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Crónica del Club to Club 17

por François Zappa

Viernes: casi nunca bailáis.

El viernes, como buen madrileño que soy, llegué ligeramente cocido al festival piamontés. Este año no había ninguna Anna Von Hausswolff que hiciera que arañase las puertas esperando entrar así que no entré hasta las nueve y media, cuando ya habían tocado NOLIFE y Amnesia Scanner (a estos últimos los había ya visto un par de veces).

Tras veinticinco minutos de retraso, Arca apareció para explicar que su laptop estaba estropeado y seguidamente, por fin, se presentó en el escenario, ataviado con un velo de novia y un látigo, lo que significaba que empezaría con su tema “Whip”. Arca mostró una gran intensidad en directo y ser un enorme frontman, que no dudaba en bajar a cantar entre el público, vestido con un corsé y tirando ramos de flores. Pudimos escuchar futuros clásicos como “Desafío”, “Anoche” y “Piel” en uno de los mejores comienzos posibles para el festival. Cuando llegó la hora de ” Reverie” la locura se apoderó de un público completamente entregado. Yo ya iba ganado de casa porque el disco me gusta muchísimo, y me pareció un espectáculo muy potente que no dudaría en repetir. Jamás pensé que el futuro de la electrónica sería esto, y que ese futuro tendría un pie en la música tradicional venezolana..

Corrí para ver a Laurel Halo que tocaba en el escenario pequeño y descubrir para mi asombro que en el festival solo había baños en la sala de restauración cercana al primer escenario. Tras una meada rapidísima y haber hablado cuatro palabras con unas españolas que buscaban droga (No, lo siento, adiós) rehíce mis pasos con una nueva copa que iba ya pareciendo una prolongación natural de mi brazo. Empezaba Laurel Halo a cantar y éramos cuatro gatos allí, antes la que parecía a veces una Laurie Anderson de tercera regional con autotune. Estrenaba su nuevo álbum, Dust y sonaron “Sun to Solar”, “Koinos” o “Like an L”. Poco quedaba de esa artista de nos hizo bailar como si fuese viernes un domingo en La Casa Encendida y nos dejó con hambre de noche tras presentar su increíble Change of rain.

Mientras comía una focaccia pude ver unos minutos de Bonobo. Aunque he sido fan del sello Ninja Tune durante unos veinte años (cómo pasa el tiempo, coño) la otra vez que vi en concierto al artista con nombre de chimpancé sexualmente muy activo, me dejó un poco frío. La gente parecía muy entregada pero me debía pirar para ver al gran Ben Frost. También venía con disco nuevo, en este caso “The Centre Cannot Hold” y, en cambio, me gustó bastante. Quizás con este disco, producido por Steve Albini, ha perdido algo de músculo pero nos confirma que el australiano es uno de los nombres más interesantes de la electrónica actual. En mitad del live sacó su guitarra y entre otros pudimos escuchar “Ionia”, claro, que es el tema que ha utilizado el festival de sintonía este año. AURORA, sin duda me gusta mucho más, es uno de los discos de electrónica que más me han gustado últimamente, pero valió mucho la pena volver a ver a Frost. La sala pequeña, programada por la Red Bull Music Academy parece más grande este año y no hubo problemas de colas como en anteriores ediciones.

Volvimos a la sala grande para el live de Nicolas Jaar. Tras la larga intro, empezaron a sonar temas de su último disco como ese “Three sides of Nazareth” que es el single que Depeche Mode no han sacado en años. Cantó “No” (segundo artista que canta en castellano de la edición), “The Governor”, o “Space is only noise if you can see” e incluso tocó el saxo ante una multitud rendida a sus pies. Me gustó pero hubo algunos momentos en lo que bajó la intensidad. Mi amigo Alberto había estado mientras tanto viendo a Jlin, nombre muy importante del footwork (lo que en español se traduce como paja con los pies) y que le decepcionó un poco. Yo la había visto un par de veces presentando su anterior disco y por lo sentido, el nuevo disco Black Origami no es tan bailongo.

Era ya el turno de The Black Madonna, una de las djs más interesantes del momento y que no habíamos podido disfrutar en el pasado Kappa Festival. Pinchó house y disco, entre ellos, un par de temas que recordaban al “Love Sensation” y terminó con el “Moments in Love” de los Art of Noise: siempre transmitiendo muy buen rollo y energía. Nosotros estábamos acabados también y nos dirigimos a la lejana estación. Nos esperaba un largo viaje de regreso a Milán. La noche no había estado mal, pero habíamos movido poco el esqueleto, seguro que el sábado intentaríamos remediarlo.

Sábado: fiebre del sábado noche.

Con un bocata en el estómago (otra buenísima focaccia de porchetta) y un vodka lemon castigando mi hígado, entré unos minutos antes del comienzo de Jungle. Fui al baño, ya que me gusta empezar los conciertos meado, y pude constatar que los baños no habían sido lavados desde el día anterior, ya que el que tuve la suerte de visitar había sido ensuciado de forma imposible para cualquier que tuviera un mínimo de punteria (aunque tuviera que apuntar con el ojo del culo) o no poseyera un trasero de tamaño descomunal. Solo otro vodka lemon me pudo ayudar a olvidar la horrible imagen. El concierto de Jungle empezó tarde, para mantener la consistencia con el día anterior (consistencia, un concepto importantísimo en la localización de videojuegos), Empezaron con un nuevo tema, bastante bueno llamado “House in L.A.” y continuaron con dos piezas infalibles: “Platoon” y “The Heat” que enloquecieron al público. Otro tema muy celebrado, fue “Accelerate” (es sorprendente la de temazos que tiene su primer disco), miré alrededor y había un mar de sonrisas que de pronto se unían para corear las canciones. El septeto demostró muchísimas tablas y gran maestría en temas como “Lucky I got what I want” que fue seguido por la presentación de otro tema del nuevo disco “Beat 54”. Siguieron, imparables, con “Julia”, “Drops” y el final apoteósico con “Busy Earnin'” y la final “Time” con la gente saltando e inundada de una extraña felicidad.

Corrí a la pequeña para ver a KÁRYYN (otra artista con mayúsculas) que tocaba en Italia por primera vez. Empezó a capela demostrando su gran voz y enseguida llegó otro músico para acompañarla a la batería electrónica. Poca gente todavía pero todos muy afortunados por poder presenciar un concierto estremecedor donde brillaron temas como el tremendo “Purgatory” o “Ever”. A seguir.

Aproveché para ver un rato de LIBERATO, rapper italiano que nadie sabe quién es. Vi unos minutos, pero como parecía que no se iba a revelar quién era el malo hasta el final, me quedé con la incógnita y tiré para Smerz. Mi carné de italiano me permite distinguir entre infinidad de pastas, pero todavía no he llegado al hip hop en la lengua de Vasco Rossi.

Volví a la sala pequeña para ver a dúo Smerz (una que baila bien y otra que canta bien). El concierto, que fue de menos a más, fue una fiesta de graves, donde sonaron “Move”, “No harm”, “You see?” y la final “Blessed”, que fue lo mejor de la actuación. Más r&b interesante.

Aproveché para ver el comienzo y el final de Mura Masa: mucho mejor que la otra vez que le había visto. Empezó cantando “Messy Love” a la vez que tocaba la batería y tocaba el sintetizador. luego entró una cantante pelirroja, aunque cuando volví tras la actuación de Mana la que cantaba era una negra: no sé si iba con dos voces (Fliss y Bonzai) o que me perdí el twist final. Mientras Lorenzo Senni hablaba en la radio y después saludaba a los fans.

Volví a la sala pequeña, los camareros ya me conocían: un altro vodka lemon? Si, per favore!. Era el turno de un artista de la New Italian Wave (movimiento conocido por todo lector de este blog) llamado Mana (AKA Vaghe Stelle) que esta vez incluso cantó un poco. Oscuro e hipnótico y a un volumen atronador, gustó al grupo de fieles que le veíamos un años más en el festival. Acaba de publicar un EP para Hyperdub.

Y en la grande le tocaba el turno a Richie Hawtins, con un comienzo que parecía ácido pero que la final no llegó a subir. Richie era el nombre gordo de la electrónica (como otros años lo han sido Jeff Mills y Laurent Garnier) que aporta la nota histórica al festival y en esta ocasión presentaba nuevo espectáculo: Close. Entre dos mesas de mezclas, a lo Nacho Cano pero con flequillo, dio una lección de lo que es el techno, mientras yo le hacía a mis neuronas lo que Hitler le quiso hacer a los judíos. El canadiense es valor seguro ya sea en directo o pinchando.

Helena Hauff empezó con caña, siguió con caña y terminó con caña. Pinchó vinilo (algo que tristemente no recuerdo haber visto en tantos años

que llevo yendo al festival). Solo un problema: se hizo corto. Ganas de volver a verla.

Luchando contra la lógica y el sentido común me fui a la sala pequeña para ver terminar el final de Lanark Artefax al que ya había visto en la preview y a Lorenzo Senni de nuevo. El productor de Glasgow repitió un live de IDM difícil en un momento difícil: a esa hora, las tres de la mañana, dejaban de servir copas en el festival.

El retraso en las dos salas se había sincronizado en un par de conciertos pero ahora cada una iba a su aire en una carrera hasta ahora sin reloj hacía el final de la noche. Comenzaba Lorenzo en cierto momento borroso de la madrugada y parecía que era el único animado y con algo de energía. Hacía esos gestos de repartir caña a diestro y siniestro mientras pensábamos en volver a casa. Poco a poco la cosa se fue animando, empezaron a llegar disidentes del dj set de Nicolas Jaar (que hacía doblete) y acabó levantando al personal con, entre otros, el tema de su single editado por WARP (que era el sello infalible hasta que sacó aquellos discos de Maximo Park). Satisfecho por todo lo que había podido ver, y sin la posibilidad de una última “for the road” me puse camino a la estación.

Y como le dije al tío que vendía las focaccias de porchetta: ¡hasta el año que viene!

Fotos: Club to Club

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