Foto de portada: Sonia Hernández
El festival Ombra tuvo lugar este año del seis al ocho de diciembre y, de nuevo, volvió a ser ciertamente inabarcable: en todas las salas siempre había algo interesante y no importaba cuál hubiese sido tu elección, siempre alguien que te contaba que había visto una actuación que le había parecido increíble. Al ser el viernes festivo nacional, hubo mayor concurrencia de público que otros años, aunque nada que pudiese resultar incómodo. Por mi parte intenté ver todo lo posible dentro de los límites de no poseer el don de la ubicuidad, me perdí algunos lives que gustaron mucho a los asistentes (como el de Charlie del primer día y el cierre con High-Functioning Flesh) y ni siquiera tuve tiempo de acercarme por la Twilight Zone ya que entre los escenarios Ombra y Operator ya estuve suficientemente ocupado. Este ha sido el último año que el festival tiene lugar en la antigua fábrica de Mercedes (aunque lo dijimos ya el año pasado, esta vez sí es la definitiva) aunque nos han comentado que ya tienen puesto el ojo en una nueva sede.
La llegada al Ombra fue a través de un oscurísimo pasillo (el primer día se pasaron con la oscuridad y muchos tuvimos que usar nuestros móviles para encontrar la salida) que me transportó a la antigua fábrica de Mercedes. La inmersión fue completa y durante ese corto intervalo conseguí olvidarme completamente del día gris que había al otro lado del túnel. Mientras mis ojos se acostumbraban de nuevo a la luz solar de ese frío día de invierno, pude distinguir la Ombra Gallery con las exposiciones a mi derecha y la nueva ubicación del market a mi derecha.
Corrí para llegar a la primera actuación de la sala principal (Ombra) que era del alemán Chris Imler. Por el camino, ya me empezaron a hablar de Jose Puebla, que actuaba en la Twilight Zone. Cuando llegué, Chris Imler estaba empezando, o probando sonido, no sabemos bien ya que bromeó sobre ello. Chris fue lo más parecido a un hombre orquesta que vimos en el festival ya que se presentaba tocando la percusión, a ratos la trompeta y, entre otras cosas, una especie de theremin. Tuvo muy buen sonido y dio una actuación llena de humor, con momentos muy divertidos como cuando se puso a cantar con autotune haciendo una especie de moderno R’n’B. Todos en el público mirábamos al escenario completamente perplejos, cosa que Chris aprovechó para interpretar uno de sus mejores temas, la maravillosa “Disappoint Me” (que debería haber sido un hit). Su concierto fue muy variado, tocó desde piezas que me recordaban a Devo a momentos más dub como el tema “Schau Hin”. Siguió con partes que sonaban experimentales, otras más reposadas y, de nuevo, volvió al dub. Chris Imler no dejó de sorprendernos en ningún momento, y continuó demostrando su gran sentido del humor, ya fuese con bromas sobre Stalin o cantando un tema en italiano que dijo que sonaba como el Papa Benedicto cuando estaba borracho. Hizo todo esto e incluso presentó algún tema nuevo cuando todavía no eran ni las seis de la tarde. Top tres del festival sin ningún lugar a dudas.
Puntual salió Credit 00, uno de los pocos artistas de esta edición que ya había pasado antes por el festival. Uno de los puntos fuertes del Ombra es, sin duda, esa capacidad de sorprender edición tras edición con carteles en los que prima lo nuevo, dando la oportunidad a su público de conocer nuevas propuestas. Aunque nos habían hablado muy bien de Charlie que actuaba en el escenario Ombra, quería ver al proyecto del alemán Alexander Don ya que tengo varios EPs suyos, publicados en algunos de mis sellos favoritos como Pinkman o Mechatronica. Entre los asistentes nos encontramos a Negocius Man, uno de los maestros del electro nacional, y a Mecanizados Colomer que tocaba al día siguiente. La actuación de Credit 00 comenzó con algunos problemas técnicos y por un momento parece que se olvidaron de ponerle efectos a la voz. Pero se solucionaron los problemas y el alemán nos sorprendió con los bellos sonidos que sacaba de su sinte. Su live fue subiendo en intensidad, con una primera parte más de electro más lento y clásico y llegando casi al electro más industrial. La segunda mitad de su actuación fue muy disfrutable e hizo que toda la sala no parase de bailar.
En el escenario Ombra tuvimos una muestra del pasado y el presente de la música griega con dos propuestas del país helénico. Empezamos con Alpha Sect, el productor que conocimos gracias al EP Dark Rituals que publicó Soil. La suya fue una actuación bastante potente, en la que se alternó a la voz con sus máquinas y la percusión electrónica. Su mezcla de electro con EBM y actitud punk nos ganó por su contundencia e increíble energía. Este año ha vuelto a publicar EP en Soil y de nuevo es muy recomendable.
In Trance 95 no solo fueron pioneros en la electrónica griega sino que tenían un sonido propio muy original con un maravilloso toque de oscuridad como se puede comprobar en el completamente agotado recopilatorio Cities Of Steel And Neon publicado por Minimal Wave. De ese disco interpretaron temas como “21st Century European Temptation”, con un sonido que se podría emparentar con Absolute Body Control. In Trance 95 son un trío con un cantante, llamado Alex Machairafs, con una gran actitud y que fue el centro de atención en todo momento. Aunque empezaron algo más atmosféricos, pronto nos hicieron bailar a todos con sus temas con regusto ochentero con toques oscuros.
Adam Tristar se presentó en directo con otro teclista pero sin Regina Chapman, la voz de sus discos. Esto chocó un poco a algunos asistentes que no conocían que el holandés suele girar así. Andreas Hermann, de Cold Transmission, fue quien me informó de ello ya que, de nuevo este año, estuvo con su inseparable Suzy disfrutando de los conciertos. Adam suplía las voces con su sinte, con el que tocaba las melodías. Escuchamos algunos temas con sonido post-punk algunos más synthwave, pusieron alguna voz grabada, hubo momentos emotivos y bailables y lograron que no echásemos de menos a Regina.
Aproveché el rato que hubo entre los conciertos para visitar la zona de comida, que este año era mucho más amplia. Había varios food trucks y mucho sitio para sentarse. Como lo más rápido parecía ser una pizzería, pillé una porción y me la comí charlando con unos amigos para estar listo para el último concierto.
Nightcrawler había llenado la sala Operator, pero yo opté por ver a los Jäger 90, una formación que tiene una gran seguimiento dentro de la escena madrileña ebmera y que hacía tiempo que no tocaban por aquí si es que alguna vez han pisado nuestras tierras. Además eran novedad porque Oráculo les había publicado hace poco un recopilatorio. Jäger 90 retomaron la EBM más clásica de los ochenta, facción DAF a mediado de los dosmiles y dieron a conocer ese sonido a las generaciones más jóvenes. Aunque solían tocar con batería, como el mítico dúo de Robert Görl y Gabi Delgado, desde que se fue Marcel Lüke, Thoralf Dietrich se hace acompañar de un teclista. El dúo nos deleitó con algunos de sus clásicos como “Wir Brauchen kein Feuer (Flagge zeigen)”, la clásica “Muskeln un Küsse” o “Beim ersten Mal tat’s nicht weh” y dieron una lección de pura EBM. Thoralf Dietrich demostró ser muy buen frontman, derrochó energía y carisma ante una legión de fans de la EBM que se apilaron en las primeras filas. Con su baile característico, Thoralf siguió regalándonos perlas de su repertorio como “Ich Schwitze” y, aunque se nos hizo corta la actuación, salimos muy satisfechos. Al día siguiente quería estar a primera hora en el festival, así que opté en irme al festival en vez de continuar con alguna de las after fiestas que se celebraban en la sala Upload.