Nada más aconsejable para esta navidades de villancicos y tonterías que una buena mezcla de dark electro, industrial y EBM como la que nos brinda Echōdead. Enter the Void, el segundo álbum del proyecto de Carsten Roggenbuck incluye 13 pildorazos bastante potentes y bailables con sabor clásico y que recorren todo el abanico de la música electrónica que nos gusta. Los numerosos samples de películas ayudan a crear una atmósfera apocalíptica y opresiva que viene acompañada, en mayor parte, de ritmos bailables. Enter the Void ha sido publicado en CD y digital por Caustic Records.
Carsten abre fuego con un tema duro y lleno de rabia titulado “Rivers of Blood”, en el que tanto la música como la voz son abrasivas e hirientes, presentando un sonido apocalíptico que gustará a los amantes del dark electro/industrial. “Six Bad Robots” es más ligero y bailable, con ritmo más EBMero. Vuelve la rabia en “Out of Control” con una percusión contundente y una melodía de sintetizadores pegadiza. El estilo EBM/ synth punk con el que Carsten canta el estribillo me recuerda a nuestro amigos de Spammerheads . “I don’t like Humans” es bailable a la vez que dramática, con un diseño de sonido muy cuidado. “This Disease” es una composición en el que Carsten juega el contraste entre su voz más gutural y la más melódica en los coros.
“Half Life” es intensa y oscura, y para la ocasión, el alemán mete efectos en la voz. “This is your new skin” es un tema rápido y bailable cantado con descarado y con unos coros “hooligans”. “Wir Sind Die Anderen” es otra composición rabiosa que transmite mucha energía y con una interesante producción que suena muy vintage especialmente en los sintetizadores iniciales y la percusión. Carsten es un amante de los sintetizadores Yamaha y Ensoniq de los ochenta y noventas y eso se nota en el sonido del disco. “Triebwerk” es otro tema con mucha rabia y energía aunque con un toque divertido en lo musical. “Interzone” comienza más atmosférica y cinematográfica y tiene estribillo con vocoder. En cambio, Carsten canta con toda la rabia del mundo en el estribillo de la frenética “I hate the silence” de nuevo con unas melodías de sintetizadores muy buenas. “Creep in the shadows” es otro tema lento, cinematográfico e intenso, con gritos que quedaría perfecta en una película de miedo o como banda sonora de tu propia pesadilla. De lo mejor del disco. Terminamos con “Enter the Void”, una pieza instrumental, desasosegante y muy cinematográfica con un sample que recita lo de We are the music makers popularizado en la película Charlie y la fábrica de chocolate pero que en en realidad parte de un poema de Arthur O’Shaughnessy. Con su espectral melodía de teclados, unos cuantos gritos y unos coros que dan un toque épico se cierra magistralmente el disco.
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