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Entrevista a Black Nail Cabaret

por François Zappa

Fotos: Dóri Hrisztu-Pazonyi

El dúo húngaro Black Nail Cabaret ha demostrado en sus seis discos que todavía hay rutas inexploradas en el dark pop con tintes darkwave. Como demuestran en sus álbumes, cada uno con un original concepto, no han tenido miedo a probar cosas nuevas, ya sean sonidos más orgánicos o acercarse al pop más comercial aunque siempre con una producción arriesgada. Es una de las bandas que no debéis perderos este noviembre en el festival madrileño Santuario. Recordad que el 23 de noviembre llega la música fantástica. 

—Emese, empezaste actuando en un grupo de teatro de terror en Budapest. ¿Qué nos cuentas de esta experiencia? Supongo que esto te ayudó a forjarte un personaje sobre el escenario.

—Todo empezó, hace tiempo cuando era bailarina en un evento gótico llamado Kollektiva en Budapest. Junto a Sophie (la anterior miembro de BNC) nos dimos cuenta bastante rápidamente de que nos gustaba estar sobre el escenario y teníamos un montón de ideas para interpretar historias con movimiento y música. Teníamos amigos con intereses similares, así que formamos un grupo teatral de siete personas. Continuamos actuando en la misma serie de eventos pero crecimos rápidamente y acabamos organizando dos noches en el teatro Merlin de Budapest. También me di cuenta que no se me dan bien las partes habladas sobre el escenario. Puedo vivir la historia con el movimiento y la danza, pero tan pronto como abro la boca, no suena auténtico. Prefiero cantar.

—Siempre nos gusta hablar de las influencias menos conocidas y gracias a ti he oído hablar de Marina Abramović por primera vez. ¿Cómo describirías la influencia de esta artista en tu carrera?

—Creo que fue la primera persona que me introdujo, de una forma radical, en la total libertad artística. No quiero decir que no conociese ningún artista que fuese libre antes de eso, es solo que su trabajo toca las teclas adecuadas, es revelador. No estoy necesariamente de acuerdo con todo lo que hace, pero es una persona extraordinaria, me hace pensar constantemente. Me encantaría tomarme una taza de café con ella y tener una larga discusión sobre la vida y el arte.

—Uno de los aspectos de la banda (la inclinación por la “provocación sexual explícita”) se repite continuamente en artículos y reseñas. ¿Te ves como una persona provocativa? ¿Es la sexualidad una parte muy importante de tu vida?

—Veo esto todo el tiempo, esta agenda sexual para BNC, que se menciona bastante a menudo. Para ser sincera, no pienso en ello. Puede que para algunas personas yo sea provocativa. Puede que viva y exprese mi sensualidad de una manera diferente, a través de canales diferentes. El arte puede ser, de hecho, muy sexual, pero no creo que el artista necesariamente se dé cuenta de esto, o que sea una decisión consciente la de poner la sexualidad en el arte. Es una parte del ser humano y por lo tanto se manifestará de una forma u otra.

—Como comentaste antes, al comienzo, Black Nail Cabaret erais tú y Sophia Tarr. ¿Cómo os conocisteis y decidisteis empezar la banda?

—Antes de ser parte del grupo de teatro de terror llamado Art Macabre, nos conocimos en una discoteca gótica de Budapest hace más de veinte años. Creo que me pidió un cigarrillo y nos hicimos amigas. Tocaba el piano y yo quería cantar y componer canciones, así que juntamos todo aquello con lo que contábamos. Todavía somos buenas amigas.

—”Butterflies” fue vuestro primer single. ¿Elegisteis ese tema por alguna razón? ¿Tiene algún significado especial?

—Creo que fue una de las primeras demos que hice que no es una versión. Componer ese tema fue una buena práctica para mí. Además, entre la gente que escuchó la primera versión, esta fue la que más gustó. Por eso creo que se convirtió en nuestro primer single.

—Apostaría que la letra del tema “Let Me In” es una referencia a la película de vampiros del 2010. ¿Fue una gran influencia para ti?

—Así, es. Estaba bajo la influencia de la película de vampiros sueca del 2008, no la versión americana de un par de años después, esa no la he visto. Incluso las primeras imágenes que usamos en YouTube para la demo provenían de Let the Right One In, la película sueca. Más tarde, además, leí el libro, lo que penetró incluso todavía más en mí, ¡me obsesioné! De aquí salió también el nombre del segundo disco, Harry Me Marry Me Bury Me Bite Me. Era un grafiti que se encontraba en uno de los meaderos del libro.

—¿Habéis pensado en reeditar Emerald City, vuestro primer disco?

—Sí, hemos pensado en hacerlo con todos los discos, y hemos comenzado con Pseudopop ya que requería menos trabajo. Emerald City necesita ser completamente regrabado, no publicaríamos los temas en la forma actual. Todo debería ser grabado de nuevo. Creo que no tenemos las pistas originales y además ni el sonido ni la mezclas son muy buenas. Nos gustaría hacerlo con nuestras mentes y oídos actuales.

—En un concierto con Covenant conociste a Daniel Myer. Supongo que fue un momento importante para vosotros ya que ayudó a que entraseis en contacto con el sello Basic Unit Productions y además has cantado en uno de los discos de su proyecto Architect. ¿Cómo recuerdas trabajar en ese disco?

—Sí, nos volvimos a encontrar en el 2011, cuando tocaron en Budapest. Se acercó a mí tras el concierto con la idea de un nuevo disco de Architect. Creo que ese trabajo marca la medida de todas mis colaboraciones. Llego a disfrutar de todo lo que hago tanto como disfruté trabajando con las demos de Daniel. Desafortunadamente, no todas las colaboraciones son tan fáciles como trabajar con Daniel, creo que nuestras mentes artísticas resuenan bien. Siempre estaré agradecida por esta oportunidad.

—Krisztian Arvai se unió a la banda antes del segundo disco. ¿Necesitabais a otra persona a los teclados o más ayuda a la hora de componer los temas?

—Krisztian siempre ha estado ahí, ya que hemos trabajado juntos en el estudio desde el primer disco y ha co-compuesto el segundo álbum y el resto a partir de ahí. Así que cuando Sophie anunció que quería irse, después de una corta vacilación, me pareció que la opción más obvia era invitar a Krisztian a subirse al escenario. En los conciertos, él representa la seguridad y yo el peligro.

—El lado electrónico de ese segundo disco suena un poco más complejo. ¿Cómo ves la evolución comparado con vuestro primer material?

—El primer disco fue compuesto en mi diminuto estudio alquilado, e intentamos sacarles el máximo partido a los chicos del estudio. Para el segundo disco ya trabajamos juntos con Krisztian en casa, así que hubo un salto enorme bastante obvio.

Dichromat fue el primer disco sin Sophia Tarr. ¿Fue difícil continuar sin ella?

—Fue raro. Crear esta banda fue como un viaje para nosotras, con sus puntos altos y bajos. Además el perfil ha cambiado, de ser un dúo de dos chicas a ser Krisztian conmigo. Sophie siempre estaba en la parte delantera del escenario, en cambio Krisztian se centra más en el equipo y la música, manteniéndose en un seguro segundo plano, así que empecé a sentir que todas las miradas estaban puestas en mí. Me he tenido que acostumbrar a ello.

—¿Crees que las letras de Dichromat son un poco más profundas que en los discos anteriores? ¿Estabas pasando una época difícil?

—Las letras de Dichromat fueron escritas en un momento en el que no sabía que Sophie iba a abandonar la banda pero, de hecho, mi vida era bastante compleja por aquellos tiempos. Vivíamos en Londres, en un pequeño estudio, en el que solo había espacio para que una persona crease a la vez. Así que si Krisztian estaba trabajando en alguna mezcla, me tenía que poner los cascos y trabajar desde la cama o fuera en el jardín. O si estaba ensayando o grabando voces, se tenía que mantener ocupado en otro lugar o estar en la habitación sin hacer ruido. Además trabajábamos un montón en nuestros trabajos diarios, aparte de la música. Pero conseguimos que funcionase. Comparada con ese periodo, ahora vivimos una vida privilegiada.

—Tras el oscuro Dichromat, nos encontramos con el “pop” de Pseudopop, ¿piensas que fue una reacción al disco anterior?

—Creo que fue una bocanada de aire fresco, por decirlo de alguna forma, después de que retornáramos a Hungría, a un apartamento más grande. Tenía sentimientos encontrados, pero de cierta forma, fue un alivio incluso para mí. La vida en Londres parecía algo temporal y apresurada, de un día para otro. Cuando volvimos a nuestro país, sentí que había un objetivo de nuevo, especialmente para Krisztian. Creo que esto se percibe en Pseudopop.

—Podemos sentir la influencia de Madonna in el tema “Rhythm X”, ¿qué otros artistas de la cultura pop mainstream te han influido?

—”Rhythm X” realmente fue inspirada por la actuación de Marina Abramović de 1974, Rhythm 0. Fue en la época en la que estaba explorando su trabajo y llegué a conocerla en una firma de libros en Londres. Además estaba justamente empezando a descubrirme a mí misma con todos los fracasos y cosas podridas del pasado. De eso trata “Rhythm X”. En cuanto a artistas pop, Madonna fue una gran inspiración para mí, pero también me encanta Björk, aunque no estoy seguro de si es o ha llegado a ser pop mainstream. Escuché toda clase de material mainstream en los noventa, de Backstreet Boys a Michael Jackson, ¡la lista es muy larga!

—El tema “90s” muestra cierta nostalgia por esa época. Tras este interminable revival ochentero, ¿crees que ya la ha llegado la hora a la del revival de los años del grunge y el metal industrial?

—Creo que hay un enorme revival de los noventa. Simplemente echa un vistazo a esos vaqueros enormes y esas camisas de cuadros que lleva la gente. Espero que las generaciones más jóvenes continúen descubriendo la música de los noventa por ellas mismas. No sé lo que pasó en esa década, pero crecer en los noventa fue algo mágico. De la música alternativa, pasando al hip hop y la música rave, había mucha autenticidad e inspiración. Nirvana, Ace of Base, LL Cool J, la Love Parade de Berlín, Alanis Morrissette, Daft Punk, maldición, ¡todo eso en solo diez años!

Pseudopop es, según tus palabras, “una suma de toda la música que ha tenido un gran impacto en nuestras vidas” y habéis confesado que no os preocupasteis por centraros en un estilo musical. ¿Piensas que tendemos a limitarnos poniéndole barreras estilísticas a la música? ¿Crees que el disco ayudó a romper estas barreras?

—Para nosotros, realmente ayudó. Siempre intentamos seleccionar nuestros discos para asegurarnos de que sea un buen ramo de temas. Obviamente, todavía creo que esto es importante, después de todo, estamos componiendo álbumes, no EPs o singles, pero con Pseudopop, intentamos dejarnos llevar con cada tema y empezar con la mente en blanco, sin expectaciones de a dónde podía llevarnos. Intentamos implementar esta libertad en todo nuestro trabajo.

—Cuatro años después, en el 2022 publicasteis una versión remasterizada con un tema adicional y un orden distinto. ¿Se correspondía más con la idea original del álbum?

—No, la idea original era ese orden. Tuvimos que reorganizarlo para que encajara con las limitaciones de tiempo del LP. Aunque no queríamos publicarlo sin nada nuevo, por eso se añadió “Orchid” que creo que encaja muy bien en la atmósfera de Pseudopop.

—El concepto del siguiente disco, Gods Verging On Sanity, era algo como “Somos dioses, con un ano”. ¿Soléis componer vuestros discos sobre conceptos? ¿De dónde proceden las ideas de estos conceptos?

—Siempre hay un periodo de composición, de un año o quizás de dos. Un periodo normalmente conlleva, para mí, un tema, dependiendo de la temática que estoy leyendo o conociendo, el área de mi vida que estoy desarrollando, y así sucesivamente. Estaba muy interesada en la muerte. Todavía lo estoy. En el 2020 se trataba más del miedo a la muerte y ahora mismo más de la propia muerte, más allá del miedo: ¿qué pasa mientras mueres y después? Creo que estoy alargando este tema, pero es realmente importante. No me malinterpretes, no ocupa cada día de mi vida, también he estado explorando otros temas como las relaciones humanas, especialmente en el contexto de la sociedad patriarcal.

—El siguiente disco (Woodland Memoir) es menos electrónico y contó con la ayuda de algunos músicos por lo que se acreditó a Black Nail Cabaret and Friends. ¿Cómo fue trabajar con otros músicos en tus propios temas? ¿Fue grabado de forma más cercana al directo?

—Completamente. Empezamos a improvisar con algunos amigos para ver cómo sonarían los temas en un escenario diferente. Fue una experiencia interesante y reconfortante. Al mismo tiempo, tocar con otras personas fue muy tranquilizador. De alguna forma, me sentía segura.

—Vosotros dos, juntos con los chicos de Ultranoire creasteis vuestro propio sello Dichronaut Records. ¿Qué pasó con él? ¿Demasiado trabajo?

—Sí, tristemente fue exactamente eso. Después de un tiempo sentimos que no se desarrollaba de la forma que queríamos, íbamos en círculos y no creo que fuese de ayuda para la banda o ninguna futura banda que pudiéramos estar apoyando. De pronto, me tuve que encargar de todo el trabajo administrativo y, aparte de BNC, también dirijo otra oficina, así que se volvió algo difícil de gestionar.

—Chrysanthemum, vuestro último trabajo, trata sobre cómo explorar la muerte y el dolor y cómo encarar la vida. Has comentado que mucha gente te ha escrito para explicar cómo las canciones les habían ayudado. ¿Qué clases de historias os han contado los fans?

—Quiero evitar compartir citas exactas, pero hablando en general, la música les ha ayudado en momentos difíciles, cuando ha fallecido un familiar o en una relación difícil, con enfermedades mentales, ataques de pánico. Es muy emotivo conectar con la gente de esta forma. Es duro describirlo con palabras, y todavía estoy asumiéndolo.

—Habéis hecho muchas versiones, de Rihanna y Britney Spears a Pet Shops Boys, Depeche Mode y Talk Talk. Incluso de Rammstein. ¿Qué necesita tener un tema para que os inspire a hacer una versión?

—Me tiene que gustar, mi parte fan se tiene que imponer. Luego, tengo también que ver el potencial de escucharlo en una contexto o escenario diferente. Hay temas que me encantan pero son demasiado buenos para ser tocados. Para decirlo de otra manera: no puedo escucharlos en mi cabeza de otra forma.

—¿Cómo describirías la experiencia de cantar en el último single de la legendaria banda Attrition?

—Fue muy disfrutable y, de la mejor forma posible, un desafío. Me encantan los pasajes sonoros poco frecuentes, me transportan a otros lugares. Martin, además es una persona muy agradable y gentil.

—Emke es tu proyecto paralelo con el que grabaste tu segundo EP (Two) en el 2017. ¿Utilizas este otro proyecto como un vehículo para los temas que no encajan en Black Nail Cabaret?

—Sí, ya que BNC, después de todo, es una colaboración. Ambos tenemos que estar de acuerdo en un tema para que aparezca en el siguiente álbum. Hay temas que empiezo ya pensando que no van dirigidos a BNC y otros que los empiezo en mi estudio para BNC, pero que luego hemos estado de acuerdo en que no encajaban en el siguiente disco.

—¿Qué planes tiene Black Nail Cabaret para el futuro?

—Ya veremos. Estamos escribiendo temas mientras hablamos, pero no sabemos cómo o cuando aparecerán. Hay una canción húngara que puede que publiquemos como single digital, que fue escrita para una promoción especial de un proyecto llamado The Sound of Matra. El festival Fekete Zaj, en colaboración con la compañía sueca Kilohearts, ha creado el sonido Black Noise al convertir la textura topográfica de las montañas Mátra de Hungría en una onda musical usando Phase Plant, el sintetizador modular que ha ganado varios premios. Hemos creado el tema usando sus sonidos.

—¿Qué podemos esperar de vuestro concierto en Santuario?

—Intentaremos aprovechar el tiempo que tengamos, y ¡probablemente nos centraremos en temas con energía y menos en baladas!

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