sacarlo.
—¿Qué nos cuentas de la grabación de 40 años nos iluminan? ¿Intentaste de alguna forma crear temas vinculados a tus trabajos del pasado?
—Andrés: Ahí sí que le dije que íbamos a hacer una celebración con un disco distinto, con temas basados en otros de la carrera de Esplendor. Hay temas que no se notan que son versiones, tienes que ser muy fan. Algunos temas, en cambio, son inéditos. A mí personalmente me gusta.
—La elección fue tuya. Me lo pasé bien haciéndolo porque era básicamente deconstruir los temas. Por ejemplo “Moscú está helado” realmente no tiene nada que ver. Hay temas muy raros que no tienen nada que ver con los originales.
A ver qué pasa en directo porque vamos a cambiar el concepto totalmente. Antes eran temas de 5 minutos 6 y ahora vamos a hacer como los Ramones, temas de 3 minutos. Vamos a tocar unos 20 de 3 minutos. Vamos a meter temas bastante raros. Puede estar bien, a mí me apetece.
—Comentas que te gusta el cine, ¿te llega a inspirar de alguna forma?
—No me considero cinéfilo, Me gusta ver la película pero luego paso de quién es el director y quienes son los actores. Me da igual el género si está bien. No creo que haya influido en absoluto en Esplendor. La primera vez que vi una película así, rara de David Lynch, Eraserhead Esplendor Geométrico ya existía. Tenía una colección de miles de DVDs piratas, ahora las he tirado a la basura con la mudanza.
—¿Qué te ha parecido el documental Geometría del Esplendor?
—Me gustó mucho, todo muy bien. Disfruté mucho haciéndolo.
—¿Qué nos puedes contar de vuestro nuevo EP? ¿Cómo surgió lo de editarlo con Hands?
—Está hecho para ver si nos salen actuaciones ya pronto en Alemania, esa es la intención. Hands hacen muchos conciertos, tienen muchos grupos. No tienen nada que ver con nosotros. Es amiguete. Le conocí cuando él tenía Winterkälte en su época pre-industrial, cuando eran más techno pop e iban vestidos con unos monos blancos. En los conciertos que hicimos con Dirk Ivens también tocaban ellos y alucinaron bastante, a partir de ahí cambiaron su vía.
Nos hicimos amigos. Quería los temas para pincharlos en discotecas industrial. Me dijo que tenía que hacer temas de 5 minutos exactos y que se pudieran bailar en una discoteca de música industrial. Es de las primeras cosas que he hecho pensando en algo.
Es verdad que algunos temas me salieron raros, jajaja.
—¿Cómo es que Esplendor haciendo esa música que hace ha conseguido ser aceptado en tantas escenas distintas?
—Eso es así. Por ejemplo en Alemania, cada vez viene más gente del techno pero, básicamente es más un público dark. Hemos tocado en festivales techno y cada vez lo hacemos más, por ejemplo Moscú el público es todo techno. En Tokio, viene gente del noise, donde también entramos. En Japón hemos tocado siempre con gente del noise y la gente alucinaba. A los punks también le gusta nuestra música. En Suecia hemos tocado en fiestas techno y siempre fenomenal, también en Chile viene a vernos mucha gente del techno, DJs. Cuando fuimos a tocar a Chile nos puso el sonido Atom TM que vive allí. Menudo lujo, fue brutal.
Lo que hacemos es un tipo de música que entra porque no es rígida. Lo que hacemos no es rígido y no pertenece a un género. A la gente le gusta la flexibilidad. Lo puedes bailar como techno.
A mi hijo mayor le gusta, bueno también al que hace música comercia. El mayor está ahora en Berlín y le encanta lo que hacemos, y eso que a él lo que le gusta es el techo.
—¿Tu otro hijo también hace música?
—Sí, hacía como House un poco y ahora se ha tirado un poco por la línea más industrial. Hace temas raros.
Está en Berlín currando, buscándose la vida Mis hijos son lo contrario que yo, hasta que no tienen el tema muy bien terminado no se atreven a publicarlo. Lo mejor es no ser perfeccionista. El pequeño, de 18 de años, este tío no para hasta que no está perfecto. Le saca un sonido de puta madre. Me ha enseñado a mí algunas cosas, porque el tío es muy obsesivo y siempre tiene que aprender bien las cosas al cien por cien. Es un experto en Logic, lo que me viene que te cagas.
—Se os ve más activo en el mundo de las remezclas últimamente, ¿quién se suele ocupar de ellas? ¿Es algo que te gusta hacer?
—Las hago yo. Sí, me hace gracia hacerlas. Además, es curioso, porque no son realmente remezclas. Me mandan un montón de pistas pero lo que quiero es el tema solo. Cojo una parte mínima, un ritmo y hago un tema mío. Si escuchas los temas no lo reconoces. Utilizó esas bases pero pongo voces nuevas, sonidos nuevos. Es otro tema completamente.
—Una curiosa fue la que hiciste de Los Punsetes.
—Me la pidieron Los Punsetes, les dije que sí y la hice. Otros que me lo dijeron fue Triángulo de Amor Bizarro. El tema que me ofrecieron para hacer era como solo ruido. Les hice algo totalmente nuevo claro. Les encantó.
—Una de las últimas ha sido la remezcla que hiciste para el disco de Poupees Electriques.
—Sí, de 2 temas hice 1. Está muy bien. Yo le conocía porque nos organizó un concierto en Zaragoza, en el aniversario de la CNT que abrió Waje. Estuvo bien.
—Últimamente habéis colaborado con dos sellos nacionales pequeños como Barro y Femur. ¿cómo surgieron las colaboraciones?
—El de Barro está muy bien. Me gustó mucho. The Hacker hizo una remezcla de Esplendor Geométrico hace muchos años y tocamos con él en Alemania.
—¿Crees que hay un relevo generacional a lo que habéis estado haciendo?
—Es difícil ya que lo que hacemos es muy personal y no creo que haya nada parecido. Normalmente no oigo los temas después de hacerlos pero cuando los oigo, como hoy al entrar en la tienda, digo: -¡joder, esto es buenísimo! Jajaja. Sin saber que es de Esplendor porque muchas veces no me acuerdo.
Es una cosa que no envejece, bastante actual. Me pasó en el documental, pusieron temas que no recordaba, y me sorprendía porque eran muy buenos. No es una pose ni nada, te lo digo en serio, cuando yo hago los temas ya parece como que yo no los he hecho, no los considero míos. Cuando los oigo no los oigo como si los hubiera hecho yo.
No digo que yo sea bueno, sino que los temas son buenos.
—¿Hasta cuándo te ves haciendo música?
—Hasta que me muera. De mí no me puedo separar y tampoco se va a separar Saverio. Quizás cuando lo que haga sea una mierda.
—Andrés: Hasta ahora no se repiten, son Esplendor, pero no sacan discos parecidos.
—¿Escuchaste el disco de remezclas de Esplendor que publicó Industrias Mekanicas?
—Sí está muy bien. Me gustó mucho.
—¿Cómo surgió el proyecto de BioMechanica que hiciste con Francisco López? ¿Alguna posibilidad de continuación?
—Queríamos hacer algo juntos. Me dijo de hacer algo e íbamos a hacer un disco de Esplendor Geométrico y Francisco López pero luego pensé que por qué no hacíamos un grupo nuevo. La verdad es que él hizo el 80% del trabajo porque, aunque yo le mandaba ritmos y él los usada, se lo curró mucho más. Es muy perfeccionista con el sonido, justo lo contrario que yo.
Lo que más me gustó fue tocar en directo porque fue muy divertido. Primero tocamos en Madrid y en Barcelona, que no estuvieron mal pero Tokio fue brutal y Grecia ni te cuento. Tocamos antes de Alva Noto con su grupo Diamond Version con Carsten Nicolai. Fue muy curioso porque claro Francisco López es muy conocido y Esplendor Geométrico también pero a mí nadie me conoce. Y Alva Noto, que conocía a Esplendor no me reconoció hasta que Francisco López le dijo quién era.
Fue un concierto brutal, como Esplendor Geométrico pero muy brutal. Yo estaba a tope. Después salieron Diamond Version que eran las estrellas y se le veía un poco acojonados porque la gente estaba tan entregada con nosotros, tan loca… Además los griegos son la polla. Ese concierto gustó. Y Tokio igual.
—Andrés: BioMechanica sonó muy bien en la Casa Encendida. Eso fue la bomba. López duplicó el equipo. Parecía que se iba a derrumbar. Ibas a baño y parecía un terremoto. Pero estaba bien controlado. No sé si lo has comentado pero va a haber un nuevo disco de BioMechanica.
—Sí, estamos hablando de hacerlo.
—Dos preguntas típicas para el final. ¿Qué concierto recuerdas cómo el mejor?
—En Tokio y en Madrid ha habido conciertos muy buenos. Pero en Tokio, sobre todo, han sido las experiencias más brutales, era todo completamente inesperado. Recuerdo un sitio que no tenía tarima, o sea estabas al mismo nivel del público, y me quitaban el micrófono y se ponían a gritar. Una cosa brutal y eso, la verdad, es que solo nos ha pasado allí. En Alemania son muy fríos no me gusta mucho el rollo. En Moscú también son brutales. En Francia también está bien. En Chile también fue brutal.
—¿Algún disco de Esplendor Geométrico al que le tengas especial cariño?
—Al último.
—¿Qué podemos esperar de vuestro concierto en el Ombra?
—Versiones de dos o tres minutos. Muy cortas para lo que somos nosotros. Me apetecía hacer eso. La verdad es que algunos temas se me hacían un poco largos.
1 comentario
Una entrevista brutal! Me he documentado más que en todas las que me he leído anteriormente.
Muy buen trabajo!