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Jorge Pardo: la fusión con el flamenco

por François Zappa

Otra entrevista aparecida en EnlaceFunk: Ya sea a la flauta travesera o al saxo, bajo su nombre, con D´3 o con el trío de Carles Benavent, Jorge Pardo ha ido derrumbando la frontera entre jazz y flamenco, tanto en directo como en unos discos que vale la pena recuperar. Después de haber grabado con algunos de los mejores artistas de ambos mundos, nos resume una carrera donde coherencia y experimentación han ido de la mano y el término fusión ha sido llevado hasta nuevos límites.

—Empezaste en los años setenta y tuviste la suerte de tocar con grandes figuras, ¿verdad?

—En la época en la que yo empezaba me encontré en el camino con grandes músicos como Lou Bennett, Pedro Iturralde o Tete Montoliu… Llegué a colaborar con ellos en algunas sesiones en algún club, sobre todo con Lou Bennett, pero tiempo después. Ellos eran punto de referencia en aquel momento en España.

—Pero tu primeras grabaciones importantes no llegan hasta que entras en Dolores.

—Pedro Ruy-Blas tenía contrato con Polygram y, tras el triunfo masivo de “A los que hirió el amor”, él se siente más músico, no quiere seguir esa línea y quiere elaborar una música más de investigación con los músicos más cercanos a él, y entre esos músicos estoy yo. Nos llama para colaborar en su primer disco (1975). A partir de ese disco se cuajó el grupo

—¿Qué supuso Dolores para la España de la época?

—No supuso nada. No quiero ser derrotista, pero Dolores era una mota de polvo en el escenario musical. De hecho, no llegamos a dar más de diez conciertos grandes en cuatro años. En garitos sí que tocamos más.

—A partir de entonces empiezas a colaborar con Paco de Lucía.

—Hubo un momento en el que nos cruzamos en el camino, uno de los motivos era porque trabajábamos en la misma compañía. Para nosotros Paco era un punto de referencia en cuanto a hacer música y no teníamos nada claro que se pudiera hacer nada con él, pero al juntarnos en el estudio y empezar a grabar el disco de Paco dedicado a Manuel de Falla (1978), vimos todos que allí había algo interesante y entonces nos emocionamos y Paco, que tenía la sartén por el mango, le dio cuerda al asunto. Allí acabó Dolores, fue absorbido por Paco de Lucía y su entramado empresarial.

—¿Y cuál diría que fue el punto de inflexión en el flamenco jazz?

—No hay momento, esos son referencias que gustan mucho a la gente y a los periodistas, no hay momento, a lo largo de varios años y personas va ocurriendo. No hay grabación que yo considere que a partir de ella nació todo. Nadie tenía consciencia de que lo que hacíamos servía para establecer un futuro musical de otros músicos, hacíamos un trabajo que nos gustaba. Nadie pensaba más allá de todo eso.

—Por supuesto no fue bien recibido por los puristas del flamenco.

—A los puristas no le gusta que cambie nada. Paco recibió bastantes bofetadas de críticos musicales por incluirnos. Por otro lado nosotros que veníamos del jazz, aunque yo siempre me he considerado mezclado desde el principio, pero los jazzistas puristas consideraban que nos habíamos vendido al flamenco porque vendía más.

—También colaboras con Camarón en un disco histórico, La leyenda del tiempo en 1979.

—Fue parecido a los de Paco, grabábamos en los mismos estudios. Yo estaba ensayando y me preguntó que si podía tocar, por allí estaba Tomatito, estaba Raimundo Amador. Hicimos varios programas de televisión. Era un lujo grabar con Camarón. Pero también tengo que decir que Camarón no era ni de lejos lo que es hoy en día. Me he paseado por la Gran Vía con él y nadie nos ha reconocido.

—En 1982 te arriesgas y sacas un primer disco homónimo.

—Para un músico, un disco es un deseo de expresar, más allá del hecho comercial. Es un producto que cuesta un dinero y que puede repercutirte algo a ti con suerte. Un primer disco es la ilusión de hacer con tus amigos más cercanos la música que más te gusta. Ese primer disco obedece a un encargo de una compañía de Mallorca y en la producción me dejé llevar. Yo quería un disco más flamenco pero en ese momento no estaba preparado ni yo ni los músicos que tenía alrededor. Tenía que esperar una mejor ocasión. Es un disco más orientado hacía el jazz, aunque hay una rumba, una samba. Ahora es llamado jazz todo lo que no es pop o rock o flamenco.

—¿Y cuáles son tus influencias en ese momento provenientes del mundo del jazz?

—Hay infinidad de influencias en la vida de un músico inquieto, entonces era la línea de Miles Davis y la gente que colaboró con él, Herbie Hancock, Chick Corea, Weather Report. Toda esa gente empezó a hacer una música “nueva”, sin los corsés de una estética impuesta por otra generación, con la mirada alta hacía otras músicas o los nuevos inventos electrónicos que aparecían en esa época. No era solo la música era también la mentalidad.

—Dos años después publicas El canto del Guerrero.

—El canto del Guerrero es un disco más flamenco. Las melodías si son nítidamente españolas, buscando el deje flamenco y los ritmos también. No lo es la instrumentación, que es la de una banda de jazz moderno, sí el contenido. Además colaboran Paco de Lucía y Tomatito. Aunque es un disco firmado por mí, teníamos un grupo, que verdaderamente era un grupo, yo ejercía cierto liderazgo, pero no un liderazgo absoluto. Los temas eran de todos, todo el mundo colaboraba al 100%, nadie cobró un duro. El resultado es el resultado de un grupo, con una idea, la mía.

—Y en 1987 llega A mi aire, ya en Nuevos Medios.

—A mi aire es el primer disco con Nuevos Medios y estaba más enfocado hacia el flamenco, arrastraba la secuencia del disco anterior. En él canta Pepe de Lucía.

—Durante los siguientes años haces muchas giras por Europa, tocas en Suiza, Alemania, hay un especial interés por tu música.

—Las giras me han acompañado a lo largo de toda la vida. A Paco le ayudó para exportar su música dos cosas, aparte de su arte y su toque de guitarra: el contacto con Al Di Meola y John McLaughlin, el trío de guitarra fue una bomba mundial. Otra bomba fue la película de Carmen de Carlos Saura. Se juntaron esos eventos y yo vi en esos años que el incremento de giras y público principalmente en Centroeuropa fue espectacular.

A pesar de eso, hay gente que solo hace masa, conocen a Paco de Lucía y no saben por qué es famoso, solo saben que hay que verlo. Gente que no sabía si Paco cantaba, bailaba, tocaba la guitarra o hacía todo junto.

—Y tienes el orgullo de grabar para Blue Note en 1992.

—Grabé con Gil Goldstein para Blue Note en New York. Fue una bonita experiencia ir para allá a grabar y ver toda la movida de allí de mano de un neoyorquino auténtico. En cambio lo de grabar para Blue Note me la suda, no me enorgullece grabar para ellos, me enorgullezco de lo que he grabado.

—Un año antes habías grabado otro disco, uno de los más celebrados por el público.

—Las cigarras son quizás sordas fue el primer disco donde estoy más metido dentro del flamenco y me atrevo a que me corten el pescuezo. Es el primero dónde hay una apuesta decidida por un sonido nuevo.

—En 1993 aparece Veloz hacia su sino un poco en la misma onda que el disco anterior.

—Estaba contento con el equipo y el sonido del disco anterior y lo seguimos. En este disco tengo a Antonio Carmona de Ketama y a Chonchi Heredia a las voces. En le anterior estaba en cambio El Potito. Siempre he grabado con la gente que tenía alrededor, con mis amigos.

—Durante tu carrera has colaborado con muchos músicos, uno de los frutos más originales de esas uniones fue Diez de Paco con Chano Domínguez en 1995 ¿qué buscabas en ese disco?

—La idea consiste en traducir el lenguaje de un guitarrista flamenco 100% a un cuarteto de jazz. Tocar esos temas sin guitarra.

—Otro colaboración importante resultó en la grabación de El concierto de Sevilla realizada en 1999 en el Teatro Central de Sevilla.

—Hubo un concierto en Barcelona en el que no aparece ni El Potito, ni Rubem Dantas, que eran parte de la banda que tenía entonces, y nos vemos solos Tino Di Geraldo, Carles Benavent y yo. Dimos el concierto, cobramos y dijimos: ¡a tomar por culo! y nos quedamos en trío. Fueron las circunstancias las que propiciaron la reducción del grupo.

—Ya en 1997 publicas 2332 y en el 2001 Mira y se rompe tu relación con Nuevos Medios.

—En 2332 hay un nuevo método de trabajo, irrumpen las nuevas herramientas musicales como es el Pro Tools, que me permite trabajar de forma que antes no había podido. Con la ayuda de mi hermano Jesús, que es un fiera en todas estas nuevas tecnologías puedo trabajar de una nueva forma que me apasiona.

Cuando voy a sacar Mira me encuentro con la crisis del disco como medio y me planteo publicar cosas por Internet. Además con Mira tuve problemas con la compañía. Era una superproducción que involucraba mucha gente, costó mucho trabajo, el final fue complicado, se cortó el presupuesto y quedó sin terminar del todo. Sin embargo fue premiado por la Academia.

—En el 2005 aparece Vientos Flamencos, que se empezó a vender en formato cd y en descarga desde la página web Flamencodigital.com 

—Vientos flamencos no está pensado como un disco. Había contactado con Daniel Muñoz, director de Flamenco-world.com y me ofreció la posibilidad de publicar en MP3 y de asociarme a su web. El formato de publicar en Internet me permite no hacer un disco homogéneo, de una banda, sino que me permite fantasear: voy a hacer este experimento con un pasodoble, voy a hacer este tema con tal músico. Hacer una colección de temas que no tienen un orden, y temas dispares con músicos dispares, tratamientos distintos. Luego está el hecho comercial: ¿por qué no metemos unos temas en un disco? Y eso estamos haciendo. Ahora sale el segundo y pronto saldrá el tercero.

—Antes nos has hablado de tus influencias dentro del jazz, ¿cuáles dirías que son las provenientes del flamenco?

—Sobre todo Camarón y Paco de Lucía y luego otros contemporáneos como Raimundo Amador, Tomate, Enrique Morente…

—Hablando de Morente, ¿te gustó el disco de Morente con Lagartija Nick?

—Si, te puede encantar más o menos el sonido pero cuando me acerco a la oferta de otro músico, miro cómo está pensado. Si es un vamos a ver que pasa, entonces ya es un diez. Todos esos discos tienen un sitio en mi corazón.

—Otro de tus grupos es D’3, háblanos un poco de él.

—Hemos dado muchos conciertos y tenemos tres discos y un Dvd grabado en el Pau Casals. Es una formación que sale del pasatiempo de tocar juntos y ver que teníamos un repertorio y un sonido propio. La orientación es la misma, el flamenco en el norte y otras músicas a los lados.

—También has tocado mucho con Chick Corea, ¿cómo ha sido la experiencia?

—Empecé a tocar con él alrededor del 2005 y nos cogimos el gusto y hemos estado unos años. A él le da por el flamenco como le da por Mozart o por lo brasileño. Chick Corea es muy multifacético.

—Y del panorama actual, ¿nos recomiendas algo?

—Yo recomiendo hacer un viaje a Senegal o Gambia, adentrarse en África y ver la música que se está haciendo allí y dejarse de tonterías de discos americanos.

—¿Cómo crees que se ha tratado tu música aquí en España?

—Me siento respaldado por un público, no mayoritario, ya que no tengo presencia en los grandes medios de comunicación. Me respalda menos la crítica musical especializada, se han portado bien conmigo pero de una manera muy tibia. Nadie con poder en los medios o con dinero ha apostado por mí. No me he sentido arropado. No dejo de pensar que si fuera inglés o francés ya sería una leyenda.

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