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Entrevista a Sergi Ribó (Ombra Festival)

por François Zappa

Foto de portada: Sergi Ribó

En todo festival, siempre hay artistas que permanecen en la sombra, que mejoran la experiencia artística y hacen que la música nos llegue de la forma adecuada. Esto se puede comprobar, especialmente, en el festival barcelonés Ombra, que este año llega a su sexta edición con otro cartel del lujo. Sergi Ribó, director artístico del festival, nos habla en esta interesantísima entrevista, que será publicada en dos partes, de su carrera profesional y de todo el equipo que está detrás del puntero evento. En esta primera parte, conoceremos sus comienzos en el mundo de la dirección artística y sus primeros pinitos como DJ, a la vez que nos habla de la importante aportación al festival de RIP TV y Slidemedia.

Foto: Raúl Gayo

—¿Qué nos puedes contar de tus primeras experiencias en el mundo de la dirección artística? 

—Primero de todo, decir que el título de director de arte es algo que me he “autoimpuesto” recientemente en este proyecto de Ombra, simplemente para definir la responsabilidad y cargo dentro de lo que es la organización del evento.

Todo mi recorrido artístico es completamente autodidacta, no he estudiado nada de Bellas Artes ni nada de eso, lo que hago son curiosidades e inquietudes que ya desde muy pequeño me rondaban por dentro y también porque lo he vivido desde que tengo uso de razón.

Para ponernos en situación y saber de dónde vengo, en mi casa mi padre sacaba mucha fotografía, sobre todo diapositiva, siempre iba con las cámaras de fotos y filmadoras de Super-8 a todas partes, que luego proyectábamos en una pantalla en casa.

Musicalmente, ya muy joven empecé con el tema del solfeo y estudio de guitarra clásica española. A los tres o cuatro años escuchaba a Paco de Lucía y The Beatles, Pink Floyd, Alan Parsons Project, siguiendo con Depeche Mode, Jean Michel Jarre…  las guitarras, este tipo de sonidos…  son cosas que me han marcado mucho, con lo cual ya tuve muy claro que la música sería algo muy importante en mi vida. Con 10 y 11 años hacía audiciones de guitarra en mi clase de la escuela, y mi primera experiencia como dj fue a los 16 años en una disco de tarde de mi ciudad que se llamaba “Glass”, dónde también fui el relaciones públicas.

En cuanto a la primera experiencia seria en sí, o en solitario, fue en el Zoom club, en Lloret de Mar, en el que estuve muchos años. Abrió sus puertas en el 98 y las cerró en el 2012. Antes ya había hecho algunas cosas en varios locales por todo el territorio catalán principalmente y algo nacional, pero fue realmente en el Zoom donde pude desarrollar esta faceta artística y creativa. Cada semana se cambiaba todo el concepto visual, teníamos proyectores de diapositiva y unos cuantos años más tarde ya tuvimos proyectores de vídeo. Pensaba una temática, creaba las diapositivas y se proyectaban en la pared traslúcida detrás de la barra en modo retroproyección, en columnas y en una pantalla redonda detrás de la cabina del dj también en retroproyección, y en cuanto al vídeo, cuando no eran vj sets de clips de loops era video experimental de grabaciones hechas por mí. El concepto era crearle una experiencia sensorial a la gente que venía. Era un club pequeño de 200 personas. Fui uno de los dj residentes también. Aquello fue un pequeño gran oasis en Lloret de Mar. No tenía nada que ver con lo que eran las discotecas locales de Lloret, que es como el Benidorm de la Costa Brava, para que nos entendamos. Ese local ha marcado a muchísimas personas.

Esto me ha servido para luego presentar trabajos y tener una visión diferente de lo que, por ejemplo, es una decoración en un local. Me ha servido para poder pensar en conceptos, para poderlos implementar en cada espacio y en cada entorno, en cada situación y no poner cosas porque sí. Zoom club fue como mi pequeño laboratorio particular. Primero hay que saber a qué tipo de público va dirigido, qué tipo de evento es y lo que se quiere o pretende transmitir, a donde quiere llegar… para poder así buscar a los artistas adecuados, ya sea en el campo de la pintura, visual, fotografía o video. Buscar lo que mejor se implementa en cada espacio concreto, no poner algo porque sí, es buscar una conexión, una connotación con todo. Es muy difícil encontrar lugares o eventos dónde se dé esta sinergia. Cuando los diferentes conceptos no están equilibrados o alineados algo cojea y el subconsciente nos dice que algo no está en equilibrio. ¿Y qué pasa? Que no cuadra lo que escuchas con lo que ves ni con la atmósfera de la luz. Para mí, esto es una premisa, que esté todo en esas frecuencia equilibrada.

Foto: Yaroslava Shneider (Gamma Festival 2024)

—¿Estuviste en algún otro proyecto de índole musical que haya sido decisivo para tu trabajo posterior en Ombra?

—Si hay algo que pueda definirse como decisivo, esto fue el festival NO LÍMITS (1ª edición en Celrà – 1992 o 1993), y mi paso por Girona. En esa época, entre otras cosas, estuve trabajando con Miguel Calderón, que hacía decoraciones por todas las salas y locales de la provincia de Girona y también por Barcelona y sus alrededores. Luego, el verano del 99, me fui a Ibiza con Patrick Grau, estuvimos haciendo las escenografías de “Decadance” en Amnesia cada viernes. Estos serían puntos importantes.

Cuando vas por lugares, te inspiras y algunas de las cosas que ves pueden reafirmar algunos de tus pensamientos o ideas. Hablando desde mi perspectiva, muchas veces voy a lugares que, por eso que llamamos “defecto profesional”, ves algo y dices: -“hmm… este foco está fuera de lugar, tendría que ser de otro tono y mejoraría mucho enfocando a la pared para que haga el reflejo efecto rebote y de esta manera atenúe más y cree atmósfera…”, o “las imágenes del VJ no pegan ni con cola con la música que se está escuchando…” Es muy difícil encontrarte con un evento dónde todo esté “en su sitio”, pero no es imposible, ese lugar existe. Cada uno ve las cosas en base a su criterio y conocimiento, siempre basado en su experiencia.

Lo que estoy aplicando en Ombra no es más que esto. Todo me ha llevado a estar en este punto. Es una preparación que todavía sigue porque siempre estoy aprendiendo. Cada año nos nutrimos de cosas nuevas que aparecen en nuestros caminos, descubriendo y conociendo. Esto nunca termina.

El conocimiento, la creatividad, los criterios artísticos, la manera de ver las cosas y la vida misma, tanto en lo personal como en lo profesional, hay aspectos innatos que ya van integrados en el software y otros que surgen o se “despiertan” a través de influencias y experiencias externas, apenas hay diferencia en lo personal y lo profesional, ya que la base que lo sustenta todo es la misma siempre. En ese aspecto, mi casa sería un ejemplo: cuido todos los detalles, la iluminación, su tonalidad, cómo está todo distribuido…  En Ombra, cuido y hago las cosas como si fuera mi propia casa.

—¿Cómo empezó tu relación con el festival Ombra? ¿En qué edición empezaste a trabajar con ellos?

—Todo empieza muchísimo antes de que existiera el festival y tuviera nombre.

A Raúl, que es el ideólogo y primer impulsor del festival, lo conozco desde la adolescencia, ya que los dos somos de la misma ciudad, Sabadell, y siempre coincidíamos en un lugar de ocio donde había recreativas y futbolines llamado “Sant Pep”, era como nuestro segundo instituto, ahí se hacía carrera de verdad. Los fines de semana (y entre semana cuando faltábamos a clase) nos juntábamos ahí a primera hora de la tarde para luego ir a tomar las cervezas y para pasar a los bares musicales y a las discotecas. Nos conocemos desde esa época y siempre hemos estado en contacto.

Dejé Sabadell muy jovencito, entre los 20 y 21 años me fui a vivir a Girona. El detonante fue una fiesta un 1 de enero por la mañana llamada “Gènesis”, en el 92 o 93, en un hangar de tren en la estación de Celrà. Allí estaba emergiendo la escena techno trance que luego se expandió por todo el territorio nacional. Todo empezó allí, y tuve el honor y el privilegio de estar en esos inicios. Se me abrió una puerta gigante, dejé a la novia que tenía y el trabajo en un registro de la propiedad, para sumergirme de cabeza en esa escena. ¡No existía nada más en mi mente!

La vida quiso que fuera a vivir a casa del responsable de la programación de “La Sala del Cel” en Girona, Lluís Calderón, también creador (junto a otros) del primer festival de música electrónica y arte performático que se hizo en España, llamado NO LÍMITS, en el cual colaboré, y fue mi primera experiencia dentro de un equipo organizador de un festival vivido de primera mano.

Luego estaba “La Sala del Cel”, que era el máximo exponente en ese momento de la escena techno trance junto con la sala “Blau” en Banyoles. Este club fue la segunda sala donde Jeff Mills vino a pinchar aquí en España y la primera que trajo a Green Velvet como Cajmere, entre otros, (ese día, a Green Velvet nos lo llevamos de after a La Maret, antigua fábrica de embutidos en ruinas al lado de la autopista y “perdió el avión”… su manager se fue y él se quedó…  aquello fue un festivalazo). Podría explicar muchas anécdotas de toda esa época en la que estaba allí viviendo, formándome y nutriéndome de toda esta subcultura que empezaba a emerger aquí en España, todo proveniente de canales belgas, franceses, suizos y alemanes que entraban por ahí.

Todo esto me llevó a conocer a Nico Cabañas, que es el otro socio (en Ombra somos tres socios, Raúl, Nico y el que escribe). Fue en La Sala del Cel, dónde Lluís lo programó un domingo por la noche como dj… me presenté y de ahí me lo llevé a un after (como no) en una cala de la Costa Brava que habíamos puesto en marcha el sábado por la mañana. Rápidamente surgió una gran y fuerte amistad desde el primer momento que ha ido creciendo con los años.

En cuanto a Raúl, hubo un detonante bastantes años más tarde, fue un proyecto que creó que se llamaba “Soundworks”. Me dio el dossier impreso para que lo mirara, eso fue más o menos 2004, 2005 aproximadamente, y me preguntó qué me parecía. Entonces, yo le dije -“Hostia, está muy guapo el concepto” y me propuso que le echara un cable a montarlo y organizarlo, y así fue, en esa primera noche en la sala Danzarama, en Barcelona con una formación alemana que se llama The Dose. Monté todo el concepto visual, fabricamos un escenario de madera con mi tío (ebanista y carpintero) y automáticamente me dijo “Te quiero conmigo.” Viéndome funcionar supo realmente a quién tenía a su lado, y a partir de ahí siempre cuando hacíamos los eventos de “Soundworks” (y cualquier otro) me encargaba de todo, los conceptos e instalaciones visuales y de la iluminación.

Foto: autorretrato

—El festival siempre ha tenido una imagen muy industrial, en parte por los dos espacios principales en los que se ha realizado, Utopia126 y ahora la Antigua Fábrica ENMASA Mercedes-Benz. ¿De dónde surge este idea de darle esa imagen a Ombra?

—Las referencias musicales ya lo definen: música industrial, Coldwave, Darkwave, Synthwave, EBM, Electro…. Todas estas definiciones musicales ya evocan un escenario concreto. Cuando uno piensa en estas palabras y estas definiciones, automáticamente vienen imágenes y lugares concretos: una fábrica, una casa derruida, unos sótanos, vías de tren, antiguos garajes, edificios abandonados…  Son todo un cúmulo, un grupo de conceptos que salen solos. Cuando hablas de estos estilos o escuchas este tipo de música, pues no te vas a imaginar una terraza, una puesta de sol en Ibiza, ahí con todos vestidos de blanco o un sitio con palmeras y jaimas árabes a plena luz del día.

No es que surja la idea de darle esta imagen a Ombra así porque sí, sino es que ya va con el concepto de lo que se organiza dentro del festival. Todos nosotros estamos de acuerdo en que en este tipo de arte, a este tipo de sonidos, a este tipo de bandas les tiene que envolver un entorno concreto, y fíjate que hacemos el festival de día, pero creamos una atmósfera oscura, sin luz natural, al menos en el escenario principal. En el segundo escenario, Operator Stage, ahí sí que jugamos un poco con el proceso natural del crepúsculo, que esto ya crea una atmósfera concreta también, no está a plena luz del día, pero tú cuando entras allí, en el escenario de Operator, ves que entra la luz de la calle, ves las luces artificiales del escenario, pero, poco a poco, se va oscureciendo en el exterior y va naciendo y creciendo la otra atmósfera. Este cambio es magia pura, eso es realmente mágico…. esto le da una fuerza brutal al concepto. Con el escenario principal ya buscamos la oscuridad casi total, todo lo que se pueda para sumergirte dentro de lo que son las bandas. No es que surja una idea de darle esta imagen, sino que la imagen ya viene sola. Esto es la pura sinergia de nacimiento.

—¿Cómo enfocas cada edición? ¿Buscas un concepto nuevo para cada año o simplemente buscas mantener una línea?

—Antes hablábamos un poco de lo que sería la imagen del festival, es una imagen que ya surge sola de forma natural. ¿Entonces, cómo enfocamos cada edición? No busco un enfoque concreto, no lo busco porque ya va integrado en el programa interno mental del que dispongo. Simplemente lo que “se busca” es transmitir algo que nosotros creemos obvio, porque en base a nuestro propio conocimiento, en base a nuestro criterio, basado en nuestra experiencia y en nuestro sentimiento interno, intentamos transmitir algo que al final no es nada más que una emoción. Intentamos transmitirla de la manera más fiel posible, en cuanto al tipo de iluminación, los colores, la intensidad, el entorno.

Si entendemos por concepto implementar cosas nuevas que tengan relación con lo que es Ombra, entonces sí, cada año se implementa algo nuevo. La línea está marcada desde el inicio, obviamente, pero cada nueva edición es distinta a las ediciones anteriores. Igual que hoy no soy el mismo que era ayer, mañana no seré el mismo que soy hoy. Entonces, cada año cuando termina la edición, empieza un proceso hasta la siguiente edición, siempre hay un crecimiento, consciente o inconsciente. Hay cosas quizás a las que no habíamos prestado atención anteriormente, entonces igual este año surge esa atención y podemos implementar algo diferente para el público, se crean otro tipo de instalaciones artísticas y visuales, etc… Este año repetimos en ENMASA Mercedes-Benz, aunque teníamos otras opciones. Esto nos da una cierta ventaja porque como ya tenemos la experiencia del año anterior, pues es mucho más fácil implementar las cosas. Aparte, por contrato teníamos un año más y vamos a aprovecharlo. No hacerlo sería un poco estúpido por nuestra parte, ya que a nivel energético también nos hace ir un poco más tranquilos y el desgaste es menor. Obviamente no va a ser calcado. Los dos escenarios van a mantenerse en el mismo lugar. Ombra Stage y Operator Stage se van a mantener en las mismas salas, pero intentaremos aportar algo diferente para que no sea exactamente lo mismo y poder así sorprender al público asistente y que cada año sea más enriquecedor. Vamos a darle un par de vueltas de tuerca al tema para poder sorprender y que la experiencia sea a otro nivel que la del año anterior, que ya estuvo muy guapo.

Foto: Yaroslava Shneider (Gamma Festival 2024)

—¿Qué te parecía el Utopia 126 como sede del festival a la hora de trabajar?

—Utopía 126 es un espacio fantástico. Era muy fácil trabajar ahí porque estaba todo más “cerca”. A la hora de hacer una producción es fácil, como muy bien dice el director de producción, que es Andrés. También, a nivel creativo y artístico estaba todo más concentrado. En Utopía 126 entrabas directamente a la sala desde el hall de los tickets, y en ese mismo hall, a la izquierda, teníamos lo que era el market, que lo pusimos ahí el segundo año que estuvimos en Utopía, lo que fue un gran acierto. A partir de allí entrabas ya directamente a la sala principal. De ahí pasabas a un pequeño espacio que te llevaba a la Twilight Zone, que era ese espacio intermedio, era como la zona experimental, instalaciones, exposiciones, etc… donde hacías una descompresión de la sala principal para salir a la terraza y de ahí al Operator Stage. La distribución era perfecta, fantástica y además también Utopía nos facilitaba el trabajo para todo el tema de recorrido ya que en un momento estabas al otro lado, no hacías tantos kilómetros como en Mercedes, que aquello es como una yincana de campeonato en toda regla.

Las dos ediciones que estuvimos en el Utopía 126 fueron un gran regalo para nosotros y el trabajo era simplemente más fácil que en Mercedes. La estructura del edificio es perfecta, todo más acotado, más concentrado.

—¿Te ha sido difícil tener que adecuarte a distintos espacios en los últimos años?

Sinceramente, creativamente hablando, no me resulta difícil adecuarme a ningún espacio, porque mi mente cuando entro en un lugar ya visualiza todo. Empiezo a visualizarlo de una manera natural, automática. El concepto está todo integrado, qué somos, cómo somos y qué queremos transmitir. Hay personas que viven asociadas y hay personas que viven disociadas, el concepto de vivir asociadamente es vivirlo todo en primera persona, este es mi estado, y cuando entro en un lugar ya lo estoy viendo y sintiendo todo al momento, dónde va cada cosa, cómo iluminar cada espacio, dónde implementar cada uno de los atributos de cada escenario, la disposición de todo lo que ha de haber en el espacio…  Cada vez que entro en un espacio nuevo es muy emocionante y, a la vez, es un reto y a mí estos retos me ponen que te cagas… Ver un espacio y empezar a soltar la imaginación, visualizar y empezar a verlo todo ya montado y adecuado a todo lo que tiene que ser y cómo tiene que ser. Esto es una cosa que a mí personalmente me da un chute de energía alucinante. Si fuera por mí cambiaría cada año de lugar ja, ja, ja, ja…   

Como decíamos antes, repetir el lugar está bien, te facilita las cosas porque ya tienes el mapa hecho, pero es interesante cambiar algunos conceptos para que no sea exactamente el mismo patrón y la gente viva diferentes experiencias. Esto enriquece. De hecho, por el recorrido y experiencia que tenemos, podríamos decir que Ombra es un festival itinerante, en 5 ediciones hemos estado en 7 localizaciones diferentes, no está mal. Algunas personas cada año nos preguntan dónde será el próximo Ombra… 

-¿Crees que el público de Ombra está más receptivo al enfoque artístico que tiene el festival?

—Sí, absolutamente. Esto es un sí rotundo. Y te explicaré el por qué. El concepto de Ombra es para un público de nicho. No es un concepto mainstream, no es un concepto comercial, y mucho menos no es un concepto fácil, como podría ser otro tipo de festivales más amenos, no quiero nombrar ninguno, pero bueno, los que estamos donde estamos ya sabemos de qué hablamos. El 95% del público es, y de eso estamos muy orgullosos, un público educadísimo, y no solo en actitud, sino en conocimiento. Esto es lo que hace que Ombra sea lo que es, también en base al público que viene a él. Ese público solo lo he visto fuera del país, en algunos otros eventos, luego hablaremos de ellos. En este país no lo he visto en ningún lugar, sé que existe, pero no he tenido el honor o el privilegio de estar en esos lugares, y sé que existe porque Raúl me ha hablado de algún lugar.

La nuestra es una propuesta y oferta musical muy concreta, el público que viene a Ombra no viene por el lugar, no viene por las exposiciones o instalaciones que se puedan hacer, no, (aunque la pasada edición vino gente por la exposición de Giger), vienen principalmente por la propuesta musical. Esta es la base de Ombra, la propuesta musical, esto es así, luego el resto de las cosas acompañan a esta propuesta y es un añadido a la propuesta musical para que el público que venga tenga otras válvulas creativas, otros inputs creativos que van en la línea del concepto musical que se expone. Se busca que todo lo que son las propuestas artísticas, ya sean visuales o implementaciones esculturales por el entorno, por el espacio, cualquier cosa que sea arte vaya paralela y cogida de la mano de lo que es la música en Ombra. Por eso, obviamente, el público está receptivo a todo este enfoque. Es más, creo que lo agradecen también. Aquí también es interesante buscar conceptos artísticos que puedan sorprender, valores añadidos, que al final el concepto global es lo que cuenta. Estamos muy contentos del público que tenemos en Ombra y muy agradecidos. Es todo un honor trabajar para este público.

Foto: Bogdan Stakic (Gamma Festival 2024)

—¿Cómo te fue la edición del 2022 en el que la organización tuvo que buscar los espacios a última hora y acabó desarrollándose en tres salas?

—El año 2022 fue todo un reto en mayúsculas, porque a dos meses vista del evento, se nos comunicó directamente que no se podía realizar el festival en Utopía 126. Ya nos habían avisado de que a lo mejor podría no ser, pero nosotros, toda la cúpula, somos personas muy, muy optimistas, y vamos hasta el final con todo, hasta que uno ya sabe que esto es el final y más allá no se puede ir. Teníamos la confianza de que podríamos seguir en Utopía. Bueno, aun así habíamos ido a ver otras localizaciones. Ya íbamos mirando, pensando, buscando, desplazándonos a otras localidades fuera de Barcelona inclusive. Y esto fue como una carrera contrarreloj, porque miramos, teníamos tres o cuatro localizaciones, habíamos ido con ingenieros, habíamos ido con el personal de las licencias, habíamos ido valorando todas las opciones, ya no solo de si se puede hacer aquí a nivel artístico, sino también a nivel económico y a nivel de implementación de nuestras voladas mentales, porque realmente cada una de estas localizaciones pues tenía sus pros y sus contras. Entonces, claro, había que ponerlo todo en la balanza y ser muy realistas y más con el corto margen de tiempo del que disponíamos.

¿Nos provocó un desgaste? Absolutamente. Aquellos dos meses fueron un desgaste inhumano. Cuando parecía que ya teníamos un lugar, un edificio en Badalona, el ayuntamiento de la ciudad nos comunica que no puede ser… esto ya fue muy bestia. Íbamos a hacer el festival por tal de salvarlo en formato muy reducido, y a una semana vista de abrir puertas se nos dice que no, “porque no contemplaban eventos artísticos”. Una chorrada en una cláusula que permitía eventos culturales pero no artísticos…  como si el arte no fuera cultura… una cosa muy rara… la verdad es que vivimos en un país dirigido y gobernado por borregos… ¡no se salva ni uno! Esa noche fue muy loca para todos. Estuvo a un pelo de que se cancelara, pero nosotros somos muy de tirar “palante”. Raúl mandó un S.O.S a los contactos que tenemos en Barcelona y fue la salvación del festival, principalmente para no dejar tirado al público que ya tenía las entradas, y nosotros que somos todos putos guerreros, seguimos para adelante y a por todas. Esto nos pasó mucha factura, y hay que decir que la satisfacción fue plena. Poder conseguir esto fue un reto inhumano, las alternativas que salieron fueron la sala Paral.lel 62 y Upload, gracias a David Marzo, y la sala Input gracias a Ignacio Furest, que nos echaron un cable brutal. Luego las actividades paralelas las hicimos en una sala al lado del claustro del monasterio de Sant Pau del Camp, un lugar histórico, que después de ir a conocer a Mosen Joan y explicarle la situación, nos abrió la puerta para poder hacer las conferencias, estaba justo en la esquina de Paral.lel 62, en el Raval. Estamos muy agradecidos a toda esta gente, sin ellos esto no hubiera sido posible. Tras esa edición terminamos enfermos. El cuerpo dijo basta. Y muchos de nosotros estuvimos haciendo una descompresión recuperándonos energéticamente en cama. Fue una locura, pero lo conseguimos.

—¿Durante cuánto tiempo trabajas en una edición del festival?

—Ahora, como bien sabéis, vamos por la 6.ª edición, y estamos trabajando en ella oficialmente desde finales de enero principios de febrero. Pero claro, no es lo mismo la primera edición que la 5.ª. Vamos a retroceder en el tiempo: La primera edición fue una cosa que se organizó en un par de meses en el 2018. Raúl hacia un tiempo que quería hacer algo con los artistas del sello Oráculo Records, logró convencer a Nico y nos juntamos los tres. Mi tarea en esa primera edición fue la de coordinar todo con los artistas previo viaje a Barcelona, encargarme de su recibimiento, llevarlos a los camerinos y a escenario, lo que es la tarea de un regidor, hosting y stage manager, todo en uno, y como no, de poner la atmósfera adecuada en cuanto a iluminación y visuales.

Eso fue en dos meses, y lo hicimos así, pim pam. Fue una cosa muy rápida y muy fácil de hacer. Claro, la segunda edición ya fue una cosa más compleja. Raúl ya dijo que la cosa se ponía más sería y que le veía más forma. Entonces ahí ya empezamos a trabajar unos cuatro meses antes del evento más o menos. Durante el año vas haciendo algunas cositas, porque aquí cada uno de nosotros tenemos nuestros trabajos, digamos de lunes a viernes, y estos trabajos son los nos permiten tener la libertad para poder hacer Ombra.

Cada año hay más cosas. El festival va creciendo. Con cada edición hay más trabajo. Y este año ya nos pusimos a trabajar a principios de año. Tuvimos reuniones con el Ayuntamiento de Barcelona, reuniones con departamentos de la Generalitat de Catalunya, visitas técnicas a otras localizaciones que teníamos en mente, etc…  En la primera edición vinieron entre 400 y 500 personas, que ya fue todo un éxito. Se hizo en la sala Wolf y fue una sola noche. La sala Wolf para los que no que lo sepan, fue el antiguo Psicódromo de Barcelona, donde a finales de los 80 y principios de los 90 pinchaba Nando Dixkontrol. Era el after por excelencia de la época, una sala que marcó muchísimo y donde se escuchaban todos estos sonidos también, y que en siguientes ediciones, después de Utopía 126, nos permitió seguir con propuesta nocturna.

Todo el trabajo depende de la complejidad de lo que nos viene por delante, nunca es el mismo lapso de tiempo de preparación, y ya veremos el año que viene… De momento ahora ya nos plantamos casi a dos meses de Ombra y el trabajo se intensifica. En lo que a mí me compete, durante todo el año estoy recibiendo propuestas, voy investigando y descubriendo a artistas que no conocía, algunos los voy guardando, a otros los voy contactando, etc… y hay muchas cosas que están ahí guardadas, que, si la cosa cuadra en algún momento, puede que algunas de ellas vean la luz en Ombra, otras quizá no. Esto funciona así.

Foto: Nico Cabañas

—¿Cuál considerarías que es tu mayor logro en Ombra?

— Ombra es un logro conjunto. Todas las personas que forman parte del equipo, absolutamente todas aportan. Mi aportación no sería nada sin la aportación de otras personas. No puedo atribuirme un logro mío único al concepto y al proyecto de Ombra, porque es un logro global, es así. Es una cosa de equipo.

Uno de los mayores logros de Ombra es ver a la gente feliz… esas caras de felicidad, de satisfacción, totalmente despreocupadas de lo que está sucediendo en el mundo exterior… ver que dentro de ellos está la sensación de que están en casa, y saber también que cuando regresan a sus casas, en sus respectivos países, regresan no siendo las mismas personas que cuando salieron… han crecido y tienen ganas de más.

Ver a todos los artistas mezclados con el público, disfrutando de todas y cada una de las actuaciones, paseándose por el market, hablando con la gente… esto prácticamente no se ve en ningún otro evento musical.

La comunidad que se crea. La hermandad y el respeto que hay dentro. Esta mentalidad tan grande de aceptación, de comprensión y de hablar el mismo lenguaje.

A nivel personal, el solo hecho de estar haciendo lo que hago ya es un logro para mí. Es un sueño hecho realidad también, porque realmente, lo que más me gusta en la vida es hacer este tipo de cosas y poder vivir de ello. Como he dicho antes, tengo mi trabajo “oficial” de lunes a viernes, el cual me llena mucho también, y gracias a ese trabajo, que no tiene nada que ver con Ombra, aunque en algunos momentos me lo plantee de una manera creativa, me permite tener el tiempo y la libertad para poder dedicarme a Ombra de la manera en que lo hago. Doy gracias por ello.

—En el departamento de arte trabajas con Javier Ripoll de RIP TV que es el encargado de las televisiones, que adornan el escenario. ¿Cómo surgió trabajar con él?

—A Ripoll (Machote para los amigos), lo conozco gracias a Raúl, él me lo presentó. A principios de los años 2000, ellos se conocieron en Ibiza. Años después, creo que fue en el 2005 o por ahí, hubo un evento en Barcelona en un teatro que había en Las Ramblas, actuaba Richie Hawtin y Javier estaba a cargo de todo el tema de montaje visual con proyectores de video y diapositiva. En aquel entonces ya existía el teletrabajo…  “tele parriba y telepabajo” como él lo llama. Fue ahí dónde nos conocimos en persona por primera vez, ese encuentro fue principalmente para trabajar con él, para echarle un cable en ese evento. En esa época estábamos viviendo juntos Raúl y yo en una casa espectacular, fuera de Barcelona y ahí teníamos mucho espacio, Ripoll estuvo ahí con nosotros, y durante ese tiempo estuve ayudándole con todo el tema de montajes, desmontajes y las sesiones de VJ.

Javier ya formaba parte de Ombra desde su gestación, por ser quien es, por su concepto artístico único y la gran aportación con su arte. Tiene una visión de hacer las cosas muy particular. Es un genio loco, una mente privilegiada, experimenta, crea, investiga… y cuando vas a su taller se te cae lo que no suena al suelo. Es una de esas personas únicas que están contadas en este mundo. Su aportación al festival la podéis haber visto los que habéis estado aquí. Es el emblema: los televisores, la cruz…. y sus televisores no solo adornan el escenario, están por todas partes, el detalle de los televisores es constante y omnipresente, te acompañan por todo el recinto, y en la anterior edición, además había una instalación en una de las salas de Ombra Gallery. Ombra no se concibe sin Rip TV. Es inconcebible. Sin Machote, Ombra cojea. Es así.

—Slidemedia son los encargados del video mapping, ¿no? ¿Crees que el video mapping tiene muchas posibilidades que, hasta ahora, no se ha usado en festivales? ¿Qué crees que aporta Slidemedia particularmente a este mundo?

—Slidemedia hizo un mapping en La Modelo para el opening del 2021, y desde la segunda edición han tenido la responsabilidad de encargarse de las proyecciones en el escenario Ombra Stage principalmente.

A Fausto lo conozco desde hace muchísimos años, de cuando éramos un poquito más que adolescentes en Sabadell. Es una persona que me ha aportado muchísimo siempre, desde que lo conocí. Es artista de carrera, hizo Bellas Artes, y de hecho descubrí el tema de la diapositiva decorativa por él. Nunca antes había imaginado la diapositiva en este aspecto y experimentar con diferentes texturas hasta que se lo vi a él. Fue a mediados de los 90, cuando empecé a ir con él ayudándole en instalaciones por diferentes lugares los fines de semana, con un arsenal de proyectores de diapositivas y le echaba un cable con todo.

Fausto es una mente creativa, única y espectacular. A su lado he aprendido muchísimo, me he nutrido infinitamente de sus conocimientos, de cómo trabaja y de cómo enfoca las cosas, y por supuesto, coincidimos en muchas cosas. Es uno de esos artistas que profundiza totalmente cuando hace una creación, de una manera muy filosófica, a sus creaciones y trabajos les da la vuelta de una manera brutal, va unos pasos más allá que cualquier otro artista visual de los que se pueden ver en eventos por aquí. Igual que Ripoll, cuando se estaba gestando todo el tema de Ombra, Slidemedia ya estaba dentro del proyecto también. Se van uniendo las cosas en este aspecto, se puede percibir el nivel de unión de equipo que hay aquí y que nada es casual. Hay un fondo potente del hecho del porqué estamos los que estamos. Obviamente por el camino se suma gente nueva, pero la base es la que es. Su aportación está más que clara.

Sobre las posibilidades del mapping… sí, claro, las tiene y pueden ser muy potentes, siempre y cuando se esté a cierto nivel. El mapping es una tendencia artística que ahora se ven en cada esquina, todo el mundo hace mappings y son super guais, vale, pero hay video mapping y… VIDEO MAPPING. Es lo que decíamos antes, no es hacer una cosa porque sí, o porqué ahora es “cool” hacerlo y está de moda, no, es buscar el concepto y ahondar dentro de lo que uno quiere transmitir, lo que uno quiere plasmar en la retina y el alma de las personas que lo ven, la originalidad y creatividad del artista, el riesgo que corre, que muchos de esos mappings van a lo fácil y resultón simplemente. Slidemedia fue de los pioneros en España en el arte del video mapping. Su aportación es una gran creatividad y profundidad filosófica en sus creaciones fuera de lo común. Cuando hace un concepto, cuando crea una obra de arte, no es simplemente para decir: ¡qué bonito, ooooh….  mira qué imagen! No. Hay tres, cuatro y cinco vueltas de tuerca. No es hacer por hacer. Además de su gran capacidad humana, tiene una sensibilidad artística fuera de lo habitual, estas cualidades son el motivo por el cual forma parte de Ombra.

 

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