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Crónica del Primavera Sound 2018: sábado

por François Zappa

Llegó finalmente el sábado: en principio iba a ser una jornada bastante larga, y acabó siendo la jornada más larga de toda mi vida festivalera. Llegamos a las tres menos cuarto de la tarde y nos fuimos a las seis menos cuarto de la mañana. Quince intensas horas en el fórum. Pero empecemos por el principio.

El día estaba un poco oscuro y estaban cayendo unas gotas, así que decidimos comer cerca del hostal y ya comidos dirigirnos al festival. Mientras nos acercábamos al fórum, el cielo iba despejándose, y ya cuando salí del probador donde me había metido para ponerme un cómodo bañador, el sol había salido. Nos encontramos con un amigo que nos comentó cómo había sido su jornada del viernes y junto escuchamos la sesión de Palmbomen II que fui acompañando con un par de baños. Siguieron Dekmantel Soundsystem y la tarde se empezó a animar. Cada vez había más público y la gente empezó a bailar. Pero sin duda fue Palms Trax el que incendió una playa que cada vez estaba más caliente. En un momento mi amigo se levantó y fue a darlo todo a la pista, alucinado por la música.

Nosotros nos quedamos sentados, disfrutando de la música, sabiendo que iba a ser una larga jornada.

En cuanto terminó nos pasamos un momento por Montero, que estaba sonando muy bien, pero de ellos hablaré en la crónica del domingo.

Siguiente parada para otro de nuestros conciertos más esperados, en este caso el de Peter Perrett, de los nuevaoleros The Only Ones. Perrett venía con discazo bajo el brazo, How the West Was Won y centró su setlist en este disco. Así fueron sonando desde la inicial “An Epic Story”, “Living in My Head”, Sweet Endeavour” o la titular. Sonó perfectamente, y tocó con muchas ganas. Después de esta, fue el turno de “Another Girl, Another Planet”, uno de esos temas que son historia de la música rock, un clásico atemporal que puso el Ray-Ban enloquecido. Cuando fue a tocar otro tema (nos quedamos con la duda de cuál) le dijeron que se acababa el tiempo. Triste se retiró. Es una pena tener a tal artista en el cartel y que pueda tocar solo unos míseros cuarenta y cinco minutos.

Unos vinitos eran necesarios para asistir en buenas condiciones al concierto de Jane Birkin. Pillados, (aprendimos el truco de pedirlos dobles, así te ahorrabas una cola) nos fuimos hacía Mordor, donde íbamos a ver unos cuantos conciertos seguidos. Al comienzo del concierto teníamos a unos borrachos riéndose y chillando “Vive la France”, supongo que desconociendo que Jane es inglesa. Por suerte se largaron después de que les mandasen callar varias veces. En esta gira está tocando los temas que le escribió Serge Gainsbourg, entre ellos el inicial “Ces Petists Riens”. Birkin estuvo muy emocionada todo el rato, dando muestras de cariño tanto al director de la orquesta como al pianista. Un gran momento fue cuando sonó “Valse de Melody”, uno de los mejores temas de ese clásico que es Histoire de Melody Nelson. El concierto sonó muy bien, con algún pequeño problema de sonido, pero, yo diría que todos los conciertos de Mordor sonaron de lujo. En general, la gente fue bastante respetuosa. Terminó con “L’Anamour”, tema que yo había conocido por la versión de Françoise Hardy, y tras una gran ovación, volvió para tocar un bis, que fue “La Javanise”. Sin duda el concierto bonito del festival.

De ahí nos fuimos al otro escenario grande, para ver a Lykke Li. Por el camino nos fuimos fijando en el estilismo de este año, donde destacaba el estilo mamarracho casual y el color italiano chillón. La prenda de moda sin duda fue el albornoz y nos encontramos con muchos ingleses en vías de alcoholización. A Lykke Li, la verdad, es que la vimos porque nos venía bien dentro de la ruta para ir luego a ver a Lorde. El concierto estuvo bien, ella canta bien, se mueve bien. Tocó principalmente temas del so sad so sexy que en esos momentos todavía no había sido publicado y del anterior I Never Learn. Como se esperaba el momento de mayor locura fue durante la famosa “I Follow Rivers”, y cerró con Utopia, pero nosotros ya estábamos pillando sitio para Lorde.

El concierto de la artista neozelandesa en comparación nos gustó mucho. Sin problemas conseguimos un buen sitio, bastante cerca del escenario. Comenzó con “Sober” y “Homemade Dynamite” y echamos en falta unas coristas y algún músico más que no fuese pre grabado. El público estuvo muy entregado, sobre todo una chica que estaba a mi lado y que cantaba todas las canciones. Otro gran momento fue “The Louvre” en mitad del concierto y la final “Green Light”. En medio me tocó correr al baño, ya llevaba unas cuantas horas en Mordor y era necesario. Ya es una gran estrella.

De aquí nos fuimos corriendo a ver a Dead Cross. Había quejas de que no se escuchaba a Mike Patton. Al rato de llegar, tocaron su versión de Bauhaus, y justo cuando empecé a entrar en el concierto, se terminó. Solo habían tocado unos cuarenta minutos. Hicieron el amago de volver, tocaron unos segundos de “Epic” y se volvieron a largar, dejándonos con cara de pasmaos tras lo que podíamos llamar un bis interruptus.

Ya bastante cansados, llegamos a ABRA, que en su caso venía con todo pre grabado. No estuvo mal, pero al menos se podía haber traído un dj. Mientras, en las barras se estaban quedando sin agua. Aunque no pensábamos en beber agua en esos momentos. Terminado el concierto, vimos el final de Deerhunter en Ray-Ban: un solo tema de un concierto que según me contaron, estuvo bastante bien. y hacía Beach House en el escenario Primavera. Aunque puedan parecer muy lentos para la hora, la verdad es que no entraron muy bien. Venían presentando su nuevo disco, 7, de los mejores de su carrera y tuvieron un sonido perfecto. De la inicial “Black Car” a la final “Dive” estuvimos en una nube. Terminado el concierto, bajamos las escaleras, en dirección a Ray-Ban, ya como zombis para ver a The Blaze, que son sus bajos y sus luces consiguieron que hiciéramos algo parecido a bailar. A esa hora, me pareció una buena propuesta, el cansancio se apoderaba de mí y solo las copas me mantenían de pie. Cuando terminaron, encontré a unos amigos y nos animamos a cruzar el puente para llegar a la zona Bits. A lo noche de los muertos vivientes nos dirigimos al escenario Desperados (nunca mejor llamado) mientras otra ristra de zombis se dirigían a la salida. Las bebidas escaseaban, ya no había ni ginebra ni fanta limón, Donato Dozzy pinchaba, al fondo, ya de fondo. Tras la primera hora, ya no quedaban bebidas, me tuve que acercar al otro escenario de la zona Bits para pillar la que fue la penúltima copa del festival (quedaban cuatro gotas de una botella y después de mí, solo dos). La sesión estaba terminando, ya era muy tarde, el cansancio era de otro mundo y por fin me decidí a volver al hotel. Había sido un muy largo día.

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